Isol mira el otro lado para ilustrar

Tiene un tono suave y pausado, como si reflexionara. Y eso es lo que hace a la hora de escribir e ilustrar sus propias historias. Isol, que es la argentina Marisol Misenta, escapa de las certezas, no le gusta lo previsible y quiere mirar una situación de diversas maneras. Crea para niños.

Acaba de ganar el mayor premio mundial a la literatura infantil, el Memorial Astrid Lingrend y "todavía no me lo puede creer", dice en una entrevista a través de Skype. Está disfónica de tanto hablar de este reconocimiento, en el que compitió con otros 207 ilustradores de 67 países.

"Con un humor liberador y ligereza también trata los aspectos más oscuros de la existencia", expresó el jurado sobre su trabajo.

¿Cómo salirse de los estereotipos cuando se escribe para niños?
"A mí esos libros no me interesan. Yo hago libros como los que a mí me interesan. Pienso en el lector como alguien que se puede parecer a mí y con alguien que podría compartir esa lectura, entonces pienso en divertirlo, sorprenderlo.

Yo tengo empatía con los personajes y con las historias que me interesan a mí personalmente. No podría ir hacia algo que sintiera que es pobre o que es previsible".

¿Cuando habla de empatía, escribe desde el lugar de los niños?
"Cuando hago un cuento, lo que sucede es que son personajes, no es un niño real. Es un personaje que tiene características de un tipo, quizás, de niño que yo imagino o construyo. Es un personaje que me parece muy divertido, que se pregunta por las cosas, que puede exagerar, demandar y que quiere encontrar respuestas a través de su propia experiencia y no se queda con lo primero que le dicen".

¿Esa descripción bien se podría parecer a lo que es usted: curiosa, buscando respuestas...?
"Nadie debería perder ese espíritu. Uno cuando es un niño empieza a recolectar todas las herramientas que le van a servir para subsistir. No habría de perder estas herramientas como la curiosidad, las ganas de aprender cosas nuevas.

Me parece que un niño tiene menos preconceptos, está mirando el mundo de una manera en la que realmente está viendo, después de tantas capas de cosas ya pensadas y justamente esa es la mirada creativa que yo comparto. Para crear algo hay que estar fresco, suelto y sin miedo a probar cosas, a pensar ridiculeces, a jugarse sin un peso solemne sobre las cosas".

Eres autora e ilustradora a la vez, ¿esto es una fortuna?
"Sí, es muy diferente un libro pensado por un ilustrador que por un escritor. Cuando uno ilustra un texto de otra persona tiene que inventar otro texto visual para que no redunde, para que no sea realmente ilustrativo de algo que uno ya leyó. A mí siempre me gusta que haya un contrapunto entre estos dos lenguajes y en mis libros se da eso. A veces el texto niega lo que dice el dibujo, se juega mucho con eso y es una riqueza que tiene este formato".

Se siente que has pensado y elaborado mucho sobre el propio trabajo...
"Sí, parte mi amor por lo que hago surge de que me gustan mucho los libros ilustrados, así como los cómic y las películas, todo lo que narra en varias imágenes y con textos, y justamente del conocimiento viene el disfrute. Poder darme cuenta cómo esas herramientas se pueden usar para potenciar más la narración, hay mucho de investigar las maneras en que esa idea primera se puede refinar hasta comprobar que funciona como lectora y espectadora.

Sí, al tener que hablar del tema me doy cuenta de cuáles son sus reglas. Cuando comencé estaba haciendo lo mismo, pero quizás no tenía claro qué estaba haciendo, ahora puedo explicarlo mejor".

¿Piensas evolucionarlo al mundo digital?
"El objeto libro me gusta mucho y por ahora me apasiona el papel, la tinta, disfruto que sea mudo y poder darle el ritmo que yo quiero. Espero seguirlo haciendo, aunque tal vez aparezca una herramienta que me entusiasme y que me haga decir: ¡ah se me ocurrió algo para ser digital…".

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