Dónde están los dólares que ganó la Argentina

La Argentina contó durante más de una década de extraordinarios ingresos de divisas del comercio exterior, del orden de los US$150.000 millones. A pesar de esos superávits récord, el Banco Central casi no cuenta con reservas propias, carga con una deuda en Lebac y Nobac por el equivalente a más de US$30.000 millones y un activo en un 90% plagado de papeles del Estado Nacional que debe refinanciar en forma permanente porque no puede pagarlos.

Una gran parte de esos excedentes sirvieron para pagar la cuenta deficitaria de servicios e intereses de la deuda. También para cancelar los vencimientos de capital del FMI, de organismos internacionales y acreedores privados por la friolera de US$65.000 millones. Y casi US$100.000 millones fueron a parar al colchón, a cajas de seguridad o al exterior.

En tanto, la deuda pública supera los US$250.000 millones, el doble de los US$126.000 millones que se registró luego del canje de 2005. Algunos analistas ponderan que el 60% de esa deuda esté contraída con el Banco Central, ANSeS y otros organismos públicos porque facilita su refinanciamiento, aunque admiten que el costo no es menor porque el Banco Central quedó descapitalizado. Para capitalizarlo recomiendan volver a colocar deuda, lo cual contradice el discurso del “desendeudamiento”.

Según cifras oficiales, los argentinos ya acumulan fuera del sistema poco más de US$200.000 millones. Desde la crisis de 2001, cuando sumaban US$81.875 millones, esos activos de argentinos aumentaron en la friolera de US$120.000 millones.

El mayor atesoramiento de divisas fuera del sistema – del orden de los US$70.000 millones– se produjo entre 2008 y 2011. Luego, el Gobierno impuso el cepo con lo que aminoró el drenaje pero también el ingreso de fondos frescos, aumentando el costo financiero, agravado por la caída de los precios internacionales que fueron achicando el superávit comercial.

Si bien luego de la crisis de 2001/02 y la devaluación del peso hubo una desaceleración de la fuga de divisas, y con el dólar “planchado” hasta se registró un atisbo de ingreso de capitales para aprovechar el diferencial de tasas de interés”, a mediados de 2007, con el inicio de la crisis global, se acentuó la “dolarización” de los ahorros, a pesar que bajo el colchón no rinden interés y en plazos fijos en el exterior obtuvieron rendimientos muy bajos por el desplome de la tasa. En 2008, delante de las narices gubernamentales, se fugaron la friolera de US$23.000 millones.

Hubo sucesos, más allá de la “pasión argentina” por los dólares, para explicar este comportamiento. Lo primero que pasó fue la intervención al IPC-INDEC con la consiguiente manipulación del coeficiente de ajuste de los bonos. Luego la crisis con el campo. En 2011, en víspera del cepo se fugaron US$21.500 millones. En 2013 apareció el fuerte déficit fiscal y la pérdida del superávit externo y se agregaron las fuertes restricciones a la compra de moneda extranjera que abrió una brecha cada vez creciente entre el dólar oficial y el paralelo. Este año, la dolarización cobró impulso con la cercanía de las elecciones.

Así las cosas, a pesar de préstamos recibidos, el Banco Central fue perdiendo reservas en forma continua y casi carezca de reservas propias. Los US$27.700 millones de reservas brutas, tienen incorporados el swap con China, encajes y pagos no efectivizados a acreedores del exterior. Sin contar esos rubros, las reservas bordean cero.

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