Juan José Campanella no es un tipo rencoroso. Hace cuatro años compitió en San Sebastián con 'El secreto de sus ojos' y la ceguera de un jurado que no supo apreciar aquella joya hizo que se fuera de vacío. Poco después ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. «Tuvimos una buena revancha», recuerda caballeroso el realizador argentino, que aceptó la invitación de la dirección del Festival de San Sebastián para inaugurar esta 61 edición.
Es la primera vez que San Sebastián descorre el telón con un filme de dibujos animados y en 3D. 'Futbolín' es una coproducción entre Argentina y España (en el país de Campanella se titula 'Metegol') y llegará a las salas el 20 de diciembre. Aspira -con la ayuda promocional de Antena 3- a erigirse en la cinta animada de las navidades para niños y padres en competencia directa con Dreamworks y Pixar. Solo que si una producción de los estudios americanos ronda los 200 millones de dólares, ésta ha costado la décima parte: 20. «La hemos hecho con el cátering de 'Brave'», bromean sus productores.
El fútbol como reclamo del espectador de cine se ha utilizado en la reciente 'La gran familia española'. Hasta Iniesta promocionó 'Los Pitufos 2' y tiene una aparición en '¿Quién mató a Bambi?', una comedia de próximo estreno. Las pasiones que desata el deporte rey son universales y se pierden en la noche de los tiempos, como descubre divertido el prólogo del filme, donde un grupo de austrolopitecus empieza a dar patadas a una calavera-balón. Un guiño, claro está, a '2001', en una cinta que homenajea, entre otras, escenas de 'Casablanca', 'Apocalypse Now' y 'Ciudadano Kane'.
«Yo no soy futbolero ni ésta es una película sobre fútbol», dice Campanella, que ha llevado a 2 millones de compatriotas a ver 'Metegol'. «El fútbol es un contenedor en blanco y negro donde caben todo tipo de pasiones. Como el instinto de superación, que lleva al protagonista a enfrentarse a un desafío y a tener que crecer. Tampoco hay referencias al fútbol real, excepto las que saquen los mal pensados. Es una película de fútbol como 'Casablanca' lo es de guerra». La obra del realizador argentino está poblada de perdedores henchidos de dignidad, de una defensa de la vida y los valores del barrio. Y 'Futbolín' no es una excepción. Su héroe es un chaval obsesionado con jugar al futbolín; su villano, un futbolista estrella que quiere convertir su pueblo en un gigantesco parque temático.
Las estrellas de la función son los jugadores del futbolín, que cobran vida y ayudan al protagonista a derrotar al malvado y a hacerse con la chica. Un equipo internacional donde no falta el capitán carismático, el crack presumido, el coreano silente y un argentino de manual que cada vez que abría la boca provocaba las carcajadas del Kursaal.
Campanella se ríe de las marcas comerciales que han convertido el deporte en puro negocio y en el ego de las estrellas del balompié, en los Ronaldos y Beckhams que no dan un paso sin patrocinio. Tira con bala cuando muestra a un pueblo sumiso ante la promesa de un 'Eurogegas' que traerá prosperidad. Toques sarcásticos que uno no encontrará en una cinta de Pixar, aunque a algún crítico amargado 'Futbolín' le pareció poquita cosa, reprochándole que sonara a tópico entretenimiento familiar y, sobre todo, que prescindiera del doblaje argentino.
Sin doblaje
«No se ha doblado al castellano, las dos versiones se concibieron como originales desde el principio», aclara el director. «Hicimos un casting en los dos países y tuvimos en cuenta que ustedes a un cordobés de Argentina le pueden entender tanto como nosotros a un gaditano».
La calidad de la animación y el empleo del 3D logran que una partida de futbolín sea tan épica como la final del Mundial. Campanella, que trabaja habitualmente dirigiendo series como 'House' y 'Ley y orden', quería unos dibujos sin nada que envidiar a los de Hollywood.
«Lo usual en la animación es tomar como referente otras película de dibujos», explica. «Nosotros nos fijamos en el cine de imagen real para lograr el realismo en los rostros». El 'Otelo' de Orson Welles, los filmes de Frank Capra o la mirada de Ingrid Bergman en 'Casablanca' ayudaron a los animadores a conseguir que «por momentos, te olvides de que estás viendo una película de dibujos». El 3D, para Campanella, brilla más en los primeros planos que en las escenas espectaculares. «No me gusta cuando se emplea para escupirte, para arrojarte cosas desde la pantalla. El 3D no es una revolución como el sonoro, yo más bien lo comparo con el color. Y aventuro que se acabará usando en todo tipo de producciones, en escenas íntimas para lograr sensación de proximidad. Es como si vieras teatro encima del escenario».
«Tenemos el talento»
Tierna, irónica y simpática, aunque también previsible, 'Futbolín' ya se ha vendido en medio mundo demostrando que se pueden hacer productos dignísimos de animación fuera de los grandes estudios. «Existe el prejuicio de que no podemos competir a nivel mundial, pero ya tenemos el talento humano y las máquinas», defiende el director de 'El mismo amor, la misma lluvia'.
Rodar una película de dibujos también puede ser una cura de humildad, defiende, para aquellos cineastas que desdeñen el género como mero entretenimiento infantil. «Yo presumo de saber hacer todos los trabajos del cine; si el director de fotografía o el sonidista se ponen malos puedo sustituirlos», cuenta Campanella. «En un filme de animación, sin embargo, careces de conocimientos técnicos. Oyes hablar del 'rendering' y ves una computadora llena de números. Al mismo tiempo, se da la paradoja de que tienes que decidir todo. Tomas millones de decisiones, como el color de los ojos del protagonista. En cambio, la cara de Darín ya viene con él».