En una elección tan reñida que apenas un puñado de votos podría determinar si habrá o no una segunda vuelta, los equipos de campaña de los candidatos presidenciales argentinos se están preparando para desplegar a miles de veedores o apoderados el domingo. Sostienen que no creen que haya irregularidades, pero demasiado recientes están las elecciones de Tucumán, del 23 de agosto, donde se quemaron urnas y hubo sendas protestas contra las autoridades por los hechos que pusieron en duda la limpieza de los comicios para elegir gobernador.
Con ese objetivo, y para evitar denuncias y acusaciones cruzadas la noche del domingo 25 y madrugada del lunes, se enviará fiscales adicionales y se lanzarán aplicaciones para celulares.
Según los sondeos, no está claro si el candidato oficialista Daniel Scioli llegará la Casa Rosada en una primera vuelta o deberá competir contra Mauricio Macri o Sergio Massa en la segunda ronda el 22 de noviembre. Según la legislación electoral, para conquistar la Presidencia en la primera ronda es necesario obtener más del 45% de los sufragios o sacar más del 40% de los votos con una diferencia de más de 10 puntos con el rival que le sigue. En caso contrario, debería celebrarse un balotaje.
José Torello, apoderado de Macri ante la justicia electoral dijo, citado por el diario argentino La Nación, dijo que los costos políticos de que el oficialismo pudiese incurrir en irregularidades se tornan inviables. “Tendría un efecto desastroso para Scioli, que en caso de ganar nacería como un Presidente muy débil y cuestionado”, sostuvo. De cualquier forma, el director nacional electoral, Alejandro Tullio, afirmó que el escrutinio definitivo de las elecciones podría demorar hasta una semana, por lo que podría tener que esperarse ese tiempo para saber si habrá o no segunda vuelta.