Kirchner y Macri: los dos apellidos que marcaron la política …

Con casi 13 millones de votos, la fórmula de la alianza Cambiemos integrada por Macri y Gabriela Michetti se impuso en la segunda vuelta electoral con el 51,34 por ciento de los sufragios, 680.000 más que el binomio Scioli-Zannini del Frente para la Victoria (48,66%).

De este modo, Macri se convirtió en el primer presidente argentino elegido por el voto universal en elecciones democráticas que no proviene del peronismo ni de la Unión Cívica Radical, representando a un partido nuevo, el PRO, en el frente que incluyó también a la UCR y a la Coalición Cívica.

Surgido del ámbito empresarial y tras una exitosa gestión como presidente del club Boca Juniors, Macri ya había puesto el acento en construir una fuerza propia en 2003 cuando decidió saltar a la política y fundó Compromiso con el Cambio, el antecedente de PRO, para competir por la jefatura de Gobierno porteña.

Aquellas elecciones en la Ciudad se desarrollaron a menos de tres meses de la asunción de Néstor Kirchner, quien desde un peronismo dividido llegó a la presidencia y comenzó a edificar un proyecto político con eje en el justicialismo pero que convocó a distintos sectores del arco nacional y popular, con guiños a la centroizquierda, y amplio apoyo social por sus medidas reparatorias tras la salida de la convertibilidad.

Pese a la derrota ante Aníbal Ibarra (a quien Kirchner apoyó) en la segunda vuelta en aquel setiembre de 2003, Macri sostuvo el perfil de una fuerza moderna y alejada de los partidos tradicionales, que lo convertiría primero en diputado nacional (2005) y luego dos veces en jefe de gobierno porteño (2007 y 2011).

Crítico de las políticas kirchneristas, Macri profundizó ese perfil a partir de 2007, cuando asumió como alcalde porteño a la vez que Cristina se instaló en el sillón de Rivadavia y el oficialismo nacional de entonces lo eligió como el principal contendiente de una oposición dispersa.

Tras un primer período de gobierno en el que ambos sectores se impugnaban mutuamente tanto en términos políticos como ideológicos (Kirchner decía "Mauricio es Macri" usando el apellido como baldón; el líder de PRO llegó a hablar de "tirar a Kirchner del tren"), el respaldo popular de las reelecciones de Cristina y del propio Macri en 2011 propiciaron el reconocimiento mutuo y consolidaron la polarización.

Con la ex presidenta impedida de competir por un nuevo mandato y tras la victoria de Sergio Massa en los comicios legislativos de 2013 liderando un espacio de justicialistas disidentes, Macri encabezó un paciente tejido de alianzas para aglutinar al electorado no peronista a nivel nacional en torno de su postulación presidencial, que tendría su punto culminante en marzo de este año, cuando la convención nacional del radicalismo aprobó el frente con el PRO.

A partir de allí, Macri moldeó una campaña cuyas propuestas, gestualidad y contenidos lo posicionaron en las antípodas del kirchnerismo, a pesar de algunas vacilaciones en torno a su postura sobre la estatización de YPF, de Aerolíneas y otras políticas emblemáticas del FpV.

En ese camino, resistió presiones mediáticas y políticas para conformar un frente opositor único en contra de la fórmula oficialista que encabezó Daniel Scioli, convencido de su estrategia de apostar a un "cambio" de figuras y a fortalecer candidatos "puros", al punto de llevar como candidatas a vice y a gobernadora bonaerense a las dos porteñas que lo secundaron en el gobierno de la Ciudad: Michetti y María Eugenia Vidal.

Los excelentes resultados en el centro del país (en especial Córdoba, Ciudad y provincia de Buenos Aires) le permitieron a Macri convertirse en el presidente de los argentinos hasta 2019 y poner en marcha la alternancia en el poder reclamada por distintos sectores.

El frustrado traspaso de mando entre Cristina y el nuevo presidente reforzó por la negativa la centralidad de ambos dirigentes en el escenario político argentino de cara a los años venideros.
Separados al nacer luego del "que se vayan todos" que en 2001 vapuleó a los partidos tradicionales, el macrismo y el kirchnerismo parecen no haber agotado aun sus disputas, a días del 2016 y a 12 años y medio de que Néstor Kirchner en su discurso inaugural del 25 de mayo de 2003 afirmara, profético hasta la paradoja, "cambio, es el nombre del futuro".

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