"Todas sus contribuciones están marcadas por una misma motivación: el convencimiento de que los esfuerzos por medir fenómenos sociales complejos y analizarlos de forma rigurosa hacen que avance el conocimiento y nos ponen un pequeño paso más cerca de resolver los problemas", resume Leonardo Gasparini, director del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad de La Plata, que fue alumno y tesista de Deaton a principios de los 90, en Princeton. Que se le haya dado el Nobel, afirma, realza el contraste "entre los esfuerzos de buena parte del mundo por mejorar la información para tomar decisiones y la realidad argentina".
Esa realidad es que, luego de años de difundir datos heridos de muerte en su credibilidad por la manipulación del índice de inflación por parte del gobierno de Cristina Kirchner, el Indec ya no elabora, desde 2013, el informe semestral de pobreza e indigencia, indicadores que se estiman considerando cuánto dinero entra al hogar y cuánto cuesta un conjunto de productos muy básicos. La pobreza por ingresos indica, entonces, cuántas familias no llegan a cubrir el costo de esa canasta de consumos.