"Civiles y militares, cada uno tiene su misión, pero seguramente coincidimos en algo: la Antártida no es algo de lo que nos sentimos dueños, en realidad son nuestros hijos los que desde el futuro nos la prestan para que hagamos estas misiones", señaló el comodoro de la Armada Argentina en diálogo con Télam.
Tarapow comanda las operaciones de aprovisionamiento de las bases como así también el traslado de buena parte del personal civil, militar y científico que invernará en diversos puntos del continente blanco.
Para eso se encuentra a bordo del buque polar Vasily Golovnin, que el Estado argentino alquila a través de una licitación internacional para reemplazar las funciones del rompehielos Almirante Irizar (en reparación desde 2007).
"Nuestro despliegue que año a año hacemos en la Antártida es parte de la responsabilidad que se nos asigna por ley en apoyo a la política sobre la soberanía y a los planes científicos que tienen bajo su órbita la Dirección Nacional del Antártico y del Instituto Antártico Argentino", explicó el comandante.
En ese sentido, Tarapow explicó que las Fuerzas Armadas "no hacen logística por el hecho de hacer la logística propiamente dicha, sino como parte de políticas nacionales de muchísimos años, donde la Argentina sostiene sus derechos soberanos en un sector de la Antártida -entre los meridianos de 25 y 74º de longitud- y cuenta para ello con una riquísima historia que le dan una serie de derechos" sobre ese territorio.
Además de encabezar el equipo de oficiales que desarrolla tareas en el Golvonin y de preparar la diagramación para el desembarco de mercadería, el Comandante dedica tiempo a dialogar con un grupo de jóvenes estudiantes del Colegio Naval que fueron invitados a participar de la misión.
Tarapow comenta lo necesario que se torna formar oficiales que tengan experiencia en navegación antártica, que define como "particular" porque no se asemeja a la que puede suceder en el resto del globo.
También explicó que apenas egresado como guardiamarina (el primer grado de la oficialidad en la Armada) realizó su primer viaje a la Antártida a bordo del Irizar, situación muy similar a la de los tres jóvenes que por estos días pasan la jornada revisando cartas náuticas y realizando otras tareas en el puente de mando del Golovnin.
"Los oficiales más veteranos aprovechamos cada una de estas situaciones para transmitirles nuestros conocimiento a los más jóvenes, y que tengan experiencia a la hora de relevarnos", concluyó.
El aprovisionamiento de suministros y recambio del personal que trabaja en las bases antárticas argentinas se realizará en lo que resta del verano a través de cinco buques, que planean encontrarse en un punto común antes de terminar su tarea a fines de febrero, algo inédito desde la década de 1940.
Este año la Armada Argentina y la Dirección Nacional del Antártico pudieron superar todas las previsiones de carga de suministros apoyados en una escuadra de cinco buques que desarrollarán tareas específicas y comunes para concluir el plan trazado antes de que el clima ingrese en su etapa más dura.
Dentro de apenas cinco días, tres de las cinco naves trabajarán en conjunto en la zona de la Base Orcadas, donde hoy ya se encuentra el oceanográfico Puerto Deseado realizando una carta náutica de la zona.
Los otros dos que confluirán son el buque logístico ARA Canal de Beagle y el buque ruso Vasily Golovnin, que intercambiarán cargas y dejarán suministros en la base más antigua de la Argentina en la Antártida.
El Golovnin fue alquilado a través de una licitación internacional para reemplazar las funciones del ARA Almirante Irizar, siniestrado en 2007 y aún en reparaciones.
Por otra parte, dos "avisos" –los ARA Malvinas Argentinas y Castillo- realizarán tareas de reparaciones en bases temporales, balizamiento y mantenimiento de faros en distintos puntos del territorio y de las aguas antárticas.