“Necesitamos que nos miren un poco más, que se le dé un poco …


NICOLAS MEMBRIANI

A los 26 años el rojense es un consagrado payador – Recordó sus primeros contactos con la danza y la guitarra hasta esta actualidad donde se destaca todos los escenarios donde actúa – ““Tenemos el don de la palabra y nosotros el don de improvisar, y entonces tenemos maneras de lograr que se entienda, necesitamos que nos miren un poco más, que se le dé un poco más de bolilla a lo nuestro y lograrlo”

 

 

Dueño de un talento innato que lo ha transformado en uno de los más destacados de su rubro en el país, Nicolás Membriani se ha transformado en un embajador de la cultura rojense, llevando sus versos a distintos escenarios de la Argentina donde expone, fin de semana tras fin de semana, el arte de payar.

Desde niño fue cultivando su amor por lo nuestro, por el baile y la música nativa, descubriendo con el correr de los años y casi sin darse cuenta su gran vocación, que le ha merecido actuar en Jesús María, la meca de la jineteada, y el reconocimiento de sus pares y de consagrados artistas como el recordado Argentino Luna.

En un extenso mano a mano con EL NUEVO, Nico contó la historia de su relación con la música campera, esa que comenzó cuando era niño y con la cual ha generado un vínculo inquebrantable.

Estos fueron sus conceptos:

 

POR QUE ES PAYADOR

 

“Pienso y es pregunta que me la hacen muchos, si lo había soñado también. Soy un eterno convencido que payador se nace y no se hace. Se nace con la virtud, porque creo que poder improvisar es una virtud como otra que cualquier ser humano puede tener y que a veces se llega a descubrir y a veces no, pero es innegable que hay que cultivarla y ahí es donde uno se hace payador. En el camino, en el andar, en el aprendizaje diario se logra cultivar esa virtud que lo ayuda a sentirse más seguro”.

 

SU PRIMER CONTACTO CON LO NUESTRO

 

“Me acuerdo de hechos que me marcaron, como el día en que empecé a bailar folclore, que fue el primer contacto con las cosas nuestras”, comienza relatando Nico, quien recuerda que “tenía 5 años y nunca se me borró, es algo que me quedó totalmente patente, un 25 de Mayo que fuimos a la plaza, se hizo el desfile y el acto, ya era una asombro ver la gente de a caballo, los gauchos, bailó el ballet del pueblo, Maikan Sumaj, y dentro del ballet actuaron los chiquitos”.

De aquella ocasión rememora que “seguramente mi cara habrá demostrado que tenía interés en eso, mi mamá me preguntó si quería aprender a bailar folclore y respondí que sí, sin tener idea. A los pocos días fuimos a lo de Graciela (Gallo) a anotarme para aprender a bailar, en ese momento ella tenía el estudio en la casa de sus padres, arriba de la Zapatería Carlitos, me anoté y empecé a bailar”.

Cuenta Membriani que “me gustaba pero no sabía por qué, ver la ropa de gaucho, en la esquina de casa vivía el Negro Alvarez, Carlota era su madre, él andaba siempre vestido de gaucho, aunque mi bisabuelo Nino siempre usó bombacha y pañuelo al cuello y tocaba la guitarra, pero después del primer acto en el Centro Cultural, bailamos el gato y la chacarera, me gustó andar vestido de paisano, me llamó la atención y Nino me dio la guitarra, que ya había pasado por las manos de mamá, quien había ido a aprender a lo de Calomina, y la guitarra vino a mis manos”.

 “Nino tocaba algo, muy poquito, me acuerdo y me hubiera gustado haber podido grabarlo, en la cocina de la casa frente a lo Stola lo escuchaba marcar algunos tonos”

“Me llamó la atención pero no del todo la guitarra, seguí bailando folclore y no me voy a olvidar, cuando tenía 9 ó 10 años, que llega a la academia Daniel Casanovas, eso marcó para mí un montón de cosas porque en ese momento la enseñanza estaba a cargo de Graciela y de Aldana, que llegara un profesor varón hizo que todos los varones tuviéramos apego a él, que tocaba la guitarra, ahí me llamó la atención”.

 

JURELA, SUS TIOS Y EL PRIMER CABALLO

 

“Aparte del Negro Alvarez, una cuadra más acá, vivía Julio Jurela, un enamorado de los carruajes, restauró una jardinera, una volanta, había conseguido un sulky de rayos de madera, y me acuerdo, Nahuel, su nieto, era más chiquito que yo, Julio le había comprado una petisa y le había fabricado un sulky”.

