Medir la pobreza para diseñar, a partir de los datos, políticas que tiendan a eliminarla. Monitorear los resultados de esas políticas. Identificar mediante estudios de campo qué factores determinan tanto la demanda de bienes y servicios como el ahorro en los hogares, para ayudar a orientar las medidas del Estado hacia el bienestar de la población. Conocer cuáles son los efectos de cada decisión gubernamental sobre el bienestar de productores, trabajadores y consumidores, porque -por caso- una protección arancelaria puede favorecer a una industria, pero hacer que se pague más por algo de menor calidad.
Lejos, muy lejos de consideraciones como la del ministro de Economía, Axel Kicillof, quien, para intentar justificar la falta de estadísticas oficiales de pobreza en el país llegó a decir que los índices "estigmatizan" a las personas, el último premio Nobel de Economía, el británico Angus Deaton, advierte sobre la necesidad de estimular y desarrollar los sistemas de mediciones con una meta clara: poner datos al servicio de la política.
Por ahora, la Argentina camina por otra senda que la de las recomendaciones del premiado profesor de la Universidad de Princeton. Para ver qué enseñanzas pueden aplicarse a la realidad local, la nacion consultó a economistas argentinos que estudiaron con él o siguen sus escritos.
Medir para decidir
"Todas sus contribuciones están marcadas por una misma motivación: el convencimiento de que los esfuerzos por medir fenómenos sociales complejos y analizarlos de forma rigurosa hacen que avance el conocimiento y nos ponen un pequeño paso más cerca de resolver los problemas", resume Leonardo Gasparini, director del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad de La Plata, que fue alumno y tesista de Deaton a principios de los 90, en Princeton. Que se le haya dado el Nobel, afirma, realza el contraste "entre los esfuerzos de buena parte del mundo por mejorar la información para tomar decisiones y la realidad argentina".
Esa realidad es que, luego de años de difundir datos heridos de muerte en su credibilidad por la manipulación del índice de inflación por parte del gobierno de Cristina Kirchner, el Indec ya no elabora, desde 2013, el informe semestral de pobreza e indigencia, indicadores que se estiman considerando cuánto dinero entra al hogar y cuánto cuesta un conjunto de productos muy básicos. La pobreza por ingresos indica, entonces, cuántas familias no llegan a cubrir el costo de esa canasta de consumos.
Pero el enfoque de Deaton implica el desafío de avanzar hacia el logro de algo más amplio, que es el bienestar de las personas. Desde la consigna de que "la pobreza es mucho más que tener ingresos bajos", Walter Sosa Escudero, profesor de la Universidad de San Andrés y seguidor del economista desde hace casi dos décadas, dice que, para colaborar por una mejor calidad de vida, la tarea del sistema estadístico es revelar cómo es la estructura del consumo de los pobres, "en particular en relación con aspectos como la nutrición y la salud".
¿Qué pasa en la práctica? Más allá del problema actual del Indec por su intervención política, Sosa Escudero afirma que la Encuesta Permanente de Hogares (que mide el desempleo y de la que surge la información de ingresos usada para calcular la pobreza), no aporta datos sobre gastos o consumo. Tener esa información depende de un relevamiento diferente, que se hace sólo cada 10 años.
Otra medición recomendada para conocer la realidad social en forma amplia, implica observar sistemáticamente los resultados de las transferencias de dinero, como la Asignación Universal por Hijo. "En muchos países en desarrollo hay sistemas de estadísticas que permiten saber qué pasa más allá de aumentar el ingreso. ¿Baja la desnutrición? ¿Mejoran las habilidades cognitivas? ¿Qué pasa a largo plazo?", afirma Carlos Bozzoli, que hizo su licenciatura en Economía en la Universidad Di Tella y su doctorado en Princeton, donde fue alumno de Deaton y escribió con él un artículo. Hoy profesor e investigador en la Universidad de Santiago de Chile, Bozzoli afirma que "en la Argentina hoy muchas de estas preguntas no tienen respuestas científicamente respetables". Un aporte que destaca de Deaton es el valor asignado al bienestar como un objetivo más amplio que el de reducir la pobreza.
Pero para procurar bienestar no sólo se destaca en las ideas de Deaton la necesidad de tener datos, sino también la de analizar qué efectos tiene cada decisión política en unos y otros actores de la economía.
"Hay que mirar el bienestar tanto de productores como de trabajadores y consumidores", sostiene Guido Porto, ex alumno del Nobel e investigador del Cedlas, que destaca esa consigna como un aporte que bien podría considerarse aquí. Ejemplifica: "Es usual escuchar que la protección arancelaria a la industria textil es buena porque genera empleo y permite pagar mayores salarios. Eso es cierto, pero también lo es que los consumidores pagan precios más altos por la indumentaria con arancel que sin arancel, y hay un efecto sobre la calidad". Lo mismo vale para autos, computadoras y celulares. En todo caso, quien decide políticas debe tener claro el impacto, según concluye Porto, que cree que la elección de Deaton como mentor de su tesis fue la decisión más trascendente en su vida profesional.
Nada (o casi nada) es gratis
Las tensiones existen también entre algunas políticas orientadas a generar mayor crecimiento per cápita y otras tendientes a una mayor igualdad social. Observar ese fenómeno es otro aporte destacado por Porto, que indica que Deaton lo estudió en detalle: "Él exploró cómo los impuestos óptimos de una sociedad (los que maximizan el bienestar) dependen de cuánto se valore una cosa contra la otra" (la eficiencia económica y la igualdad). La tirantez aparece, por ejemplo, si hay subsidios que se sostienen con impuestos que frenan el crecimiento de una actividad.
La política impositiva es un eje de las ideas de Deaton, como también lo es el rol mismo que le asigna al Estado. En un artículo de la publicación global Project Syndicate, el Nobel advierte que "la ausencia de capacidad de los estados es una de las principales causas de pobreza y marginación". Y destaca que lo que necesitan los pobres es "un gobierno eficaz que trabaje con ellos para el presente y el futuro". Sin mirada de corto plazo.
Cuatro miradas por cuatro economistas
PRIMER PASO. "Cuando las mediciones de pobreza son menospreciadas, el premio Nobel a Deaton es un recordatorio de que son un paso central hacia la solución", afirma Leonardo Gasparini, director del Cedlas. Hoy no hay datos oficiales, y el Observatorio Social de la UCA estima que es pobre el 28,7% de los argentinos
COLABORACIÓN. "Es crucial que la academia interactúe con organismos públicos e internacionales y con el sector privado", dice Walter Sosa Escudero, profesor de la Universidad de San Andrés, que destaca que en la tarea de Deaton se cumple esa interacción. En nuestro país hay un enfrentamiento del Gobierno hacia quienes generan datos
BIENESTAR. "Es importante redefinir progreso desde un punto de vista no sólo económico, sino multifactorial", define Carlos Bozzoli, investigador de la Universidad de Santiago de Chile. Aspectos vinculados a la salud y a las emociones están entre los que Deaton llama a relevar
DETALLES. "Sus enseñanzas trascienden la teoría y la práctica de la economía y la econometría; con él aprendí a valorar los detalles, que pueden magnificar el valor de un trabajo", cuenta Guido Porto, investigador del Cedlas