"En este Cajasol, pese a la juventud, hay muchos líderes"

No es fácil cerrar una etapa de diez años defendiendo los mismos colores para emprender una nueva aventura en el extranjero, pero Marcos Mata (01-08-1986, Mar del Plata) decidió cambiar de aires por completo, abandonar su Argentina natal para enrolarse en un joven proyecto sin saber muy bien qué le depararía el destino. Tras varios meses, el alero (1,99), que fuese capitán de Peñarol, ya es un líder de este baby Cajasol -a sus 27 años es el mayor de la plantilla- y se ha ganado el respeto de rivales y de su afición.

-¿Cómo vive sus primeras navidades con bufanda?

-Con más frío que de costumbre y con nostalgia, porque estoy lejos de mi familia. Se echa de menos, como el calor en esta época en Argentina, pero aposté por esto y no me arrepiento, aunque tenga que ir más abrigado que de costumbre. Lo que más me sorprende es cómo están decoradas las calles, especialmente las del centro.

-Al menos la visita de su padre le dio un buen empujón al principio de la temporada.

-Me vino muy bien tenerlo cerca porque el cambio para mí era grande. Me ayudó a adaptarme en esta nueva andadura.

-¿Y cómo decide uno poner fin a una etapa de 10 años?

-Para mí fue difícil, ya que toda mi vida la pasé en el mismo club, pero creí que era ahora o nunca, el momento de probarme en Europa.

-¿Y la carta de despedida a los aficionados?

-Era lo menos que podía hacer después de todo el cariño que recibí. Estaba fuera por la concentración de la selección, así que decidí hacerlo así. Se lo debía a la gente, a los compañeros y al club.

-En Europa parece imposible que un jugador esté 10 campañas en el mismo equipo.

-Quizá es otra filosofía, pero alguno hay. Navarro, por ejemplo.

-Pasa todo lo contrario en fútbol, que salen muy jóvenes de Argentina y quizá por eso alguno no triunfa.

-Creo que cada uno debe saber cuándo es su momento. Yo lo hice cuando estaba preparado.

-¿Usted es de esos pocos argentinos que no han jugado al fútbol?

-No, antes que al baloncesto jugaba al fútbol. Por cosas de la vida lo dejé. Un amigo del Club Atlético Kimberley me llevó a probar, me gustó y me empezaron a enseñar para aprovechar la altura. De ahí, pasé a Peñarol.

-¿De qué jugaba?

-De 4, distribuyendo juego.

-En Argentina, sobre todo en fútbol, se siente una enorme presión desde la grada. ¿Lo echa de menos en la ACB?

-Allí se vive el deporte de una manera diferente. Ni mejor ni peor. No creo que a un jugador profesional le haga falta la presión para rendir, porque uno siempre quiere ganar. Otra cosa es cuando se pasa la línea y la presión se convierte en violencia, sobre todo en el fútbol. Es una lacra que hay que erradicar, pero no es fácil.

-Viene de un equipo campeón en el que usted era respetado por los colegiados en su país. ¿Nota el cambio en los arbitrajes en un Cajasol al que le falta peso en la Liga?

-Hay árbitros que me ven por primera vez en un equipo joven, y quizá a mí y a mis compañeros nos cobran cosas por inexperiencia.

-¿Quién le ha impresionado más en el Cajasol?

-Diría que Satoransky. No lo conocía, pero sabía que era de los más nombrados. Atléticamente es un portento y su juego va a más. Es un líder. Hay que aprovecharlo al máximo, porque creo que le queda poco aquí.

-¿Se siente usted un líder?

-Uno no es líder por su experiencia o por los puntos, sino por los valores que aporta a sus compañeros dentro y fuera de la pista. Hay muchos líderes e n el Cajasol.

-En Argentina ya destacaba por su tiro exterior, pero ¿se está sorprendiendo por tanta eficacia?

-Sorprendiendo no, porque tengo confianza en mí, pero sí que es cierto que he tenido que adoptar otro estilo por el tipo de baloncesto y me ha ido bien, pese a algún encuentro flojo.

-En ese cambio de estilo tiene que ver el físico, ¿no?

-Sí. En España y Europa los aleros y los pívots son más grandes y es más difícil ir para el aro. Todo es acostumbrarse.

-Usted trabajó en su país con un entrenador de prestigio como Sergio Hernández y ahora con Aíto García Reneses. ¿Es una responsabilidad?

-Para nada, es un orgullo. Tengo que sacar el máximo provecho de estar con un técnico de tanta experiencia. Uno nunca lo sabe todo y siempre aprende.

-¿Ha ido a algún restaurante argentino en Sevilla?

-Sí, claro, aunque tuve que pedir que me pasaran más la carne. Es España a la gente le gusta la carne poco hecha y en Argentina al contrario, que está muy hecha.

-¿Qué es lo que más le ha sorprendido de Sevilla?

-La ciudad es muy bonita, para saber disfrutarla. Culturalmente, lo que más raro me ha resultado es lo de comer de pie y tapas de un lado a otro. En mi país te sientas en un restaurante y comes. Es muy diferente y no acabo de acostumbrarme, aunque todos me dicen que lo haré y que acabará gustándome.

-¿Cómo ve la crisis de España alguien que vivió la época del corralito en Argentina?

-Lo siento muy diferente. Nosotros ya llevamos mucho tiempo en crisis. En 2001 el corralito en Argentina cambió la vida de todos. Los bancos no son seguros, algo que no pasa aquí. Se quedaron con muchos ahorros, la gente comenzó a guardar el dinero en las casas y la inseguridad por los robos creció. Mes a mes la comida subía de precios, pero no los salarios. Son crisis distintas. Aunque en España haya muchos problemas, creo que el país es más estable. Espero que no llegue a ese punto.

-¿Puede meterse el Cajasol en la Copa?

-No hay que apresurarse ni pensar en ello. Estamos en un grupo de equipos muy parejos y quedan partidos aún, así que hay que seguir igual, paso a paso, jugando cada encuentro como si fuera el último. Cuanto mayor es la ilusión más grande puede ser la caída, así que avanzamos con los pies en el suelo.

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