Editora del flamante sello Salamandra Graphic -del cual han llegado a la Argentina los títulos Cosmicómic (Amedeo Balbi); Un médico novato (Sento); La entrevista (Erika Fiorucci); A comer y a beber. Con las manos en la masa (Guillaume Long) y Come Prima ( Alfred)-, Mejía considera que a partir de la publicación de obras como Maus o Persépolis buena parte del público, libreros y medios comprenden la diferencia entre el cómic y la novela gráfica.
"Cada vez más, los libreros están abriendo espacios específicos para dar visibilidad a catálogos de novela gráfica -asegura-. Este apoyo es fundamental, ya que nos visibiliza ante el lector".
- ¿Hay una mayor incidencia de lo literario? ¿Usted tiene esa percepción?
- Sí, desde luego. Este factor ha hecho que muchos lectores se empiecen a interesar por la novela gráfica. Los guiones ofrecen posibilidades de reflexión o entretenimiento de una forma muy similar a lo que puede aportar una obra literaria.
- Muchos hablan de la necesidad de un equilibrio entre la escritura y las imágenes, sin embargo hay títulos donde la acción sucede a través de las imágenes, hasta hay autores que incluyen fotografías, mapas ¿Qué piensa de estas irrupciones en el formato tradicional?
- Creo que lo importante en una novela gráfica es el equilibrio entre todos los elementos que intervienen en ella: guión, dibujo, gráfica, tipografía, historia, composición. No es suficiente con un dibujo espectacular si el guión falla o viceversa, si tenemos un guión súper potente con un componente gráfico flojo. Es cierto que este medio nos brinda posibilidades narrativas infinitas. Se puede narrar visualmente, que el texto sea corto y que con las imágenes sea suficiente, pero siempre es necesario buscar ese equilibrio.
El concepto novela gráfica está en constante evolución. Los límites del género no son taxativos ni están delimitados por una definición concreta. Nos enfrentamos a diferentes niveles de lectura.
Lo interesante es que ahora, casi todo, se puede contar a través de la novela gráfica. Una muestra de esto es la cantidad de libros que se están publicando en este formato, libros sobre ciencia, divulgación histórica, filosofía, actualidad, lo que llamamos reportaje gráfico, biografías gráficas, ensayo gráfico, etcétera.
- ¿Cómo concibe su trabajo como editora? ¿Qué le llama primero la atención de una novela gráfica?
- Por formación vengo de la edición literaria. En un principio no llegué a imaginarme como editora de novela gráfica ya que entré en este medio, tan minoritario, por pura casualidad. Ahora soy una fiel defensora de esta forma tan particular de narrar.
Como casi todo en la vida, las cosas entran por los ojos. Lo primero que veo es el interés que puede despertar visualmente una obra o un manuscrito. Una vez pasada esta criba, me centro en el guión. Es importante el equilibrio entre ambos, como ya mencioné.
-¿Qué importancia tiene la traducción?
- Es fundamental. Tradicionalmente los cómics estaban traducidos por aficionados al medio, conocedoras del idioma, pero carentes de formación específica en traducción. Creo que uno de los mayores avances que hemos ido logrando para que la novela gráfica y la narrativa visual vayan calando en otro tipo de lectores, quizá los más literarios, es precisamente la profesionalización de las traducciones, una forma de garantizar la calidad de las obras.
- ¿Con que criterio de selección elige una obra para este sello?
- Me interesa sobre todo el cómic de autor, es decir esas obras en donde el guionista y el dibujante coinciden en la misma persona, o que, siendo personas distintas, trabajen como si fueran uno. Es importante que exista esa complicidad entre los creadores, de lo contrario se notaría en el resultado final. No me interesa un guión potente y tener que buscar un ilustrador. Me gustan las historias autoconclusivas, esas en las que una vez terminada tenga una sensación parecida a haber leído una novela de 300 páginas.
- ¿A qué público se dirige?
- Nos dirigimos a un lector adulto, con intereses culturales y exigente en cuanto a calidad de los textos. Buscamos que nuestros libros aporten algo. Publicamos tanto ficción como no ficción, pero lo importante es que tengan algo especial que atrapen al lector.
- ¿Tienen pensado trabajar con autores o ilustradores argentinos o latinoamericanos?
- Principalmente nos centraremos en traducciones, pero dentro del catálogo hay cabida para autores latinoamericanos o argentinos. Un ejemplo de esto es la reciente adquisición de los derechos de Alack Sinner, la emblemática obra de Muñoz y Sampayo.
Una de las formas en que estamos apostando por autores cuya obra original está escrita en castellano es a través del Premio Internacional Fnac-Salamandra Graphic de novela gráfica. Un premio que se otorga a un proyecto, dotado con 10.000 euros para que pueda desarrollarse. Es un premio internacional con alta participación latinoamericana.
- ¿Hay otros libros en preparación para lo que resta del año?
- Sí. Recientemente hemos publicado en España "Cuadernos rusos" de Igort, el relanzamiento de "Vals con Bashir" de Ari Folman, "Logicómix" de Apostolos Dioxiadis y "Una historia" de Gipi.
Para el cierre de año, tenemos prevista la publicación de "Manabé Shima" de Florent Chaouvet, "Inercia" de Antonio Hitos y "Asterios Polyp" de David Mazzucchelli.
Estos títulos irán llegando paulatinamente a Argentina durante el primer semestre de 2015.
- ¿Qué autores latinoamericanos conoce?
- Conozco clásicos, sobre todo argentinos como Alberto Breccia, Oesterheld, Quino, José Muñoz, Carlos Sampayo y Horacio Altuna entre muchos más que han marcado una época fundamental en la historia del cómic latinoamericano.
Lo interesante del auge de la novela gráfica es que hay muchos autores en el panorama actual. Está Liniers, Jorge González, Ignacio Minaverry, Kioskerman, Power Paola, Jonny B ... me podría quedar enumerando una cantidad enorme de latinoamericanos que me interesan.
Creo que el panorama es muy alentador en lo que se refiere a la novela gráfica, no sólo a nivel creativo, ya que la calidad de muchos es innegable, sino también a nivel de difusión. Los recientes festivales que ha habido en Colombia, Argentina, Chile o Uruguay muestran un ambiente donde la gente tiene sed de este tipo de libros.