En la tarde del pasado 7 de mayo, dos mexicanos fueron detenidos en el barrio porteño de Villa Crespo cuando trataban de escapar del edificio de Malabia 575 con dos mujeres como rehenes. Pronto quedó claro que no eran asaltantes: llevaban encima tres pistolas calibre 22 con silenciadores y habían gritado a los cuatro vientos que su objetivo no eran las dos aterrorizadas vecinas sino “una doctora” que vivía en el tercer piso del lugar.
La persona a la que buscaban, se descubrió rápidamente, era la odontóloga Marcela Valeria Simón (43), esposa de Diego Colombini (46), un abogado investigado por la Justicia Federal bajo la sospecha de que lavó dinero narco en emprendimientos inmobiliarios en Nordelta (Tigre).
Colombini, y su principal socio, el arquitecto Walter Mosca, cayeron en desgracia en más de una forma en los últimos meses. Además de la causa judicial por lavado de dinero (ver Una causa...), apilaron muchos acreedores: gente “pesada”, que les dio mucho dinero para construir edificios y casas que nunca se concluyeron y cuyos dólares no fueron devueltos.
Es a uno de estos acreedores que hoy apunta la investigación sobre los sicarios mexicanos de Villa Crespo. El sospechoso en cuestión es un luchador profesional famoso en el ambiente de las artes marciales mixtas (como el campeonato estadounidense de la UFC). Su nombre es Eduardo Enrique Larenas, le dicen “Icho” tiene 34 años y es un canadiense nacionalizado argentino que vive en Nordelta. Allí, vía fideicomisos del dúo Mosca–Colombini, habría invertido unos cuatro millones de dólares.
En el mundo de la lucha profesional, a Larenas también se lo conoce por el apodo de “El Dogo”. Para las agencias antidroga norteamericanas, sería uno de los líderes de una organización narco que trafica marihuana premium de Canadá a México. En la Argentina, la Aduana y la Unidad de Información Financiera (UIF) lo investigan por presunto contrabando de divisas y lavado de dinero.
Larenas dejó la Argentina el 15 de mayo último, una semana después de que fueran detenidos los sicarios mexicanos en Villa Crespo. Viajó de Ezeiza a Panamá, de Panamá a Cuba y de Cuba a Panamá, pero no hay registros de que haya vuelto a nuestro país.
Un auto con el que se habrían movido los sicarios por Buenos Aires y los contactos de Larenas en México son las principales pistas que apuntan al luchador como posible ideólogo del frustrado atentado a la esposa de Colombini.
La primera alarma sobre Larenas llegó a las autoridades argentinas en agosto del 2013. A través de una nota oficial, el agregado del Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security) en la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires advirtió que “Icho” Larenas estaba siendo investigado en Maryland por “mover grandes cantidades de cocaína y marihuana” y por el “lavado de dinero” proveniente de ese comercio.
“La investigación nos ha producido inteligencia que nos dirige a que Larenas tiene conexiones en Buenos Aires y ha movido millones de dólares de los Estados Unidos a la Argentina”, dice la nota que dio inicio a la causa 1111/2013 en el juzgado en lo Penal Económico N° 1, a cargo de Ezequiel Berón de Astrada.
A partir de esta información, la Aduana argentina denunció al luchador por supuesto “contrabando de divisas y lavado”, pero la investigación quedó trabada luego de que en junio de 2014 la UIF diera a conocer parte de lo que había averiguado sobre Larenas. Por ejemplo, las millonarias inversiones en Nordelta y en la Recoleta.
Ante la difusión de estos datos los norteamericanos cortaron toda colaboración. Pero su interés revivió, fortalecido, con la aparición de los dos sicarios mexicanos.
Hoy los esfuerzos de los investigadores apuntan a conectar a Larenas con los dos mexicanos detenidos en Villa Crespo, Carlos David Angulo López (37) y Marco Antonio López Quintero (30). Ya encontraron algunos nexos, además de los rumores que ya corrían en Nordelta de que “Icho” habría amenazado a Colombini y a Mosca con matarlos si no le devolvían el dinero invertido.
Gran parte del éxito de esta pista depende de hurgar en el pasado de Larenas y de los sicarios mexicanos. Por lo pronto ya se confirmó que tanto el luchador como uno de los detenidos, Angulo López, estuvieron presos en México más o menos al mismo tiempo por cargos de tráfico de drogas y conspiración.
Angulo López fue detenido junto a otras 15 personas el 22 de junio de 2010 en Angostura, en el estado de Sinaloa. Estaban empacando cuatro toneladas de marihuana. Las autoridades norteamericanas también informaron que tuvo un proceso en ese país por tenencia de drogas, armas y secuestro.
Por su parte, Larenas fue detenido junto a otros cuatro canadienses en la noche de Año Nuevo de 2009 en Puerto Vallarta. Lo acusaron de protagonizar un tiroteo en un restorán. Al parecer, su grupo tenía armas largas, por lo que la División Crimen Organizado de México abrió una investigación.
Para la agencia estadounidense Homeland Security, Larenas manejaría en México un negocio muy redituable: se lo investiga por llevar a ese país desde Canadá (pasando por Estados Unidos) cargamentos de marihuana premium para canjearlos por cocaína.
Esa marihuana tiene una composición de 30% de THC (la que llega a Argentina no supera el 4% de ese componente activo). Medio kilo puede llegar a canjearse por un kilo de cocaína. Según los norteamericanos, las millonarias ganancias de este negocio habrían sido las que Larenas invirtió en Nordelta.