Para entender a Estados Unidos

“Argentina nunca dejó de interesar”, afirma, aunque previene que el análisis de nuevos negocios del empresariado norteamericano trasciende al actual gobierno.

 

Mientras el gobierno de Cristina Kirchner intenta zanjar distancias de su política exterior respecto de Estados Unidos, desde el Capitolio lanzan duras críticas hacia el país, sigue demorado el nombramiento de un embajador en Buenos Aires que reemplace a la renunciante Vilma Martínez, The New York Times escribe un duro artículo contra Argentina siguiendo la línea de The Economist y el informe mundial anual sobre derechos humanos elaborado por el Departamento de Estado contiene severos cuestionamientos, si bien el secretario Kerry omitió destacar en la presentación pública.

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¿Y el beneplácito con que recibió Nueva York el reemplazo del índice de precios oficial como reclamaba el FMI? ¿Y el descongelamiento con el Club de París para arreglar la deuda en default? ¿Y el acuerdo petrolero con Chevrón más el pago de la indemnización a Repsol por la expropiación de YPF? ¿Y el enfriamiento del tratado con Irán por el tema AMIA junto a la recomposición del diálogo con Israel?

Para pasar en limpio el estado actual de la relación bilateral con la primera potencia mundial y las perspectivas, Mercado consultó a Luis Savino, presidente del Centro de Estudios Americanos, un think tank que desde hace 20 años enseña a la dirigencia nacional a entender a Estados Unidos.

El País del Norte es el segundo inversor extranjero en la economía argentina, después de España, y ocupa la quinta parte del PIB nacional.

Pese a los chisporroteos mediáticos, definió una agenda optimista, de menor a mayor, para los próximos dos años.

 

-El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, presentó un informe mundial sobre derechos humanos, en el que figura Argentina en 27 páginas, pero no hizo ninguna mención pública, como sí de Venezuela. ¿Cuál sería la explicación?

-Interpreto, sobre la base de observaciones que he venido haciendo a partir de muchos años de accionar en Washington, de las relaciones que mantengo periódicamente con funcionarios, con dirigentes de empresas o de sindicatos, de contactos públicos y privados, así como de analistas y amigos en general de Estados Unidos, que este país con un poder institucional formidable y una institucionalización de su gobierno muy clara en defensa de sus intereses económicos, que significa también de sus empresas, se cuida mucho de hacer declaraciones que puedan generar más problemas que los existentes, porque también existen razones e intereses para evitar conflictos resguardando las inversiones ya hechas.

 

-¿Podría haber algún tipo de condicionamiento a la política exterior argentina para que se alinee en cuestiones globales que interesan a Estados Unidos?

-Si la pregunta se refiere a que se le esté planteando a Argentina que acompañe a Estados Unidos en cuestiones globales es un tema que dejaría de lado, porque no reviste la específica importancia que tienen, para las inversiones, contar con reglas de juego ciertas. Puede haber inversiones aún en un marco de manifestaciones políticas internacionales que no necesariamente se alineen con operativos de Estados Unidos en el mundo. Los inversores coinciden en que privilegian la confiabilidad con que puedan hacer sus cálculos y su estudio de factibilidad y que no cambien las reglas de juego, las bases o las fuentes de cuando se tomó la decisión.

 

-¿En cuánto podría estar influyendo en una mejor disposición hacia Argentina el acuerdo petrolero con Chevrón?

-Hoy el sector energético es prioritario y trascendente. Para nuestro país, las cifras en juego son fabulosas, nada que ver con los precios de las acciones de las empresas. Estamos hablando que para las empresas prácticamente sería volver a empezar. Son nuevas metodologías que requieren nuevas inversiones, nuevos trabajos, desembolsos cuantiosos, pero acá es donde entra la certidumbre en las reglas de juego, porque el recupero se distribuye en un horizonte de décadas.

 

-Los analistas políticos locales interpretan que la administración de Obama sigue con beneplácito los últimos cambios que introdujo el gobierno argentino en la economía, ¿podría un gesto así devolver al país a la mira de los inversores globales?

-El mundo nunca dejó de tener interés en Argentina. Me refiero a sus mercados y a las inversiones potenciales. Los proyectos conjuntos que hay entre Estados Unidos y Argentina podrían reflejar que el potencial económico de Argentina es muy tenido en cuenta, pero las inversiones que se hagan estarán en relación con un mínimo de certidumbre en las reglas de juego que se apliquen. Las inversiones, en función del riesgo que entrañan, tienen fijada su utilidad y se realizan o no. Pero Argentina navega en un mar de incertidumbre, y ven como una necesidad tener claridad en sus desarrollos, asegurar sus inversiones, poder disponer sus utilidades, etc. No es que afecte el interés, que está latente, sino que provoca un impasse para concretar los negocios.

