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BUENOS AIRES.— El festejo de Lionel Messi con los puños cerrados y los brazos en alto hacia una hinchada apasionada luego de su primer gol a Uruguay fue la mejor señal del gigantesco idilio que vive el crack con los argentinos, luego de tantos años de recelos.
El delantero del Barcelona mostró su mejor versión en la goleada por 3-0 en el clásico rioplatense. Tan distinta de la sombra que fue hace poco más de un año cuando Uruguay eliminó a la Argentina por penaltis de la Copa América y la hinchada lo despidió con silbidos y abucheos en Santa Fe.
“¿El mejor partido de la era Messi en la selección albiceleste o el mejor partido de la selección en la era Sabella? Tal vez las dos cosas”, resume el diario deportivo Olé, tras el triunfo que permitió a Argentina mantenerse como único líder de las clasificatorias sudamericanas al Mundial de Brasil 2014.
Lo cierto es que no cambiaron muchos nombres en el once argentino desde aquella derrota en Santa Fe.
Sí cambió el técnico Alejandro Sabella, quien le dio a Messi junto con la cinta de capitán el poder para elegir cómo jugar y con quién rodearse para desplegar su mejor nivel, aquel del Barcelona que con la camiseta argentina parecía antes inalcanzable.