Refuerza escándalo FIFA crisis del futbol argentino

Por Cecilia González. Corresponsal
Buenos Aires, 30 May (Notimex).- El escándalo de corrupción descubierto en la FIFA reforzó la crisis que enfrenta el futbol en Argentina con clubes endeudados, violencia permanente, descrédito de dirigentes y sospechosas transferencias de jugadores. La liga argentina es una de las más prestigiosas del mundo por la calidad de sus jugadores, pero en los últimos años múltiples problemas han ensombrecido un deporte que millones de hinchas siguen aquí con un fervor religioso. El principal responsable de esta crisis es Julio Grondona, el presidente de la Asociación del Futbol Argentino (AFA) que murió en julio de 2014, después de comandar durante 35 años los designios del futbol en el país sudamericano. Grondona, a quien el expediente de la justicia de Estados Unidos acusa de haber recibido sobornos por la organización de cuatro Copas América, fue nombrado al frente de la AFA en 1979 y luego sumó aún más poder como vicepresidente de la FIFA. Cuando murió, los clubes de Primera División tenían una deuda conjunta de casi 300 millones de dólares por malos manejos financieros en la compra de futbolistas, gastos administrativos y mantenimiento de instalaciones. Otro fantasma que queda ligado a la larga era grondonista es la permanente violencia que hay en las canchas argentinos, que acumulan casi 300 muertos por enfrentamientos entre los llamados “barra bravas”, que son facciones de golpeadores que operan al amparo de los clubes. Los “barra bravas” son una especie de Frankestein del futbol argentino, ya que en principio los clubes los organizaron como una especie de grupo parapolicial para infiltrarlos en las zonas populares a fin de vigilar a los hinchas y evitar robos. Con el tiempo, estos grupos fueron adquiriendo mayor poder porque las dirigencias les otorgaron la concesión para la venta de comida en los estadios o sus alrededores, el cuidado del estacionamiento y la venta de banderas, gorras y camisetas. Cuando los “barras” comenzaron a presionar a los presidentes de los clubes, con amenazas de por medio, consiguieron también un margen de entradas para los partidos que vendían por su cuenta, con lo que obtenían jugosas ganancias. La cereza del pastel son los viajes internacionales que realizan como parte de las delegaciones oficiales de los equipos que disputan torneos en el extranjero, e incluso en los cotejos de la Selección nacional en los mundiales. Hoy, las bandas de violentos son incontrolables, ya que forman parte del poder que adquieren los dirigentes dentro de los clubes, además de que es usual que también sean respaldados por los jugadores, ya que se considera que forman parte del “folclore” del futbol argentino. El descrédito de los dirigentes se acentuó hace dos años, cuando la justicia argentina desarticuló una red de lavado de dinero que operaba a través de irregulares transferencias de jugadores argentinos a clubes europeos. Las autoridades descubrieron que los traspasos se triangulaban con bancos de Uruguay y Chile para evadir impuestos, y que algunos cambios eran meras pantallas, porque había jugadores que jamás vestían la camiseta de su supuesto nuevo club, o lo hacían por un periodo muy breve. Sin Grondona al frente y ahora acusado de corrupción, la AFA enfrenta una encrucijada para sanear la operación del futbol en un país que defiende el honor de haber sido dos veces campeón del mundo.
NTX/CGR


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