Montbrun Ocampo, el dandy del folc cuyano

Fue uno de los primeros en difundir las canciones y danzas cuyanas por los medios masivos (radiofonía) de las primeras décadas del siglo XX, instalándose en Buenos Aires desde los años 30, grabando discos y difundiendo su obra en Argentina y parte de Sudamérica, a la par de figuras como Hilario Cuadros, Antonio Tormo, Buenaventura Luna, Alberto Rodríguez, Ismael Moreno, Félix Dardo Palorma, entre otros.

Carlos Montbrun Ocampo, había nacido en Albardón, San Juan, en 1896. Descendiente de franceses por línea paterna y de una distinguida familia riojana por la materna, se crió en un ambiente de tintes aristocrático, pero prefirió aparecer como “un gaucho falsificado” dice el historiador Ernesto Fluixá.

Mostraba una elegancia, una fineza, que le chocaba a la gente del ámbito popular que no la aceptaba mucho, aunque sí gustaba de sus temas. Pero él tampoco era de compartir los festivales populares... Se sentía más cómodo entre gente distinguida. La sociedad sanjuanina de buena posición, lo apreciaba a él y su arte.

Otro de sus contemporáneos, Jorge Darío Bence apunta que: “... era un hombre de buena estampa, vestía la ropa tradicional, o vestía de smoking, le daba lo mismo, era un gentleman, y esa misión la cumplió complaciendo a la gente de sociedad, por encima de lo popular.

Eso,tal vez, generaba un rechazo entre el sector popular, que prefería a ‘Los Trovadores de Cuyo’ o ‘La Tropilla de Huachi Pampa’, que le daban un carácter más campero a su repertorio...”

Su primer éxito artístico, el dúo Ocampo-Flores, eligió esa denominación intentando ocultar los apellidos paternos de sus integrantes, Carlos Montbrun y Hernán Videla, y de esta forma, escapar al rechazo, que esta actividad, podía conllevar entre sus allegados. Al respecto cuenta Alberto Montbrun: “...como eran muy jóvenes, formaron el dúo y se pusieron los segundos apellidos. Su madre, que era mi tía María, no vinculaba a los Ocampo-Flores con su hijo, porque si no, lo echaban de la casa”

Breve panorama de su trayectoria

Se radica en Mendoza desde 1915. Forma el dúo Marambrun, con Juan Carlos Marambio Catán en los primeros años de la década de 1920. Se casa con María Adela Tourres a mediados de esa década. Integra el Dúo Monte-Pardo, con Alberto Quini en los últimos años del mismo decenio y llega a Buenos Aires a principios de 1930. Allí forma el dúo Ocampo-Flores, con Hernán Videla Flores hasta principios de 1940. Dirige el programa radial Las Alegres Fiestas Gauchas desde mediados de 1940 hasta promediar 1950 desde Radio Splendid, retransmitido a todo el país por esa cadena de emisoras. Realiza numerosas grabaciones discográficas, especialmente para el sello Odeón.

Se presenta en locales nocturnos porteños, principalmente en Mi Refugio. Vuelve repetidas veces a San Juan como artista consagrado, especialmente para participar de espectáculos masivos organizados por el cantonismo en la década de 1940 y de presentaciones en radio durante toda su carrera. Nace en Buenos Aires su hija Mariela en 1953. Se radica en Mendoza con su familia desde mediados de 1950. Funda las peñas El Refugio y El Patio.

Fallece en Godoy Cruz, el 4 de junio de 1962. (Datos extraídos del estudio realizado por Octavio Sánchez)

En la tercera fundación de Buenos Aires

En 1930 migró a Buenos Aires, en un momento en el que la música folclórica argentina comenzó a ser cada vez más popular, en el marco de grandes transformaciones socioeconómicas, caracterizadas por un amplio proceso de industrialización con centro en Buenos Aires, que impulsó una gran ola de migración interna a partir de 1930, del campo a la ciudad y de las provincias a la Capital. Esto fue denominado “La tercera fundación de Buenos Aires”.

Su producción como compositor lo ubica como uno de los artistas más populares de nuestro país.

Entre sus éxitos encontramos "Entre San Juan y Mendoza", "En Ullún están chayando", "Las dos puntas", "El Albardón" que compuso con Videla Flores, "Gris", con letra de Luís J. Bates y Keller Sarmiento, la zamba patriótica "Emblemas Argentinos", "La Totora", "Viento Zonda", "Están llorando las parras", esta última está inspirada en el terremoto de 1944 que destruyó a San Juan; "A unas manos", en homenaje a su madre, recopilación de "Amémonos" entre otras muchas más. Además ejecutaba varios instrumentos cantaba con voz dulce y suave.