 

-Pero además de los proyectos que ya están en marcha, ¿les consta que haya nuevas iniciativas en carpeta?

-En el CEA hemos recibido consultas y también pedidos de información que refuerza lo que sostengo sobre el interés que despierta Argentina. Por ejemplo, hemos sido invitados a ser la contraparte binacional en un proyecto con participación de empresarios argentinos que discutirán factibilidades de inversión en proyectos que involucren a hombres de negocios de Estados Unidos. Esto nos está ratificando la vigencia del interés, en este caso medido por la voluntad de generar información con más el análisis que aportaremos para su potenciación.

Fuimos invitados a tomar parte de esos foros y los proyectos están en desarrollo.

Si la proyección de estos proyectos es por uno o dos años, nos indica que puede haber interés pero no urgencia en su concreción.

 

-¿Puede haber alguna premura en aprovechar oportunidades?

--Si la proyección es por uno o dos años, nos indica que puede haber interés pero no urgencia en su concreción. En este caso, se mide por la voluntad de generar información más el análisis que aportaremos para su potenciación. En tren de especulaciones, también el potencial inversor podría imaginar que si bien hoy los activos de las empresas argentinas están baratos, dentro de un tiempo podrían estarlos más y demorar su decisión. De todos modos, aunque las empresas estuviesen baratas, habría que ver el timing para su operación, que es una combinación de precio y ciclo, y para el caso de analizar su calidad, habría que ver cuántas de ellas serían inversiones para negocios nuevos, que no necesariamente implica comprar empresas en funcionamiento.

 

-¿En qué rango de las preocupaciones de Estados Unidos ubicaría a la Argentina?

-Por las preguntas que suelen hacernos, advierto una gran incomprensión de todos estos sectores acerca de por qué la Argentina no aprovechó la sobreabundancia de stocks de dinero disponible a lo largo de una década para impulsar un desarrollo sostenido. Se hace este balance dado que la característica más importante de la época fueron las condiciones formidables de gran liquidez en el sistema financiero internacional, en un contexto de una baja increíble de tasas de interés favorables para quien quisiera tomar créditos para desarrollo o lo que fuere. También entiendo que hay una preocupación por lo que se entiende como un deterioro institucional del país, sobre todo en cuestiones que afectan al interés internacional. Por ejemplo, cuando hay problemas no resueltos en torno de instituciones y reglamentaciones que generan incertidumbre.

 

-¿Por qué ha estado tanto tiempo vacante la representación diplomática de Estados Unidos en Argentina, lo que tampoco parece que se resolverá en breve?

-Hay un embajador propuesto por el Poder Ejecutivo y que está en trámite de consideración en el Senado de Estados Unidos, pero esto no significa que esté vacante la representación diplomática en nuestro país. Hay una misión que está a cargo del que podríamos denominar embajador interino, que es un funcionario de carrera del Departamento de Estado, muy bien conceptuado, que conoce muy bien a la Argentina. La embajada funciona a pleno. Mientras no llegue al país un nuevo embajador trabajamos con el jefe vigente de la misión diplomática, el Encargado de Negocios. Si bien se podría especular que sería un desmérito para las relaciones bilaterales que no haya un embajador designado, a nosotros no nos altera los planes respecto a nuestras actividades, en Buenos Aires o Washington, no manejamos la agenda oficial.

Como comentario personal, me da la impresión que lo que se discute en el Senado de Estados Unidos son aspectos de su propia política externa, no la calidad de la persona que, por otra parte, tiene por demás aptitudes para el cargo.

 

-¿Los seminarios con referentes de la dirigencia política y de negocios de Argentina que viene organizando desde el Centro de Estudios Americanos que preside apuntan a cerrar un plan de convergencia entre aspirantes a gobernar en 2015?

-Los seminarios forman parte del mismo programa de actualización del plan de gobierno que hemos desarrollado oportunamente. Nuestra metodología es producir seminarios para invitar a referentes políticos y sectoriales a que expongan e invitar a miembros y técnicos para que participen. El equipo que designa el CEA elabora las propuestas más concretas. Serían dos las etapas. A partir de un diagnóstico económico, tomaremos nota de las propuestas que hagan desde los distintos espacios políticos y sectoriales, relativizaremos sus intereses y, sobre esa base, aplicando el criterio del interés de la sociedad en su conjunto, diseñaremos las políticas que mejor se adapten.