“Nahuel era chico y por ahí no tenía tanto interés, mi sueño era tener un caballo, yo iba al campo de los tíos, los Boveri, donde aprendí a andar a caballo, mis vacaciones eran con la tía Marta y el tío Ricardo porque los chicos iban a trabajar al sur en la cosecha y yo era el nene de la casa”.

“Pasaba mis veranos en el campo y eso para mí era extraordinario, y la petisa de Nahuel fue mi primer caballo”.

 

EL CENTRO TRADICIONALISTA “LA HORQUETA” Y SU RELACION CON ALBERTO MANGIARELI

 

“El apego con Julio y el Negro Alvarez hicieron que empezara a concurrir el Centro Tradicionalista Fortín La Horqueta, donde estaba de presidente Alberto Mangiarelli y de vicepresidente Alejandro Barelli.

“Con Alberto, como digo yo, fue amor a primera vista, es una realidad hasta el día de hoy, me reta, pueden pasar tres o cuatro horas sin hablarnos pero nunca un día, nació una amistad que pasó a ser una relación de padre e hijo”.

 

EN LA PETISA HASTA LA SOCIEDAD RURAL

 

“Recuerdo que me iba en la petisa, por detrás de Cargill, la chacra de Carrizo, por lo de Oscar Ojeda, iba a la escuela primaria, a la ENSNA, almorzaba en casa, tenía que hacer a la tarea y a los dos y media salía para la Rural, pasaba la tarde con Alberto y a las seis y media tenía que estar en casa”.

“Ahí vino la vinculación con los gauchos, con los asados, los escuchaba decir versos, Alberto me daba libros de versos que aprendía sin saber lo que estaba aprendiendo, leía cosas de Rafael Obligado, un verso que se llamaba Juancho el desertor que era de Martín Castro, un gran payador argentino, El Poncho no aparece de Argentino Luna, El Malevo de Rodríguez Castillo, aprendía eso y a la vez me incitaban a aprender a tocar la guitarra”.

 

LA GUITARRA Y SU PRIMERA ACTUACION

 

“Empecé a llevar la guitarra a la academia para aprender después de danza, lo que hizo que quisiera aprender para acompañar esos versos que estaba aprendiendo y entonces Daniel, sin ser muy de la materia, me enseñó a acompañarme en milongas, en recitados y canté siempre la música surera, la música de la región pampeana”.

“Uno de los primeros escenarios virtuales donde estuve, fraseando alguna chacarera y alguna zamba ahí nomás, fue en Sencillito y de alpagartas, canté en el programa radial de Juan Carlos Boscoscuro, y me acuerdo que en esa mañana estaba el señor Suárez, que organizaba una peña en el Círculo Policial y me invitaron, ahí fue el primer escenario donde canté, a los 12 ó 13 años.

“Resulta que el que me dio una mano en el escenario fue un amigo de la infancia, con quien no perdí mi amistad sino que nos hemos distanciado porque agarramos por caminos distintos, con quien fuimos al Jardín de Infantes y a la escuela primaria, que fue Cristian Ventura, el hijo de Beto, que me ayudó con Cacho Carrizo, Carlos Biscayart, que me dieron un espaldarazo”.

“Fue la primer peña en el Círculo Policial y de ahí arrancó la cuestión”.

 

EL PROGRAMA DE RADIO

 

“En el mismo grupo de mis amigos viejos, de Alberto, del Flaco Jurela, el hermano de Julio, Jorge Castro y muchos que no quiero nombrar porque de alguno me voy a olvidar, estaba Alejandro Barelli, que tuvo siempre esa idea de hacer un programa radial que tuviera que ver con payadores, con música campera”.

“Me pregunta en una de las reuniones si sabía manejar una computadora porque quería hacer un programa radial, empezamos conmigo manejando la consola, en FM Espacio, en Radio Rojas, estuve en varias radios y considero que eso de probar, primero manejando la consola y después hablando, me sirvió muchísimo estar con un público que no veía pero con el que hablaba”.