Su personalidad artística y su obra atravesaron las fronteras sociales habituales de los espacios de circulación y recepción de músicas cuyanas de base tradicional. Por un lado, sus composiciones poseen temáticas muy populares, y algunas han alcanzado gran masividad, como las cuecas Las dos puntas y Entre San Juan y Mendoza o los gatos El chupino y El buen remedio. Por otro lado, su figura y su música tuvieron fuerte presencia en estratos sociales muy distintos a los transitados por los demás músicos protagonistas de la fundación mediatizada de los géneros cuyanos. (Octavio Sánchez)

Nivel social alto

Pero más allá de su procedencia, él como artista también se movía en un estrato social alto, tanto por el público que presenciaba sus actuaciones, en sus distinguidas peñas, como por la imagen que él se había construido como intérprete.

“Entre la segunda mitad de la década del 40 y la primera mitad de la del 50, la música y las danzas folklóricas habitaban tanto en las peñas provincianas de Palermo y Flores como en los cafés y confiterías de la Avenida de Mayo (La Querencia) y las boites y night clubs del Barrio Norte (Achalay Huasi, Mi Refugio, Mi Rincón,etc).

Esto era síntoma de que, por primera vez en varias décadas,la música popular argentina, en especial del interior, estaba siendo aceptada por las clases dominantes, ya fuera por necesidad de identificación o de apropiación de valores culturales tradicionales que justificaran su hegemonía, por esnobismo, gusto por lo exótico, u otras razones”(O.Sánchez).

Según se narra en el entorno de los cultores cuyanos, Carlos Montbrun Ocampo fue el único músico de folclore que participó de la recepción oficial ofrecida al Príncipe de Gales en su visita a la Argentina en 1925.

También estuvo con Walt Disney cuando vino a nuestro país en setiembre de 1941.

Esta situación de estar vinculado con la clase dirigente se prolongó más tarde en sus últimos años en Mendoza; aquí mantenía una estrecha relación, con destacados empresarios y directivos bancarios.

Sin embargo, era conocido por todos, debido por un lado a su carácter afable, su simpatía y facilidad para socializar y por otro, por la amplia recepción que gozaron sus canciones en Argentina, y especialmente en Cuyo, desde la década de 1940.

“Si tenía que estar con esta gente, estaba, compartía. Él tuvo grandes amigos de familias... Pero después si iba por la calle y lo paraba el lustrabotas, ‘¡che Carlitos!’, ahí iba él y charlaba con el lustrabotas...” apunta su hija Mariela Montbrun.

Su vinculación con la alta sociedad contrasta con las que al parecer fueron sus tendencias políticas, según testimonios de familiares directos era simpatizante de los movimientos populistas regionales, es decir, del lencinismo mendocino y del cantonismo sanjuanino.

En su notable estudio sobre Montbrun Ocampo, Octavio Sánchez señala: “Su vinculación con las tendencias políticas regionales y nacionales puede ser leída al interior de las ambigüedades del populismo, ya que con frecuencia sus dirigentes pertenecen a la clase hegemónica pero usufructúan del universo simbólico de las clases subalternas. En este sentido su participación en las manifestaciones populares organizadas por estos gobiernos reforzó la circulación de su obra en el contexto popular y a su vez colaboró, aunque en menor medida, a la construcción de su imagen como intérprete aliado de esa clase dirigente” .

Vistió de gala al folclore

Fue quien vistió de gala al folclore.

Incluyó piano, arpa, violín, instrumentación en la que convive esta dualidad social, porque gracias a estos instrumentos connotados de “dignidad” se conseguía el clima festivo, es decir, más popular, asociado a las interpretaciones de Las Alegres Fiestas Gauchas. De todas formas, la figura del músico solista ha quedado fuertemente vinculada al cantante/pianista.

Finalmente, aunque muchas de sus composiciones hablan del vino y sus efectos, él no tomaba esta bebida, sino whisky o preferentemente coñac.

Fue siempre recordado de smoking, sentado al piano y con la copa de coñac sobre el instrumento, en un contexto más cercano a la boite que a la peña.

La obra de Carlos Montbrun Ocampo fue muy amplia y desbordó los límites habituales de las músicas tradicionales cuyanas, penetrando en los ámbitos del poder hegemónico.

Una de sus cuecas más conocidas, Entre San Juan y Mendoza, con texto de Hernán Videla Flores, integró el repertorio de Montbrun durante toda su carrera. El compositor sanjuanino se refería a esta pieza como La cueca del “cura'o” e inclusive la comercializaba con ese subtítulo. Esta canción fue grabada por varios artistas referentes de la música popular argentina; entre otros Buenaventura Luna y la Tropilla de Huachi Pampa, Antonio Tormo, la primera estrella que tuvo el folclore argentino; y por Los Chalchaleros, líderes del “boom del folklore” de la década de 1960. Otras varias composiciones como el gato El buen remedio, continúan teniendo gran vigencia aún en el presente.

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