BUENOS AIRES, Argentina (AP) _ Miles de personas marcharon el jueves en la noche por las calles de la capital de Argentina y en diversas ciudades del país, en una de las protestas antigubernamentales más grandes en más de una década.
Los inconformes gritaban ``no tenemos miedo'' mientras se dirigían al Obelisco, el monumento más emblemático de Buenos Aires, en rechazo a la inflación, la delincuencia y la corrupción y por temor a que la presidenta Cristina Fernández pretenda permanecer en el poder mediante el fin al límite constitucional de periodos para ejercer la presidencia.
En un ambiente de calor sofocante por el verano austral, los manifestantes hicieron resonar cacerolas, hicieron silbatinas y sostuvieron pancartas que decían ``Basta de argentinos muertos por la inseguridad, basta de corrupción e impunidad, no a la reforma de la constitución''.
``Estoy marchando por todas las cosas que pasan. Por las mentiras, la inflación, (el trato a) los jubilados. Que no mientan y que se termine la corrupción'', dijo una manifestante de 73 años que sólo se identificó por su nombre, Edith. Afirmó que continúa trabajando porque no puede vivir con el dinero de su jubilación.
Las movilizaciones tuvieron lugar en diversas plazas de ciudades importantes como Córdoba, Mendoza y La Plata, así como en las afueras de las embajadas y consulados argentinos en diversas partes del mundo.
En Roma, unos 50 inconformes, todos expatriados argentinos, efectuaron una protesta ruidosa afuera del consulado en la Via Veneto. ``¡Cristina, que se vaya!'', era uno de los lemas que gritaban los manifestantes.
Las movilizaciones encierran un profundo simbolismo para los argentinos, que tienen muy fresco el recuerdo de la crisis económica de hace una década en el país.
``¡Qué se vayan todos!'' era el grito clásico de las marchas con cacerolazos que obligaron la salida de gobernantes; después Argentina quedó prácticamente ingobernable hasta que Néstor Kirchner asumió la presidencia en 2003. Kirchner, ya fallecido, fue esposo de la presidenta Fernández.
``Vinimos porque no queremos a Cristina'', dijo Shirley Brener, de 12 años y estudiante durante la proesta en el Obelisco de Buenos Aires. La menor estaba al lado de su madre, Mónica, de 48 años y directora de una escuela. ``Nadie la aguanta (a Fernández) y por la inflación aumentó todo'', afirmó la niña.
Los simpatizantes de la mandataria salieron en su inmediata defensa cuando advirtieron que la movilización sería de gran escala, después de que ignoraran dos protestas previas este año.
Los sectores que apoyan a Cristina Fernández criticaron a los manifestantes y los describieron como una elite de ricos, que obedecen a los desacreditados partidos de oposición y actúan engañados por la prensa que representa a los intereses económicos más poderosos del país.
``La gente no se siente representada por nadie, es un reclamo para todos. Le están pidiendo a la oposición que surja y al gobierno que los escuche'', dijo Mariana Torres, contadora, madre de tres hijos y una de las personas que organizaron el cacerolazo.
Fernández no se refirió a la manifestación en su contra en un acto oficial que encabezó el jueves en los alrededores de Buenos Aires. Pero defendió su gestión y la de su fallecido marido y antecesor Néstor Kirchner (2003-2009).
``En épocas de bonanza es fácil dirigir un país, pero hay que dirigirlo cuando todo se venía abajo, como en el 2003, en el 2008 o en el 2009'', sostuvo al aludir a la situación de crisis en la que el ex mandatario asumió el poder y las dos posteriores crisis globales que tuvo que sortear ella.
Además instó a ``no aflojar nunca, jamás, ni en los peores momentos... porque en los peores momentos es que se conoce a los verdaderos dirigentes de un país''.
La mandataria pidió a los argentinos que mantengan el apoyo a su campaña para mejorar la educación, la industria y la vivienda.
Según encuestas, ningún sector político tiene el firme apoyo de la ciudadanía.
La presidenta fue reelegida con un contundente apoyo del 54% hace poco más de un año, pero varios sondeos de opinión muestran una caída de su popularidad. La consultora Management Fit difundió una encuesta realizada en septiembre a 2.259 personas en todo el país en la que 60,6% desaprobó la gestión presidencial, mientras que 30,6% la aprobó y 8,8% no contestó.
La delincuencia era el punto de mayor preocupación para muchos de los manifestantes.
Los periódicos y la televisión difunden a diario diversos contenidos sobre robos a casas en las que grupos armados atan a los integrantes de las familias hasta que las víctimas entregan el dinero que muchos argentinos guardan en sus casas.
Mucha gente no ahorra en los bancos tras de que el gobierno congeló las cuentas y devaluó la moneda en 2002. Un aspecto que cala es que la mayoría de los delitos no son resueltos y aumenta el número de víctimas fatales.
La inflación también causa disgusto pero el gobierno difunde índices que la establecen en 10% anual o en una tercera parte de los cálculos de los economistas del sector privado, lo cual causa las críticas de diversos sectores.
Como resultado, las transacciones de bienes raíces se estancaron tras una desaceleración, debido a las dificultades para calcular el valor de futuros contratos.
Los sindicatos que lograron alzas salariales de 25 % hace apenas unos meses amenazan con declarar una huelga a menos que el gobierno conceda otro incremento.
Muchos argentinos están preocupados principalmente de sus bolsillos, airados de que los decretos del gobierno diseñados para mantener las reservas de dólares del banco central y combatir la evasión fiscal les han hecho prácticamente imposible cambiar por otras monedas sus pesos que pierden valor con la inflación.