Los representantes de las fuerzas políticas que desembocan en la carrera electoral dan sus propuestas y nosotros las tomamos como tales. Ellos no formarían parte de la redacción para no desequilibrar la construcción intelectual que surja. Pero si aspiramos a configurar un plan de convergencia en torno de políticas públicas apuntando al mediano plazo, y por eso escuchamos a todos. Vemos mucho más pensamiento compartido que lo que la gente cree y que el juego político del día a día pareciera indicar. Se está hablando en reserva, de cuestiones muy sensatas que son la base de un hipotético plan de convergencia.

 

-¿Cómo enseña el CEA a entender a Estados Unidos?

-Tenemos dos grandes carriles de actividades: uno tiene que ver con la elaboración de análisis y de políticas públicas argentinas y el otro el encuadre internacional haciendo foco en Estados Unidos a todo aquel que se acerca. Todo ello orientado a la clase dirigente argentina. Ya hace más de 20 años que le estamos generando conocimiento sobre Estados Unidos. Pasaron por el CEA funcionarios de distintos gobiernos con distintas funciones, políticos de todos los partidos, legisladores, jueces, aparte de dirigentes sectoriales. Ya saben dónde recabar información cuando tienen alguna necesidad en torno de Estados Unidos.

Paralelamente seguimos con los seminarios para todos aquellos a los que les parezca importante conocer Estados Unidos en función de una perspectiva de gobierno futuro. Un líder, un funcionario, un político que aspire a una candidatura presidencial tiene que ser consciente de que no puede ser Jefe de Estado, canciller, embajador, todo a la vez, sino que necesitará equipos que conozcan la materia y sepan qué contactos tocar en cada caso, al margen de la estructura oficial que reciba.

 

-¿Por qué históricamente han sido tan desencontradas las relaciones con Estados Unidos siendo que pertenecemos al mismo continente?

-Sucede con Estados Unidos que hay un superávit de tabúes y mitos, por falta de conocimiento real. Cuando desde el CEA llamamos a conocer a Estados Unidos, no apelamos sólo a especialistas argentinos de política exterior de Estados Unidos o de relaciones bilaterales que existen en nuestro medio, sino que convocamos también a los que conciben a Estados Unidos como una integridad. Es para poder entender que la manifestación de Estados Unidos hacia el mundo – su política exterior– puede ser previsible porque surge como consecuencia de sus creencias y debates internos que la condicionan. Somos la única institución en la región, abierta a todos los sectores, que ocupa este espacio, lo que nos da un crédito importante con los gobiernos que ocupan la Casa Blanca. Trabajamos con los dos partidos porque tratamos de transparentar con objetividad las realidades, sean buenas o malas, de EE.UU. Conocer al otro, en este caso al país más importante del mundo, es la mejor herramienta para poder negociar y que las relaciones sean más fructíferas. México, antes de firmar el Nafta hace más de 20 años, tuvo que estudiar en profundidad al socio mayor. Son decisiones que los gobiernos suelen tomar en silencio, las financian y capitalizan los resultados, pero no las comparten.

 

-No parece haber sido el caso de lo que va del milenio…

-Hasta el presente, en todo este período, la relación bilateral entre Estados Unidos y Argentina ha tenido un tono opaco pero ha funcionado, salvo cuando la agenda diplomática quedó interrumpida durante tres crisis: la primera fue cuando el gobierno destrató al Presidente Bush en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata. En general los problemas diplomáticos son con el Departamento de Estado, en este caso se involucró a la Presidencia de Estados Unidos también.

Hubo una segunda crisis, que se presentó en oportunidad de la famosa valija de Antonini Wilson y la tercera fue cuando el gobierno argentino decomisó el avión militar estadounidense en Ezeiza y ocasionó involucrar al Pentágono que tuvo trastornos con sus claves de seguridad.

Nosotros fuimos vehículos para que en dos de esas tres crisis, informalmente pudiera ser reconstruido el diálogo entre Washington y Buenos Aires.

 

-¿Qué caracterizará a la relación bilateral el 2015, cuando un nuevo gobierno asuma en Argentina? ¿Serán carnales como en los ´90 o antagónicas como en la era K?

-No imaginamos que las relaciones bilaterales con Estados Unidos vayan a ser las infelizmente llamadas carnales o las que no buscan consensos para tornarlas sensatas. Lo mejor a lo que se puede aspirar es a plantear la política argentina como defensora de los intereses del país. Llevarse bien, que por sí es deseable, no significa renunciar a peleas o discusiones cuando los intereses lo ameritan, sino que es el marco propicio para llegar a algún punto de solución en defensa del propio interés. Los socios comerciales son los que más discuten porque los temas económicos a resolver son muchos y requieren permanentemente negociar.

 

 

 

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