 

VIENDO JESUS MARIA CON LA ABUELA

 

“En esa época, mientras hacíamos el programa, cantaba en algunas peñas, había aprendido recitados, pero lo raro de la historia es que nunca nadie me dijo que tenía que ser payador, no me perdía Jesús María, mamá y el abuelo se acostaban temprano y yo me quedada con la abuela a ver hasta que cortaban la transmisión, y estoy convencido que escuchar a los payadores de Jesús María, en ese momento Gustavo Guichón, Manuel Rosa, Carlos Gómez, algo despertaron en mí y ese verano en el campo practicaba, buscar improvisar, encontré que algo me salía y en los asados del Fortín La Horqueta improvisaba con los nombres de los amigos, como una prueba”.

“Fue raro para la rueda porque hasta ese entonces era el cantorcito que los cansaba porque sabía uno o dos temas, pero cuando empecé a improvisar llamaba la atención, incorporaba los nombres y era algo raro”.

 

LAS PRIMERAS JINETEADAS

 

“Se hizo una jineteada y vinieron dos payadores, me pasé la tarde escuchándolos, eran Miguel Julián, un payador entrerriano, y Luis Lorenzo González, un payador uruguayo que fue uno de los que vino a la Fiesta del Payador de este año”.

“Me sirvió mucho y Alberto me invitaba a ir a las jineteadas en la zona, en Carmen de Areco, Salto, Colón, le pedían permiso al abuelo diciéndole  que me iban a traer temprano, escuchaba a los payadores y ahí me empezó a llamar la atención, empecé a buscar la métrica en los versos que cantaba, encontré la décima, la sextilla en el Martín Fierro, las cuartetas, y trataba de improvisar incorporando esa métrica, solo, sin alguien que me enseñe”.

 

ACTUACION EN LA ANGELITA

 

“Lo raro de esto es que a los compañeros que me sirvieron de maestros los conocí en el camino, andando, y me marcó un hecho que siempre digo y que fue cuando vamos para un aniversario de La Angelita, a la casa del turno Osvaldo Muhamad, iba a haber desfile a la tarde, el turco tenía el boliche de bebidas, se hacía un asado al mediodía, llevo la guitarra y canto e improviso, entonces el turco me dijo que a la tarde había artistas en la plaza y que me iba a llevar.

“Tenía 14 años, canté e improvisé y era tanta la alegría que nos quedamos en el boliche, el turco hacía en septiembre una jineteada y lo primero que dijo Alberto era que había que pedirle permiso al abuelo, todo resultó bien, fue en el 2004, aparecí en los afiches como payador y fue la primera vez en un escenario de una jineteada”.

“Por eso siempre digo que mi payador apareció en la jineteada, floreando jinetes”.

 

LA PRIMERA VEZ EN JESUS MARIA

 

“Animaba la jineteada el Pampa D´Amico, de Casilda, y fue algo que me quedó marcado para siempre, estaban apadrinando los hermanos Gnazzo, Mariano y el Gringo, que hacen una jineteada todos los 1º de año en Juan Bautista Alberdi y al verme con Alberto, le preguntaron si era su hijo, con la intención de llevarme”.

“Después de La Angelita pasaron actuaciones como una carrera de sortijas en Ascensión, donde floreé con Lalo Arce, y llegó ese 1º de enero de 2005, Mariano Gnazzo estaba clasificado a Jesús María por Santiago del Estero, hacía la jineteada y era una especie de despedida para él”.

“Me fue muy bien, fue muy lindo, tenía 15 años y cuando bajé del escenario escuché al Gringo Gnazzo preguntándole a Alberto si iban a Jesús María, y que tenía con quien hablar para que me dieran lugar, yo escuchaba la charla pero sabiendo que estaba muy lejos”.

“En la familia el comentario ocasionó unos disturbios pero conseguí el permiso y llegamos al quinto día del festival y me acuerdo que lo ví a Gnazzo, no me aminé a saludarlo pero al otro día fue, habló con Juan Germán, que era uno de los animadores del festival, esa noche estaba tocando Soledad, Juan Germán me dijo que al otro día a las seis de la tarde tenía que estar en el escenario y ahí empezó la historia”.

 

UN SUEÑO CUMPLIDO

 

“Fue el comienzo, no me olvidaré jamás que de ver Jesús María en la tele con la abuela a estar ahí nomás”.

“Fue una sucesión de hechos que se dieron muy cerca y que hacen que por ahí el camino se haga más sinuoso por no saber manejar la situación”.

 

LUCHAR CON TODO PARA LLEGAR

 

“Ese año de Jesús María fue extraordinario, me acuerdo de lo que lloré ese día y me gana la emoción porque después que estuve en el escenario, no había nadie y llegaron después de mí todos los que ocupaban el lugar que estaba ocupando yo, empezaron un montón de cosas que de ratos me hicieron llorar y en otros reír porque era una carga muy importante, se abrieron las puertas para ir al otro año, era muy chico en esa época”.

