"Ya somos la tercera economía latinoamericana": ministro de …

El País / La fuerte devaluación que registró Argentina hace dos semanas permitió a Colombia ubicarse como la tercera economía latinoamericana, detrás de Brasil y México, un lugar que venía buscando debido a su buen desempeño en los últimos años.

Según el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, ese resultado obedece a factores como una baja inflación, un menor déficit fiscal, un endeudamiento razonable y una solidez en las políticas macroeconómicas.

Entre eventuales riesgos, admite que la crisis venezolana es gran motivo de preocupación, sobre todo por el impacto del contrabando.

El dólar ha recuperado mucho terreno en los últimos días. ¿Qué tan factible es que mantenga esa carrera alcista, pues muchos auguran que no durará mucho? Tener el dólar en $2050 ha sido una buena noticia porque le ha dado una bocanada de aire fresco a muchos sectores productivos del país. Ha tenido un efecto positivo en la industria vallecaucana, y especialmente en el sector azucarero y la agroindustria en general. Todos se benefician de un dólar alto, en especial las empresas exportadoras y los sectores que producen bienes que compiten con los importados. En la medida en que esos sectores se fortalezcan, eso será clave para el país.

¿No es demasiado optimista, teniendo en cuenta las experiencias del pasado, donde la divisa se derrumbó por la crisis internacional y la avalancha de dólares que llegó al país? Personalmente creo que la tendencia del dólar es al alza. Puede que se presente luego un ritmo más moderado debido al simple proceso de normalización de la economía de los Estados Unidos. Eso significa que los capitales van a volver un poco hacia ese país, y se frenará la abundante liquidez que ha generado la Reserva Federal, que ahora comenzó a ser retirada. Todo eso apunta a que se fortalezca el dólar. Es la tendencia que vamos a ver en los próximos años.

Además, para Colombia es una buena noticia que la economía estadounidense repunte, porque es nuestro principal socio comercial, ya que nos podrá comprar más productos, y eso ayudará al empleo. De manera, que no estamos preocupados con la normalización del precio del dólar, porque se nos había olvidado que estuvo a $2050 hace 14 años, e incluso llegó a superar los $2900. No tiene nada extraordinario que regresemos a estos niveles de tasa de cambio, ya que nos da una buena dosis de buenas noticias para la economía.

¿Pero, un dólar caro no es negativo para la economía, y sobre todo una amenaza para la inflación? Todo en economía tiene dos caras. Es importante decir que el lado negativo de la devaluación es que se encarecen los productos importados, y eso genera algo de inflación. Afortunadamente, eso está ocurriendo cuando la inflación está muy baja en Colombia, es decir, en 2 %. Realmente no tenemos preocupaciones en ese frente como si las tiene Brasil, cuyo índice de precios está por encima de su meta. Es algo positivo que se devalúe el peso para que podamos competir más sin que nos genere demasiados problemas. Lógicamente, puede haber empresas que están muy endeudadas en dólares y el alza les puede significar un aumento en el valor de esos créditos. El Gobierno se beneficia enormemente, ya que con la devaluación aumentan las utilidades en pesos de Ecopetrol y hay una ganancia fiscal, aunque perdemos un poco porque se nos encarece la deuda externa. Pero en el agregado total somos ganadores.

¿Hasta qué nivel podría subir el dólar, y convertirse en una preocupación para el Gobierno? Todos los días me hago esa pregunta. Es una pregunta que no tiene una respuesta puntual y concreta. Todo depende del momento en que estemos. Si empezamos a observar presiones inflacionarias, el nivel de tasa de cambio se convierte en un problema, lo mismo que si a las empresas se les vuelve una carga muy pesada. Todavía no estamos ahí, y es difícil saber en qué punto se tocará ese umbral de dolor al llegar a los $2200, $2300 o $2500. Es imposible anticiparlo.

Como están las cosas, ¿es factible un crecimiento de la economía del 6 % para el 2014? No. Sería demasiado optimista. Me sostengo en el pronóstico del 4,7 %, que es razonable, y al cual podemos aspirar, porque hay fuerzas encontradas. Por un lado, tenemos la devaluación -que seguramente le dará un respiro a la industria y el agro- y por el otro lado, arrancamos el año con un tercio de la producción de carbón paralizada, lo mismo que las exportaciones por parte de empresas como la Drummond y CNR.

¿En cuánto cree que terminó el PIB del 2013, pues el impacto económico de los paros agrícolas golpeó a muchos negocios y sectores? Creo que el crecimiento va a estar entre 4,3 % y 4,5 %, y todo dependerá de la cifra final que revelará el Dane sobre el comportamiento del cuarto trimestre, lo cual sabremos en abril. El impacto de los paros no fue significativo, porque ya hubo datos al tercer trimestre, es decir a septiembre, que fue la época en que hubo marchas, y por fortuna en ese momento la economía crecía a tasas cercanas al 4 %. Todo indica que el cuarto trimestre fue muy bueno, porque al comercio y a la industria les fue bien.

¿Existen amenazas para la economía colombiana, ya que todavía hay nubarrones en Europa, crisis en Venezuela y líos en Argentina? No podríamos decir que somos inmunes, o que estamos blindados, pero estamos bien protegidos. Colombia tiene hoy una economía que se destaca entre los países emergentes, porque tenemos baja inflación, menor déficit fiscal, no necesitamos tanta deuda, y contamos con un Producto Interno Bruto, PIB, más sólido que nos permite enfrentar las volatilidades de los mercados internacionales con más solvencia. Por ejemplo, en la semana en que Argentina tuvo complicaciones cambiarias -cuya moneda pasó de 4 pesos a 8 pesos por dólar- también hubo una embestida de los mercados contra las monedas de Turquía, Sudáfrica, e incluso contra el real de Brasil, pero nosotros no tuvimos ese problema.

