La argentina Anahí Randazzo reclama la tenencia de sus hijos Tomás y Agustín, fruto de su matrimonio con el empresario chino Liangguan Chen quien la denunció mientras estaban de visita en su país por lo que fue encarcelada y deportada.
A mediados de 2000, Randazzo
comenzó un romance con Liangguan Chen, uno de los dueños del supermercado chino
de su barrio, en Viedma, Río Negro, donde ella trabajaba como repositora. Las
diferencias de idioma y cultura no impidieron la relación.
Se enamoraron y al año siguiente
comenzaron a convivir cuando quedó embarazada de Tomás. Tres años después nació
su segundo hijo, Agustín. Para formalizar su amor, Anahí y Chen se casaron en
2007 y pocos meses después viajaron a China, exactamente a Fuzhou, al sur del
país, para que los niños, hoy de 9 y 11 años, pudieran conocer al resto de la
familia paterna.
"Confié porque me pareció una buena
idea conocer a su familia, pero me quedé sola, sin mis hijos. Es una
pesadilla", contó a diario Perfil Anahí que explica que tras pasar varios meses
en China su visa expiró y su esposo se negó a ayudarla en la renovación.
Anahí quiso solucionar el problema
por su cuenta y se dirigió a la policía pero quedó detenida. Según Ignacio
Galiano, abogado de Randazzo, Chen habría denunciado a su esposa, por lo que
Anahí pasó detenida 59 días, y luego fue deportada a la Argentina.
Nunca más vio a sus hijos, hasta que hacia
fines de 2012 pudo volver a aquel país. Hasta su familia desconocía lo que
estaba padeciendo. Como si fuera poco, Chen en ese momento firmó la patria
potestad de los menores y se asesoró para impedir que Anahí pudiera solicitar
la tenencia de sus hijos, según cuenta.
"En la cárcel la pasé mal. Me
pasaban la comida por un agujero, no tenía ni salida al patio ni teléfono.
Extraño a mis hijos, quiero que esto termine. Chen siempre se mostró como una
persona amable, un padre ejemplar en Argentina; pero en China cambió", afirmó
Anahí, que incluso le solicitó ayuda mediante una carta a la presidenta de la Nación.
Chen es un empresario en China. Su
familia tiene una importante empresa de aluminio. Si bien llegó al país para
instalar cuatro supermercados en Viedma, actualmente los comercios están a
cargo de familiares.
Desde el 2007 y hasta el año
pasado, los niños sólo mantenían contacto con su madre por internet, mediante
Skype, y teléfono, a escondidas del padre. A través de la vía diplomática,
Anahí logró que le permitan viajar a China ya que por haber estado detenida ese
país no le autorizaba la reentrada.
"Me siento más tranquila pero fue duro.
Tomás, el mayor, al principio se mantenía distante. En cambio Agustín no se
despegaba de mi lado. No sé qué le habrán dicho, yo les expliqué como pude la
situación pero es difícil. Ya no hablan español y con las palabras que hablo en
chino traté de que me entendieran", sostuvo apenada.
Anahí mantiene su lucha y reitera
una y otra vez que sus hijos son nacidos en Viedma, se criaron en Argentina y
quiere que vivan con ella. "Mis padres extrañan a sus nietos y mis hijos
también quieren estar con su familia materna. Es un dolor muy grande para
todos", concluyó Anahí.