Oaxaca ─ Una veintena de niños indígenas, la mayoría de la etnia triqui, ha cosechado triunfos en distintas entidades del país, así como en Estados Unidos, República Dominicana y Argentina, con su basquetbol ágil, arrollador… y los pies descalzos.
Son deportistas reconocidos a nivel internacional; lo que pocos conocen es que también son alumnos destacados y aspiran a estudiar una carrera en la universidad.
Para ser miembros de la Academia Mexicana de Basquetbol Indígena (ABIM) es indispensable que no interrumpan sus estudios y mantener un promedio mínimo de 8.5.
De acuerdo con Ernesto Merino Ramírez, delegado de ABIM, el basquetbol lo manejan “como un pretexto para que los niños se motiven a estudiar”.
Asegura que el director de la ABIM, Sergio Zúñiga, ha puesto empeño para que las niñas y niños basquetbolistas cuenten con pedagogo, sicólogo, médicos y demás auxiliares durante sus viajes, apoyos que reciben por parte del DIF de Oaxaca, que encabeza Mané Sánchez.
“Cuando se puede, van a clases de lunes a viernes, entre semana estudian normal y los viajes son de fin de semana”, explica.
Agrega que durante las salidas, los escolares llevan una guía educativa, se les encargan tareas y libros para estudiar, labores que realizan durante sus ratos libres o por las mañanas.
Asegura que su evaluación educativa es la misma que la de un estudiante normal; tienen que presentar sus exámenes y cumplir con todas las tareas escolares.
“Son estudiantes normales, como cualquier otro niño, con la diferencia de que tienen en el basquetbol un apoyo y un incentivo muy importante para seguir destacando en la vida”, añade.
Quiere ser licenciado
Melquiades Ramírez de Jesús es una de las estrellas del equipo. Goza de simpatías por su juego; menudito, salta casi como un adulto en la cancha. Quiere ser licenciado, dice, pero los viajes le han impedido estar de manera permanente en un plantel.
Originario de la localidad triqui de El Rastrojo, que es perteneciente al municipio de Santiago Juxtlahuaca, dejó desde hace meses la escuela primaria Gabino Barrera; hoy únicamente recibe asesorías con un pedagogo que los acompaña durante las travesías.
“El profe nos deja tareas para que vayamos como van nuestros compañeros, porque en la escuela avanzan y nosotros también debemos hacerlo”, explica.
Asegura que cursa el quinto año de primaria y que en cuanto pueda regresará a las aulas, aunque, esta semana ya tienen programadas salidas a Guerrero y Guanajuato. No obstante, considera que le pone mucho empeño al estudio, porque de grande quiere ser licenciado.
Un pretexto, lograr becas
De acuerdo con Rufino Merino Zaragoza, uno de los dirigentes del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), los niños deportistas sí van a los planteles, ya sea en la zona triqui o en Santa María El Tule, municipio cercano a la ciudad de Oaxaca, donde tienen un espacio para el entrenamiento.
“No nada más es jugar, ser bueno en la cancha, se trata de ser profesionista; por eso queremos arrancarle becas a diversas dependencias para que los jóvenes terminen su carrera profesional y regresen a sus comunidades para ayudar a sacar a sus pueblos del atraso en que están”, explica el líder social.
Reitera que una de las prioridades de los entrenadores, además de formar buenos deportistas, es velar por la educación de los niños, así como formarlos como ciudadanos responsables en su comunidad, que no dejen de ayudar en los quehaceres del hogar o del campo.
“No se trata nada más de estar jugando y olvidarse del estudio, llevamos todo, médicos, sicólogos, mucha gente que llega a visitarnos y ayudarnos”, detalla.
No todos son triquis
Guillermo Merino Ramírez, entrenador del equipo, asegura que en la ABIM atienden a más de dos mil alumnos, entre niñas y niños, en su mayoría de la etnia triqui, asentada en la región Mixteca de Oaxaca.
Pero también hay 50 deportistas en la Sierra Juárez y dos de ellos forman parte del seleccionado, uno de Talea de Castro y otro de San Pablo Macuiltianguis.
Asimismo, en Santa María Huatulco hay otros 20 alumnos y en San Miguel del Puerto, también en la región Costa, hay otros 45.
“En este proyecto, para poder estar en la selección lo que pedimos son tres reglas, una la fundamental, la educación, un promedio 8.5; los que entrenan deben ir a la escuela; otro es que deben hablar su lengua indígena y uno más es que no dejen de ayudar en sus hogares, ya sea apoyando en el campo o en la casa”, expone.
Agrega que no se trata solamente de entrenar, de jugar y de lograr buenos deportistas, sino de formar ciudadanos productivos, profesionistas que en algún momento regresen a sus pueblos para apoyar a sacarlos de la marginación social.
El pasado jueves los niños triquis estuvieron en el Congreso de Oaxaca. Recibieron uno más de sus múltiples reconocimientos y presentaron una exhibición a los legisladores, que se congratularon de los premios obtenidos por estos deportistas, pero más allá, de saber que son una semilla de paz en la zona triqui, algo que ningún gobierno había logrado.