Pobreza: ¿estigmatización o vil intento de ocultamiento?

A nadie puede sorprender ya que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se empeñe en ocultar graves problemas del país capaces de contradecir su maravilloso relato. Pero no puede menos que indignar que el ministro de Economía, Axel Kicillof, se refiera a la cuestión de la pobreza con tanta irresponsabilidad como cuando señaló que desconocía el número de pobres en la Argentina y sugirió que hablar de ese tema resultaba "estigmatizante".

El hecho se produjo durante un diálogo que mantuvo días atrás el titular del Palacio de Hacienda con Radio Metro, en el cual, ante una requisitoria periodística sobre el índice de pobreza en nuestro país, Kicillof expresó, entre titubeos: "Esa pregunta, cuántos pobres hay... Es una pregunta complicada. Es bastante relativo.

Yo no tengo el número de pobres. Me parece que es una medida bastante estigmatizante...".

Su declaración hizo recordar el papelón que protagonizó, allá por 2009, su antecesor en el cargo, Hernán Lorenzino, cuando una periodista griega que lo entrevistó le preguntó a cuánto ascendía realmente la inflación y el entonces ministro, visiblemente nervioso, tras aseverar que se trataba de "un tema muy complicado", optó por finalizar el diálogo con su famosa frase "Me quiero ir".

Tras la difusión de sus propias declaraciones, el ministro Kicillof aseguró que los medios de comunicación lo tergiversaron y que eso constituía una muestra de la existencia de una "campaña" montada contra él. Sin embargo, siguió sin revelar la cantidad o el porcentaje de pobres que hay en el país.

Cabe preguntarse cómo un gobierno puede desconocer el porcentaje de argentinos en condiciones de pobreza cuando es su responsabilidad planificar y desarrollar programas sociales para paliar esa situación. Ningún presupuesto puede ser correcto sin un diagnóstico acertado. Claro que es mucho más factible que los funcionarios conozcan la realidad de la tasa de pobreza e indigencia en el país, aunque se resistan a hacerla pública.

Quedó más que evidenciado que, en rigor, el ministro de Economía no quiere hablar de un tema, como la pobreza, que el Gobierno se resiste a ver o prefiere seguir ocultando. Un reciente trabajo periodístico, publicado en el diario Perfil, dio cuenta de que el propio Kicillof, en 2008, no tenía inconvenientes en referirse a la cuestión que hoy considera "estigmatizante". En el otoño de ese año, el actual ministro, por entonces técnico del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda), firmó un informe en el que se afirmaba que casi diez millones de argentinoscontinuaban viviendo por debajo de la línea de pobreza y que, por las subas de precios, muchos trabajadores estaban mes tras mes "al borde de caer en situación de pobreza".

La última medición de la pobreza por parte del Indec, que data de diciembre de 2013, arrojó insólitamente que los pobres apenas llegan al 4,7% de la población. Desde entonces, es probable que algunos funcionarios hayan empezado a sentir vergüenza de sus propios dichos, por lo que el Gobierno, en lugar de blanquear las verdaderas cifras sobre pobreza, decidió no difundir más estadísticas sobre esa espinosa cuestión. Aquel dato se basaba en un caprichoso estudio del propio organismo oficial, según el cual la canasta básica total para una familia tipo era de sólo 1783 pesos y la canasta básica alimentaria de apenas 788 pesos para el grupo familiar y de 255 pesos por adulto, de lo cual se desprendía que una persona podía vivir sin caer en la pobreza con unos 19 pesos diarios o con8,50 pesos por día para no ser indigente.

Ninguna medición más o menos seria da cuenta de un nivel de pobreza por debajo de un cuarto del total de la población. En tal sentido, el informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) difundido en abril de 2014, consigna que la tasa de pobreza se ubicaría en torno del 25,6 al 27,5 por ciento, en tanto que la indigencia rondaría el 5,5 por ciento.

Este dato se acerca mucho más a los diez millones de pobres de los que habló el propio Kicillof en 2008, aunque ahora lo olvide, que a los dos millones de pobres que estimó el Indec en 2013.

Otra cuestión que llama poderosamente la atención es el uso de la palabra "estigmatización" por parte de Kicillof para referirse a los pobres. Curiosamente, semanas atrás, la diputada ultrakirchnerista Diana Conti empleó la misma expresión para rechazar un proyecto de ley, redactado oportunamente por Martín Insaurralde y reflotado por legisladores cercanos al gobernador Daniel Scioli, tendiente a tipificar como asociaciones ilícitas a las barras bravas. La legisladora del oficialismo justificó su oposición en que esa medida equivaldría a "estigmatizar" a los barrabravas.

Es útil recordar que la palabra "estigmatizar", de acuerdo con su definición, implica dejar a una persona marcada, al hacerle una imputación por la que se pone en duda su honra.

Resulta llamativo que desde el kirchnerismo se esgrima el argumento de la estigmatización, cuando la propia jefa del Estado y algunos de sus funcionarios se han cansado de estigmatizar a sus opositores, tildándolos de "gorilas", "oligarcas" o "destituyentes", por el mero hecho de disentir de las políticas públicas del Gobierno, en uno de los tantos ejemplos sobre cómo se busca dividir a los argentinos con la intención de justificar medidas autoritarias y abusos de poder..

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