Guillaume Long es ministro de Cultura de Ecuador y además, el secretario de Relaciones Internacionales de Alianza País, la organización liderada por el presidente Rafael Correa. En esta entrevista exclusiva para Tiempo Argentino, comenta sus impresiones sobre la segunda vuelta en nuestro país, y las posibles repercusiones que tendría un triunfo de la alianza PRO-UCR a nivel continental.
-Argentina asistirá al primer balotaje de su historia con dos modelos opuestos en materia económica y política: el del FPV y el de la alianza PRO+UCR. ¿Qué se pone en juego en esta elección?
-Preocupa un hipotético triunfo de la derecha en Argentina por dos motivos principales. Primero, sería alarmante para la propia Argentina. Los avances conseguidos durante los años de presidencia de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner no son logros fáciles de conseguir. Son fruto de una batalla política compleja, y de circunstancias que no vuelven a presentarse a menudo en la historia de los países. Construir siempre es más arduo que destruir, y preocupa evidentemente que todos los adelantos sociales, económicos y soberanos puedan peligrar. La segunda preocupación es de índole regional. Gran parte del éxito de este renacimiento latinoamericano se ha sostenido en la gran sintonía que existen entre los proyectos políticos en los gobiernos. Habría sido muy difícil decirle "No al ALCA" en aquella Cumbre de Mar del Plata 2005 sin un consenso soberano por parte de varios países de América del Sur. Habría sido más difícil defender la democracia en el contexto de las intentonas golpistas en Bolivia en 2008 y en Ecuador en 2010, sin el abrumador rechazo de los países progresistas de la región, que a su vez, hicieron que los países quizás menos progresistas sean menos timoratos en su condena de los golpes o incluso prefieran alinearse a la tendencia mayoritaria para no hacer olas. Está cada vez más claro que la única forma de conseguir nuestra verdadera y definitiva independencia es a través de la integración de nuestros países, y esta integración se hace más fácil cuando existe un verdadero compromiso integracionista y que este sentimiento sea más potente que la aspiración de caerle bien al Norte, además de gobiernos afines en términos políticos e ideológicos.
-El Grupo Consenso, de referentes en materia internacional del PRO y la UCR, propone cierta "flexibilización" del Mercosur, tal como anunció en un documento en abril pasado. ¿Qué significaría en términos concretos dicha flexibilización, que también tiene el visto bueno de los opositores Aécio Neves (Brasil) y Lacalle Pou (Uruguay)?
-Creo que las viejas "flexibilizaciones", típicas de lo que Rafael Correa ha llamado en Ecuador "la larga y triste noche neoliberal", serán claramente a la orden del día en el caso de cualquier triunfo de la derecha en los diferentes países de América Latina. No solo afectaría al Mercosur. Habría flexibilización laboral, comercial, y en general flexibilización de los derechos comprendidos en los marcos legales republicanos que hemos erigido en esto años y que han buscado mayor igualdad entre los seres humanos de nuestro continente, que vale recalcar y para vergüenza de todos, sigue siendo el continente más desigual del planeta. Por lo demás, no me sorprende que hayan concordancias ideológicas entre estos tres políticos: Neves, en Brasil, acaba de anunciar su apoyo a la candidatura de Macri, y conocemos los postulados políticos de Lacalle Pou en Uruguay...
-¿Buscará la derecha continental que un hipotético triunfo de Macri sea la punta de lanza para una "restauración conservadora" en la región?
-No me cabe la menor duda. De hecho, Macri ya ha influenciado varios proyectos de derecha en diferentes partes de América Latina, incluyendo en Ecuador. Lo que llamamos nosotros aquí la derecha "light", "buena onda", descafeinada, supuestamente desideologizada, pero evidentemente más ideológica que nunca, se ha nutrido del estilo del PRO y de Macri. Es evidente que un hipotético triunfo podría abonar e inspirar a las diferentes derechas criollas de nuestro continente. En Ecuador también estamos muy pendientes de este proceso electoral, por la importancia global que revierte - y lo que significa para nosotros - la nación argentina y por esa inspiración que ha sido el kirchnerismo durante estos años. Confiamos por ende en el triunfo inequívoco del Frente para la Victoria, y tenemos mucha fe en la victoria de la dupla Scioli-Zannini el próximo 22 de noviembre.
-¿Qué impacto podría tener la elección de Argentina en los próximos comicios de Venezuela el 6 de diciembre para la renovación de la Asamblea Nacional, y en Bolivia, el 21 de febrero, por la repostulación de Evo Morales, en caso de que Macri acceda a la Casa Rosada?
-Creo que cada proceso tiene dinámicas internas que no debemos subestimar, pero es evidente que en nuestra unión está la fuerza. Y creo que los pueblos lo saben. Me atrevo a pensar que gran parte de nuestro envalentonamiento histórico en la última década - y algo más, en algunos países - tiene que ver con esta suerte de conciencia colectiva de que el despertar es general y que ahora es el momento para atreverse a plantear otro mundo y disputar otra correlación de fuerzas. Cualquier fortalecimiento o debilitamiento de esta correlación tiene necesariamente un impacto sobre el proceso continental -y mundial- de emancipación de los pueblos. Dicho esto, hay que recalcar que la ola progresista está muy expandida en nuestra región. Existen cerca de 10 gobiernos de tinte progresista, de izquierda o revolucionario en América Latina, algo que ni nuestros sueños más locos habrían podido conjeturar hace 15 o 20 años. Por lo que incluso si se llegase a dar algún revés en algún país latinoamericano, no sería el fin de nuestra ola rebelde.