Omán, Catar, China, Canadá y Argentina, el nuevo Dorado

El viejo ciclismo, el ciclismo romántico, el que conocemos desde tiempo inmemorial en una Europa que se está resquebrajando, no es ajeno a la situación económica que atraviesa la Unión Europea.

Hay un dato revelador del estado de la cuestión, primero en países como Italia, Francia y Bélgica, y luego lo que se vive en España y en Euskadi. El ciclismo se ha mantenido, desde siempre, gracias al apoyo del dinero público aportado por ayuntamientos, diputaciones y gobiernos regionales, que son quienes en gran medida han financiado las llegadas y los finales de etapa de la distintas carreras, tanto de pruebas de un día como de pruebas de una o tres semanas, entre ellas Tour de Francia, Vuelta a España y Giro de Italia. Por no hablar de los equipos.

También es verdad que en muchas ocasiones empresas radicadas en los lugares que acogen una manifestación ciclista se han hecho cargo de pagar la llegada del espectáculo del ciclismo.

En un momento en el que el dinero público escasea para todo, los grandes organizadores de este deporte a nivel mundial, ASO y RCS, han buscado alternativas a sus negocios, a su cuenta de resultados, con organizaciones en países que tengan poderío económico suficiente para poner en marcha carreras, aunque sólo se vea arena, palmeras y camellos.

De momento, el Giro de Italia saldrá de Irlanda en 2014, como la Vuelta a España ha partido de Holanda y el Tour, de media Europa. En cuanto la logística lo permita, algunas de esas organizaciones no tardarán mucho en lanzarse al mercado asiático o americano para poner en marcha sus pruebas.

El problema era, o ha sido, buscar huecos en el calendario. Se encontraron para la Vuelta a California (Estados Unidos) o la Vuelta a San Luis (Argentina), las dos mejores carreras del circuito americano. Ninguna de ellas pertenece a ASO o RCS. Como tampoco pertenece a esas empresas el Tour Down Under, en Australia, a cuyo presupuesto hace frente el estado en el que se oganiza la carrera.

Ciclismo televisivo

Donde sí se ha metido ASO a fondo es en las vueltas a Qatar y Omán, financiadas por esos países, que garantizan un dinero fresco, limpio e importante.

RCS, los organizadores del Giro, poseen un proyecto de prueba en Dubai. Para presentarlo llevaron allí a Alberto Contador, Tony Martin, Ryder Hesjedal y Vincenzo Nibali. Quieren hacerla realidad el próximo año.

Otro mercado que se ha abierto es el de China, también con ASO de por medio, con una prueba en Pekín, que ya es World Tour, igual que la que se organiza en Hangzhou, a la que se unen varias carreras más en el país asiático. Por no hablar de las organizaciones de Quebec y Montreal (Canadá) o de la Vuelta a Turquía. Todas ellas tienen el respaldo de sus países o de sus ciudades.

Queda otro país por entrar en ese círculo, Rusia. El ciclismo, más que nunca, se ha convertido en una cuestión directa o indirectamente política, porque de los presupuestos públicos sale en la mayoría de los países el dinero que permite llevar adelante las carreras.

Los equipos del WorldTour acuden a muchas esas pruebas con sus mejores efectivos, lo que ha repercutido en la participación de las pruebas que iniciaban el calendario europeo, como Mallorca o el Tour del Mediterráneo.

Les ofrecen dinero, buenos hoteles, calor y una preparación ideal en países exóticos. ¿Quién dice que no a eso?

RCS, como hizo Unipublic, que también pertenece a ASO, busca cada vez más un ciclismo espectacular, retro, que se parezca dentro de lo posible a lo que se veía hace unos años. ASO no ha entrado en esa dinámica en Francia.

Con ese objetivo nacieron la Strade Bianche, que discurre por caminos de tierra, y la Roma Máxima, con un componente histórico importante, final al lado del Coliseo y un trazado por las colinas romanas. Ha recuperado el ciclismo en la capital italiana cinco años después de desaparecer el Giro del Lazio.

La RAI (Radiotelevisión italiana) ha firmado con los organizadores del Giro un contrato por cuatro años que no impedirá que las carreras se retransmitan por Eurosport.

Algo parecido a lo que sucede en Francia con ASO. El ciclismo depende cada vez más de la televisión y ésta exige espectáculo, tener a los aficionados pegados a la pantalla, con retransmisiones que se alargan a las tres horas.

En España, los grandes contratos televisivos se han acabado. Los recortes en Televisión Española y algunas televisiones autonómicas han obligado a firmar a la baja. De hecho, TVE sólo tiene la Vuelta a España como referente. Es la única carrera que organiza Unipublic, comprada ya, en gran parte, por ASO.

Euskal Telebista tendrá que decir, cuando tenga nuevo responsable, qué hace con la Vuelta al País Vasco y la implicación que demuestra.

Con mucho menos dinero, tanto público como privado, los grandes organizadores han ampliado su mercado ciclista a nivel mundial para equilibrar sus cuentas.

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