Asunción. “Tenemos que trabajar con Paraguay en fijar posiciones y, eventualmente, una vez fijadas..., elaborar sobre las diferencias. Estamos convencidos de que va a haber una forma de poder destrabar aquellas diferencias que existan”, declaraba ante la prensa el último fin de semana la ministra de Relaciones Exteriores de Argentina, Susana Malcorra, al concluir la reunión que mantuvo en Buenos Aires con su colega paraguayo, Eladio Loizaga.
Según la nueva jefa de la diplomacia del vecino país, ni “las posiciones” sobre uno de los principales problemas del Anexo C del Tratado de Yacyretá, la deuda que imputa su país a la entidad binacional, “fijaron” una posición. El resto del párrafo, como “elaborar sobre las diferencias”, es parte del la jerga diplomática, que aporta muy poco.
Sin embargo, en fuentes locales del Poder Ejecutivo trascendió que “la solución está cerca” y que esta se sustenta sobre una cantidad que oscila entre US$ 4.000 y US$ 5.000 millones, la cuarta parte de la figura con la contabilidad oficial.
Tal vez el anonimato en el que se refugiaron nuestros informantes, lejos del “estilo” diplomático, a veces tan contradictoria y otras cuasi crípticas, como la frase “elaborar sobre las diferencias”, permitió igualmente avistar otras de las aristas posibles del futuro arreglo, que sería el regreso al método que establece el manoseado Anexo C para calcular la tarifa de la energía eléctrica que produce la usina binacional.
En otras palabras, la reunión del 12 de febrero de 2016 en la sede de la Cancillería argentina, el Palacio San Martín solo produjo un nuevo rosario de “compromisos”, con los cuales está empedrado el casi impracticable camino a la pretendida integración paraguayo-argentina.
Un despacho de la agencia española de noticias EFE sobre el encuentro de los cancilleres y sus respectivas comitivas en Buenos Aires prueba, una vez más, que no entienden el problema de la deuda que el Gobierno argentino endilga a la EBY.
“...Pero la gran cuestión a resolver es cómo compensar los millonarios recursos que Argentina invirtió en la construcción de la central, una de las mayores de América”, se lee en uno de los párrafos del despacho en cuestión.
Que la represa hidroeléctrica es una de las más grande de América, nadie discute, al menos en extensión; pero al sostener que nuestros socios en el proyecto no se compensaron como acreedores –mejor “aportantes”, porque así lo consagra al Art. IX del Tratado de Yacyretá– solo se desnuda un profundo desconocimiento de la realidad del ente binacional.
“...Aunque al momento de la construcción se acordó que las obras debían ser solventadas a partes iguales por ambos países, en la práctica Argentina corrió con la mayor parte de la inversión”, agrega la agencia española.
Este párrafo reflota el debate sostenido por nuestro país con la dictadura brasileña y sus cómplices paraguayos, que en Itaipú Brasil puso el dinero y Paraguay solo el agua.
EFE, con el pretendido background de su material informativo, sostiene que en Yacyretá Argentina puso el dinero y Paraguay apenas el agua.
No insistiremos sobre los criterios políticos y militares vigentes en 1973, año en que se firmó el Tratado; por ejemplo las rencillas argentino-brasileñas por la hegemonía regional. En efecto, Yacyretá, en primer lugar, fue la respuesta rioplatense a la movida brasileña que se llamó Itaipú sobre el tablero geopolítico regional.
Sí enfatizaremos que el agua –y qué extraordinaria cantidad en Yacyretá, casi el 90% del territorio que inunda su embalse es paraguayo– es el único factor insustituible en una obra de esta naturaleza. Si la misma es factible, la financiación viene por añadidura.
Debe destacarse también que “la inversión” fue recuperada con creces.
De acuerdo con la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (1969), la finalidad o propósito del de Yacyretá es la división de su energía en partes iguales, que nunca fue respetada.
Los registros de la EBY revelan que en 20 años de producción (1994-2014), a pesar de esa finalidad, Argentina aprovechó el 94% de toda la energía y nuestro país el 6% restante.
Miguel F. Rodríguez, exdirector paraguayo de la EBY, en un debate que se llevó a cabo en ABC Cardinal, informaba que la binacional factura anualmente a la firma Emprendimientos Energéticos Binacionales (EBISA) de Argentina Yacyretá por cerca de US$ 1000 millones, pero que “nunca paga”.
Según otra fuente técnica local, la deuda de EBISA por energía con la EBY –no por supuestos préstamos que incluso carecen de documentos respaldatorios– ronda los US$ 8.000 millones. Ante esta suma de datos, la historia de la gran financista pierde toda credibilidad.
EFE remata su reportaje sosteniendo que “ello originó una millonaria deuda para Paraguay”. El redactor no leyó el Tratado, porque si toda la deuda fuese real, la misma sería de la EBY, y también de EBISA.
El 95% de los ingresos provenientes de la venta de la producción eléctrica de Yacyretá “jamás ingresó a la entidad para su administración binacional. Fueron manejados unilateralmente por el Gobierno argentino a través de la Secretaría de Hacienda, revelaba el ingeniero Orlando Valdés, presidente de la Asociación de Ingenieros del Sector Eléctrico Paraguayo (Aisep), con extensa trayectoria tanto en Itaipú como en Yacyretá.
Asimismo, reiteraba la necesidad de “transparentar lo que sucedió y está sucediendo dentro de Yacyretá, porque la realidad de su manejo financiero está “totalmente entregado a los argentinos”.