“Hice cosas, aguanté, llorando por dentro, las dejé pasar y volví porque era chico, ya que si me pasa hoy en día charlo con compañeros que estuvieron en esa situación, de poder estar un ratito en el escenario y que los sacaran por un mal manejo, y no volvieron nunca más”

“A mí me echaron y me hicieron un montón de cosas pero volví porque era chico, por eso de la edad e insistir”.

“Aún con todo lo que pasó, en 2010  cuando se dio que me vieron, fui a prueba porque la comisión me tenía en cuenta y podía estar por la tele una, dos o todas las noches”.

“Llegué, la primera noche no estuve, la segunda un ratito y en las otras noches estuve todas, fueron ocho, el último día me hacen saber que era consagración del festival”.

 

SU RELACION CON ARGENTINO LUNA

 

“Con el Negro Luna tenía una relación, una vez me trajo en el auto porque su señora era de Salto.

“Ese año el viajaba a Jesús María y él me invitó a actuar con él al escenario mayor, la comisión me había elegido como Consagración, me preguntó dónde iba el fin de semana que seguía, yo viernes y sábado iba a Santa María, Catamarca, el me invita a ir a Cosquín el domingo, había ido con Sebastián y Carlitos Rodríguez y no podía volver a Rojas a contarle todo a mi familia y mis amigos.

“Viajé todo el sábado por los Valles Calchaquíes con Carlitos Rodríguez porque Sebastián tenía que volver para irse a estudiar, al Negro Luna lo esperé en el escenario y lo conocí arriba, fue algo muy lindo y al otro día me enteré que el Negro se hablaba con mamá, estaba Eduardo Forese en la Dirección de Cultura, Alberto juntó a sus amigos y me esperaron en la rotonda, el Negro Luna venía a Salto y cuando salimos de Cosquín, al otro día a la mañana lo llamo y me dijo que salía antes, que nos íbamos a hablar en el camino, mamá me había dicho que iban a hacer un asado pero cuando estaba llegando a Rojas algo me di cuenta porque el Negro me dijo que me estaba esperando  con mi gente, paramos en Colón, venía con nosotros Gustavo Pérez, que fue promotor de un montón de cosas y Rodríguez me dijo que  me cambiara, que no llegara deshecho y cuando llegamos a la rotonda fue algo muy fuerte, extraordinaria, estaba mi caballo ensillado, entrar a Rojas con el Negro Luna fue algo iolvidable”.

¿Imaginaba todo esto?

No, para nada. Escuchar los cassetes, todo lo que me pasó con el Negro Luna y todo lo que me faltó vivir con él.

¿Estabas con él cuando lo internaron y a los pocos días falleció?

Estaba conmigo, fue algo muy fuerte, no digo estas cosas porque a veces puedo no ser creíble, estábamos en Puerto Deseado y la última imagen que tengo de él, siendo que lo vi por primera vez en un cassete, soñé un camino parecido, canté con él en el escenario Atahualpa Yupanqui, ver esa última imagen, con un montón de aparatos, entubado es algo que me quedó muy grabado adentro”.

 

SER PAYADOR HOY

 

“Con esto de que era el Día del Payador, me da para pensar en un montón de cosas porque innegablemente la frase de Atahualpa Yupanqui es acertada como todo lo que dijo al maestro: La tierra señala a sus elegidos no para su vanidad sino para sus sacrificios.

“Y es cierto porque más allá de que esté el nombre de Nicolás Membriani, soy un convencido que está el arte por delante, este camino de los payadores lo transitaron personas que no sabían leer ni escribir, que el canto del payador viene de épocas remotas, antes de las escrituras estuvo la poesía oral y uno debe tener conciencia que antes de nosotros estuvieron personas que anduvieron este camino, sembrando y luchando por la causa en épocas muy difíciles, en épocas de dictaduras, de gobiernos complicados, de andar a dedo, en terminales donde pasaba un colectivo por día, donde no había una estación de servicio que tuviera agua caliente para bañarse y llegar aseado a un espectáculo, épocas donde no había celular para llamar a un amigo que hoy nos va a buscar, nos lleva a su casa y nos da de comer.

“Nosotros vivimos una época bastante linda, en una computadora encontramos conocimientos del pueblo donde vamos a ir, llegamos informados, en cualquier biblioteca pública podemos sacar un libro, cosas que nos facilitan a comprometernos más con el arte”.

