Mi reflexión final tiene que ver con algo que pasa en la Argentina. El kirchnerismo sabe que se va. Y lo sabe aún si viniera Scioli, con las dudas que genera en él, por esto de la posibilidad de que sea un felpudo del kirchnerismo.
¿Qué hace ahora? Está viendo cómo se queda y cómo copa todas las estructuras del Estado.
Kicillof nombró tres amigos en el Central; su presidente nombró a su esposa e hijo en el organismo; crearon un ente de telecomunicaciones para tomar miles de personas de La Cámpora; están intentando copar la Justicia.
Todo esto es monárquico y absolutista.
Esto va a haber que depurarlo, con los próximos gobiernos. Marco esto para que nos demos cuenta de la realidad conceptual del kirchnerismo. De lo que le duele dejar el poder.
La Presidenta ha ejercido el poder y lo confundió con la propiedad del Estado. La Argentina elige gobiernos democráticos que en el poder se comportan monárquicamente y que entonces les duele dejar el poder.
Por eso el intento de copamiento. Representa esta convicción de la Presidenta para quien el Estado es ella, reminiscencia de Luis XIV, que nada tiene que ver con la vigencia de la república democrática en la que nos merecemos vivir.