Al contrario, mientras Argentina era castigada, los mercados nos premiaron con la compra de bonos a 30 años, los cuales colocamos a una tasa de interés muy baja. Fue la emisión más grande hecha por un país de América Latina.

Y se hizo oficial que con la devaluación del peso argentino y la caída de su PIB en dólares, Colombia pasó a quedar como la tercera economía latina en tamaño, después de Brasil y México.

¿Podríamos sufrir un eventual contagio de la crisis venezolana, un vecino que se volvió muy complicado? Tenemos muy buenas relaciones con Venezuela, aunque hay unos riesgos grandes asociados con ese país. Pero hemos logrado una cierta protección o blindaje natural porque nuestro comercio con Venezuela hoy es mucho menor, lo cual no es una buena noticia, pero hace que el impacto macroeconómico sea inferior. Lo que más preocupa es el contrabando y la situación económica de Cúcuta, porque está inundada de productos que vienen ilegalmente desde ese país, lo cual ha afectado al comercio, a la industria y el agro en esa zona del país.

Eso se explica porque las autoridades venezolanas autorizan la compra de productos básicos con un dólar preferencial de 6,30 bolívares, es decir, que llegan baratos. Y cuando alguien aterriza allá con dólares los cambia en el mercado negro a 70 bolívares lo cual incentiva traer de contrabando productos a Colombia como leche en polvo, margarinas, aceites, entre muchos otros. Por eso los cancilleres de ambos países acordaron un plan para ponerle freno a esa situación.

¿Es viable mantener el desempleo en un dígito? Creo que el desempleo se quedó en un dígito. El reto es que algunas ciudades, entre ellas Cali que están por encima de ese rango, mejoren. Cali ha estado bien en la generación de empleo, lo que pasa es que la fuerza laboral crece mucho por el desplazamiento de tantas personas que llegan desde el Pacífico, en búsqueda de oportunidades. Eso ha generado una enorme presión sobre el mercado del trabajo en la ciudad. Por tanto no es un problema de creación de vacantes, sino de una sobreoferta de mano de obra.

El desempleo ha bajado pero la calidad del trabajo no mejora, pues, según el Dane, el 49 % de los colombianos aún está bajo la informalidad laboral Eso es cierto. Y fue uno de los elementos claves que tuvimos en cuenta en la última reforma tributaria. Por eso desmontamos los impuestos a la nómina, por lo que generar hoy un empleo en Colombia es un 13,5 % más barato frente al 2012, lo cual ha aliviado mucho la carga a las empresas y ha llevado a muchas a contratar empleo formal. La reforma permitió el año pasado que el empleo formal creciera el 8% y el empleo informal cayera en 2%.

¿Usted no se siente como mosco en leche, luego de la salida del conservatismo del Gobierno que no avala la candidatura del presidente Santos? Debo decir que me siento completamente a gusto porque hago parte de un Gobierno, de cuyas políticas no puedo distanciarme y por las cuales he trabajado. Siento que he contribuido con parte de lo que ha sido la estrategia de la actual administración.

¿Si el Partido le pide a sus ministros que renuncien, usted lo haría? Amanecerá y veremos. Primero, porque el Partido no lo ha hecho, y segundo sería entrar a especular sobre algo de lo cual no tengo respuesta.

Estoy muy a gusto, y como siempre, la permanencia o retiro de un Gobierno eso es del fuero del Presidente de la República. Él es quien decide en últimas a quién quiere tener a su lado para ayudarle en su tarea de Gobierno. Ahí estaré siempre a disposición del Presidente.

¿Qué tan godo es usted? (Risas). Uno lo lleva en el ADN. Y eso a uno no se lo pueden quitar.

Pero, 'qué tan conservador se siente? Soy muy conservador en cuanto al manejo macroeconómico. Tengo firmes convicciones de que al país lo que más le conviene es mucha ortodoxia y redistribución de la riqueza.

¿Qué tanto afectan estos cambios políticos intempestivos al país? Hay que decir una cosa que es importante, y que creo que los lectores de El País aprecian, y es que la economía no se ha manejado con un criterio político, afortunadamente para los colombianos.

Esto no es un tema partidista porque no hay color o bandera política detrás del manejo de la economía. La economía es más bien de manejo de otro partido político que es el de la tecnocracia, lo cual ha sido muy bueno para el país. No es conveniente meterle a la economía esa dosis política.

Cali y su papel en el Pacífico ¿Por qué la última Cumbre de la Alianza del Pacífico en Cartagena y no en Cali? Somos conscientes de esa reacción, y no podemos sobredimensionar las cosas. Cartagena es una ciudad que ha sido por muchos años como una capital alterna de Colombia donde se realizan la gran mayoría de los encuentros internacionales.

¿Qué viene? Es claro que Cali aspira a tener un papel protagónico respecto a la Alianza del Pacífico, y el Gobierno está dispuesto a dárselo. De hecho, ya lo hizo cuando el año pasado celebró en Cali con mucho éxito la primera cumbre presidencial. Cali y la Alianza del Pacífico son un matrimonio perfecto, donde se conjuga todo para tener ese protagonismo.

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