“Esa es la idea, luchar por el payador artista, que suba a un escenario y esté a la altura de un público campero, un público de ciudad, tener las armas necesarias para cautivar a la juventud, que no puede querer lo que no conoce, y esa es la realidad de lo nos está pasando con lo tradicionalista”

“Luchar por eso, no que sea nuestro nombre el que vaya adelante sino que el arte logre eso”.

“Lo dice Lázaro en un montón de lados, que el Estado está en deuda con la cultura nacional, y es cierto, pero tenemos que buscar las armas para poder demostrarlo y que se entienda”.

“Tenemos el don de la palabra y nosotros el don de improvisar, y entonces tenemos maneras de lograr que se entienda, necesitamos que nos miren un poco más, que se le dé un poco más de bolilla a lo nuestro y lograrlo”

“Es una lucha complicada, ardua, pero se puede lograr, y cuando estamos lejos del pago y de la familia, con una valija y una guitarra, hay muchas cosas que nos fortalecen o nos debilitan pero que nos hacen saber que la lucha no fue en vano”.

 

 

 

 

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El reparto de vino y las paradas en los boliches

 

Entre las cosas que hizo para ganarse la vida en su juventud, Nicolás recordó especialmente que “repartí vino, hacía la vuelta por los boliches de copas, estaba el Cholo Ulasia, Chiquito, Liliana Torres, el Bar El Líder, donde tenía que ir a la tarde porque me encontraba con amigos”.

Cuenta Nico lo siguiente:

“Una de las paradas que hacía casi al mediodía era Lalo Zúcaro, los otros eran el Cholo, Chiquito, la Lili, Balín, Ulasia. En lo de Lalo Zúcaro encontraba todos los días a Antonio Ojeda, capataz de la feria, lo escuchaba hablar de un montón de cosas.

“Una mañana Lalo me regaló un cuchillo marca Esquiltuna que hasta el día de hoy tengo en la cintura”, destaca.

 

 

 

 

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El CEPT y la Juventud de Agricultores

 

También le da un lugar especial al hecho de haber estudiado en el Centro Educativo para la Producción Total, reconociendo que “Hunter tuvo muchísimo que ver porque siempre en casa tuvo prioridad el estudio, iba una semana y después tenía dos semanas para hacer los deberes y salir a las jineteadas los fines de semana, como algunos lunes no tenía clases me servía un montón”.

“Con la Juventud de Agricultores tuve un montón de viajes” rememora Nico, quien cuenta otra experiencia imborrable:

“En Villa Giardino canté para un montón de jóvenes, un domingo tenía una jineteada en San Antonio de Areco, de Villa Giardino me tomé un colectivo a Córdoba Capital, la terminal era tan grande y tenía que buscar un colectivo para llegar hasta acá, en el horario que llegué no había directo y tomé un colectivo a Río Cuarto, me arrimé un poco más, tenía un celular ladrillo y en la funda guardaba la agenda, una libretita hecha con pedacitos de papel,  y lo llamaba a Alberto y algo mamá sabía por arriba, los abuelos no, de Río Cuarto pude encontrar un colectivo que me trajo a Pergamino a la noche, Alberto me fue a buscar y llegué justito para animar el desfile nocturno en San Antonio de Areco”.

 

 

 

 

FRASES

 

 

“Con esto de que era el Día del Payador, me da para pensar en un montón de cosas porque innegablemente la frase de Atahualpa Yupanqui es acertada como todo lo que dijo al maestro: La tierra señala a sus elegidos no para su vanidad sino para sus sacrificios”.

 

 

“Pasaba mis veranos en el campo y eso para mí era extraordinario, y la petisa de Nahuel (Jurela) fue mi primer caballo”.

 

 

“Con Alberto (Mangiarelli) fue amor a primera vista, me reta, pueden pasar tres o cuatro horas sin hablarnos pero nunca un día, nació una amistad que pasó a ser una relación de padre e hijo”.

 

 

“A mí (de Jesús María) me echaron y me hicieron un montón de cosas pero volví porque era chico, por eso de la edad e insistir”.

 

 

 

“Nosotros vivimos una época bastante linda, en una computadora encontramos conocimientos del pueblo donde vamos a ir, llegamos informados, en cualquier biblioteca pública podemos sacar un libro, cosas que nos facilitan a comprometernos más con el arte”.

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