Qué sería de nosotros

Ricardo Veigapor Ricardo Veiga

Durante la semana pasada, por "Semanario Argentino Radio" (si lo queres escuchar www.radioAmiami.com), un par de días antes del "Día de acción de gracias", Oscar Posedente y Julio Di Mateo, ironizaban acerca de los precios en Miami. Juli, con sarcasmo, se quejaba acerca del precio del pavo en un importante supermercado. Así, a modo de denuncia y dando el nombre del comercio, protestaba por el precio del pavo: 69 ctvos. de dólar la lb. Al momento, Oscar preguntó, tanto a el como a la audiencia, que pasaría con los precios en Argentina ahora que llegan las Fiestas.

Y, en tren de seguir ironizando dio por supuesto que los comercios de acá harían lo mismo. A mi, que dos o tres días atrás, se me ocurrió preguntarle al carnicero "¿a cuanto tenés el lomo?", me disparó la idea de esta nota: el carnicero me había dicho "120 mangos el "Kilo" –Algo así como US$ 20 oficial, Blue 12". A lo que yo respondí "dame tapa de nalga". Así, mientras de fondo se escuchaba a los dos locos haciendo el programa e inspirado por la pregunta de Oscar, me largué a imaginar una Argentina en la que los comerciantes, cuando llegan las Fiestas, no tomasen provecho de los clientes que le dan de morfar todo el año.

Claro que esto, provocó en mí, un efecto dominó. Comenzando por la pregunta del Posedente, les cuento que el pollero que me vende los pollos de granja (pero de granja posta), me llamó hace 15 días preguntándome si tenía la intención de encargar con antelación unos cuantos pollos: "¿sabes que pasa?, si te los traigo la semana que viene, van a seguir al mismo precio. Calculo que para la otra, empiezan a aumentar. La consulta del pollero me puso en jaque. Como no tengo un freezer grande, me tenia que poner a ver quién miércoles tenia uno con suficiente espacio para poder guardar los pollos que yo iba a encargar, además de las cosas que el dueño del "híper congelador" iría guardando previendo también los aumentos navideños.

Sumado a que el pollero, que es un tipo de aquellos, me había dicho "empiezan a aumentar". Esto es, que desde la semana pasada y hasta Navidad, los pollos, las carnes, la verdura, la fruta, y, así, hasta la "conch.delalor" se irían para arriba como un globo aerostático, o, para decir mejor, "como pedo en bañadera". De este modo después de llamar a mi mujer y de esperar a que ésta llame a mi suegra, a mis hermanas, a mi cuñada, y entre todas se pusieran de acuerdo acerca de ¡que carajo íbamos a comer para las fiestas!, para así saber la cantidad de pollos que tenia que encargar, me largue a llamar a los posibles tenedores de bonos, perdón como acá de lo que mas se habla por estos días es de la Bolsa de Valores, y de cómo escaparle a la inflación, me salió bonos en lugar de freezers, sepan disculpar.
 
A la tercera o cuarta llamada, lo enganche a Luisito que justo hace unos días y previendo la cosa, había comprado uno. Cuando le conté lo que me pasaba, además de darme el OK, me dijo que todavía no le hiciera el pedido al pollero hasta que el me dijera: tras cortar conmigo, Luisito iba a llamar a la mujer, esta a la suegra, a las hermanas, y así, hasta que el "Lubi" me llamó diciéndome la cantidad de pollos que tenia que encargar para él. Cuando al pollero le dije "doce pollos de tres kilos cada uno", me preguntó cuantos éramos de familia, o si íbamos a comer únicamente pollo durante todas las Fiestas. Tras explicarle, corté y me tomé un respiro. La sensación que sentía era la de haber corrido una maratón. Así que, pensando en la pregunta de Oscar, intenté imaginarme qué sentiría si el próximo "24" a la mañana, el pollo, la carne, o, la conch.delalor, tuviesen el mismo precio que hace una semana, 6 meses, 1 año, o lo que fuera: ¿paz?, ¿tranquilidad?, ¿serenidad?, No se, no pude responderme.

En Argentina vivimos en estado de tensión continua, somos, salvando las distancias, algo así como una especie de soldado norteamericano en medio de la selva de Vietnam. Siendo que en un punto vivimos siempre alerta agazapados, atentos y prestos esperando de donde miércoles va a aparecer el "Viet Cong" que nos pueda amasijar. Aunque por estos lares, el Viet Cong tenga otros nombres y, salvando los casos de inseguridad, siempre estamos atentos a qué, cómo, y, cuándo, nos puedan cagar. Resulta muy difícil de imaginar. Sobre todo, por el efecto dominó. Porque si los comerciantes se comportasen como corresponde, también, por poner un ejemplo, lo harían los automovilistas, los peatones.
 
¿Se imaginan?, si de golpe nadie cruzara un semáforo en rojo, o que nadie maneje a contramano, o que los peatones no crucen por la mitad de la cuadra. Cómo puede uno imaginar que, una mañana, al salir de casa y, al esperar el "Bondi", el colectivero llega y te arrima al cordón, subís y no hay nadie viajando parado, o, como máximo, una persona de pie frente a cada asiento. A las dos cuadras sube una viejita, el chofer espera paciente a que ella suba tranquila, la gente se levanta al unísono para darle el asiento, y una vez que la viejita se sentó el colectivero recién arranca.

Cómo hacer para imaginar esto con toda la carga de adrenalina que tenemos desde que nos levantamos. Se me ocurre que de suceder esto nos pasaría lo mismo que a los soldados cuando vuelven de la guerra: sufriríamos un shock post-traumático, o llámenlo como quieran; soñaríamos con coches que están a punto de atropellarnos, con que no nos alcanza la guita para llegar a fin de mes, con que los del banco nos subieron los intereses de la tarjeta y de golpe tenemos que pagar un fangote de guita.

Ahora que acabo de nombrar a los bancos, pienso que quizás en alguna de esas, sea posible que con esfuerzo, con políticos honestos y políticas soberanas, y paulatinamente, en Argentina podamos vivir como nos merecemos en todos los sentidos salvo uno: podremos vivir relajados, ganando dinero suficiente, y viviendo en una sociedad justa y equitativa, pero de lo que siempre vamos a tenernos que cuidar, es de los bancos.

Los bancos, siempre nos van a tratar de cagar. Mientras veo que otras cosas puedo comprar esta semana antes de las fiestas, les doy las gracias a Oscar y a Juli por haberme dado la idea para esta nota. Me encantaría poder vivir tranquilo pero tengo que seguir estando alerta. Sobre todo porque en Argentina, los bancos nos cagan siempre. A propósito, a Oscar, a Juli y a todos ustedes, les dejo una pregunta: ¿Qué seria de nosotros si los bancos ganasen guita sin cagarnos?

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