BELO HORIZONTE, 24 de junio.- Abundantes síntomas de flaqueza y pocos de fortaleza. Sobre Argentina flota la sensación de que si no mejora tiene corta vida en la Copa Mundial, cuyos dos partidos hasta ahora los ganó sólo gracias a Lionel Messi.
Un temporal de dudas sacude al equipo de Sabella, cuyo palmarés no arredró a equipos voluntariosos como Bosnia e Irán que le hicieron pasar momentos indeseables al cotizado plantel argentino, poseedor de varias joyas que llegaron en estuches de lujo y que ahora podrían buscarse en una mesa de saldos.
Implacable en los números, con victorias 2-1 sobre Bosnia y 1-0 ante Irán, Argentina se clasificó de antemano a octavos de final. Pero para asegurarse el primer puesto deberá al menos empatar con Nigeria mañana en Porto Alegre. Así evitaría un rival fuerte que podría ser Francia en la próxima ronda.
Argentina ganó sus dos partidos ante rivales claramente inferiores con sendos goles milagrosos de Messi, flechazos desde afuera del área, el último ante Irán en el descuento. En ese duelo, la albiceleste salió adelante también gracias a que el arquero Sergio Romero atrapó pelotas supersónicas que iban a la red.
7 partidos acumula sin perder la selección argentina, desde que concluyeron las eliminatorias sudamericanas
¿Hasta cuándo Messi y Romero podrán salvar solos al equipo?
Nigeria podría ser la última oportunidad de Argentina para mejorar, en lo que será su último compromiso de la primera fase y en que los nigerianos con una victoria le arrebatarán el primer lugar a su rival. Tras este partido se acabaron las pruebas, porque la definición no será por puntos sino por nocaut.
Antes de viajar a Porto Alegre ayer, Argentina realizó una práctica liviana sin indicios del equipo titular que enfrentará a Nigeria, ya que el técnico Alejandro Sabella prescindió del ensayo táctico que se esperaba en el complejo deportivo Cidade do Galo.
Messi estuvo sentado durante parte de la sesión en la platea que usualmente ocupan los medios cuando la práctica es abierta y no cerrada, como en este caso, pero que de todos modos pudo ser vista por periodistas desde un morro vecino.
Atención: Messi sólo se salva por sus goles: juega estático, hay que llevarle la pelota a domicilio y carece de esas escapadas fulminantes con defensores ávidos por quitarle la pelota y así ganarse unos segundos de fama.
El técnico Alejandro Sabella tampoco le encuentra la vuelta al equipo y además se muestra vacilante con la táctica: Ante Bosnia salió a jugar con cinco defensores —sí, cinco— y dos delanteros, como si el rival fuese el Barcelona de aquellos gloriosos tiempos de Messi y Pep Guardiola.
Después se retractó, desplegó un equipo más ofensivo, pero no hay caso: a Argentina le cuesta mucho perforar defensas nutridas y los centrocampistas Javier Mascherano y Fernando Gago, que deberían acudir en auxilio de sus atacantes, juegan lejos de ellos. Y cuando llegan, la pelota suele estar en el otro extremo, allí donde sufre el seguro Romero y su dubitativo central Federico Fernández, flojo por arriba. Su compañero Ezequiel Garay ha sido menos permeable y subido a buscar el gol a la otra área.
Entre los que dieron la cara en Argentina, no hay la mínima autocrítica por su desempeño.
“Estoy conforme con el rendimiento del equipo”, destacó el domingo Di María. “Creo que vamos por el buen camino”.