“Una buena Constitución es infinitamente mejor que el mejor déspota”. Thomas Macaulay
Máximo Kirchner proclamó a su mamá como candidata a presidente de los argentinos. A los opositores los desafió a que acepten competir con ella en 2015, pero en realidad lo que el vástago anunció fue la candidatura de Cristina para 2019. En ese contexto los peronistas aspirantes a la presidencia dentro de un año deben renunciar a la ilusión de que serán apoyados por la señora. El kirchnerismo sólo apoya a los Kirchner: ayer, hoy y mañana. La pelota es de ellos y no se la prestan a nadie. Para su lógica dinástica del poder, Florencia es mejor candidata que Scioli. Y de Máximo ya se sabe que hace rato que canta mejor que Gardel.
Que la Señora se presente como candidata en 2015 es una fantasía a la que Ella y sus seguidores no renuncian. Un síndrome parecido padecía Menem en su momento. Dicen que merecen eternizarse en el poder porque cuentan con los votos del pueblo, cuando en realidad con lo que cuentan es con los recursos del Estado. Se quejan de que no los dejan presentarse de candidatos, pero no dicen una palabra acerca de los beneficios que produce una candidatura cuando el Estado está a su disposición. Cuando Menem perdió esos favores pasó al ostracismo. Ni siquiera en La Rioja pudo ganar una elección. Algo parecido ocurrirá con los Kirchner.
Sin el poder del Estado, la única relación que los Kirchner mantendrán con las instituciones serán los Tribunales. Por lo pronto, sus colaboradores inmediatos robaron mucho y las huellas están repartidas por todas partes. Yo no sé si lo correcto será construir algo así como una Conadep de la corrupción o declarar a la corrupción crimen de lesa humanidad, pero de lo que estoy seguro es que para los ladrones de los fondos públicos no puede haber impunidad. Si en 1984 Alfonsín logró la hazaña histórica de juzgar por primera vez a los criminales políticos, el gobierno que venga, si quiere dar vuelta la página de la historia deberá poner entre rejas a los principales responsables de la corrupción. Es lo que nunca se ha hecho; es lo que debería hacerse. Razones no faltan y las pruebas sobran.
El gobierno que carga con la sospecha de ser el más corrupto de la historia nacional, intenta disimular sus lacras con retórica populista a cargo del hijo mayor. “O la reelección o la cárcel”, dicen que dijo alguna vez Néstor para explicar sus pretensiones de eternidad en el poder. La salud le jugó una mala pasada y no tuvo ni una cosa ni la otra. Ahora el destino coloca a su señora esposa ante la temible encrucijada. ¿Contarán con un Oyarbide dispuesto a asegurarle la impunidad? No lo sé, pero si sé que están haciendo todo lo posible para dejar una línea de jueces decididos a no molestarlos. Lo que ellos saben y lo que todos sabemos es que sin los atributos del poder, todas esas lealtades conquistadas con la billetera se vienen abajo.
Si no hay reelección, la estrategia es Macri. Suponen que el escenario ideal es un presidente de derecha y “gorila” para hacerle la vida imposible durante cuatro años. Máximo lo dijo. El anuncio fue claro, hasta transparente diría. Ellos no son destituyentes, son revolucionarios y, por lo tanto, todo les está permitido. Como le gustaba decir al amigo de mi tío: “Cuando están en el poder roban, cuando pasan a la oposición incendian”. Es lo que mejor saben hacer, es lo que mejor les sale, es lo que más les gusta.
La operación se parece al crimen perfecto. Dejan un país postrado, pero al otro día están en la calle reclamándole al gobierno que haga lo que ellos hicieron mal o no fueron capaces de hacer. Recuperar la economía, ordenar la nación, poner en pie al Estado es una tarea ardua que lleva tiempo, reclama colaboración y no produce resultados inmediatos. La estrategia anunciada por Máximo y celebrada por la murga es la desestabilización permanente. Los peronistas para estas faenas siempre tienen mitos donde refugiarse. Cuando enroscaban con los militares, arreglaban con Onganía o acordaban con Massera, el argumento era recuperar la experiencia de 1943, tiempos en los que el Ejército, la Iglesia y los sindicatos marchaban tomados del brazo. Para desestabilizar al próximo gobierno, recuperarán la memoria de los dichosos días en que petardearon las gestiones de Frondizi e Illia.
Michelle Bachelet parece ser el modelo elegido por la Señora. Con toda sinceridad, el traje le queda grande. Ni la inteligencia, ni el talento, ni el pasado militante dan lugar a la más mínima comparación. Tampoco la austeridad. De todos modos, lo que los K admiran de Bachelet no son sus virtudes éticas o sus condiciones de estadista, sino el hecho de que regresó al poder después del mandato de un presidente calificado como de derecha. Lo que olvidan mencionar es que al momento de dejar el gobierno, Bachelet exhibía una aceptación social que duplicaba a la de la Señora. A Michelle no sólo la querían sus seguidores, también la respetaban sus opositores. A ninguno de esos beneficios se puede acoger quien hizo de la crispación histérica, el enfrentamiento faccioso, el monólogo obsesivo, la arbitrariedad sistemática, el capricho impúdico y la exhibición ostentosa un estilo político, una manera maníaca de disfrutar del poder.
Si podrán o no cumplir con la “estrategia Bachelet” está por verse. Por ahora, el proyecto de la reelección se les vino abajo el año pasado. Más que amenazar con forzar la presentación de la madre, lo que el hijo estaba haciendo era sangrar por la herida. No puede y no quiere admitir que una ley es más importante que un deseo. Inútil explicarle que su mamá no puede ser candidata en 2015 no porque Cobos, Massa o Macri no lo quieran, sino porque la Constitución Nacional, la misma que Ella votó en 1994, lo impide.
Es verdad que para los Kirchner esos detalles no importan. Como los tahúres están convencidos de que las reglas de juego se hicieron para violarlas. El señor Néstor en Santa Cruz también se encontró con la barrera legal de la Constitución que le impedía presentarse a un tercer mandato, tal como lo había estipulado la Constituyente que él mismo había convocado para hacerse reelegir. ¿Cómo arregló el problema? Convocando a un plebiscito, previo meterse en el bolsillo a los jueces y sobornar a cuanto funcionario y político estuviera dispuesto a hacerse rico de la noche a la mañana. Un solo juez se opuso a esa pretensión que hasta Trujillo hubiera envidiado. Los resultados fueron aleccionadores: Néstor consiguió la reelección indefinida y el juez ya no es más juez. Los que quieran escuchar que oigan, los que quieran aprender que aprendan, dijo el General.
Lo que hicieron en Santa Cruz es muy difícil que lo puedan hacer en la Argentina, pero lo que importa destacar es que esos son sus recursos, ésas son sus intenciones y ése es su concepto de la política. Los Kirchner nunca se fueron de Santa Cruz como Menem nunca se fue de La Rioja, como Insfrán jamás se irá de Formosa. En donde el mundo los encuentre reproducirán lo que aprendieron en su cálido terruño.
Que sea muy difícil hacerlo no quiere decir que no lo intenten. Una vacilación de los opositores y ya tenemos el plebiscito o el autogolpe encima. ¿Exagero? Muy pero muy poco. Conociendo el paño y los personajes, ninguna exageración está prohibida. Además, están convencidos de que el Papa es peronista y juega para ellos. Bergoglio era el jefe de la oposición, pero Francisco bien puede ser el jefe de la próxima campaña electoral. ¿Será así? Quiero creer que no, pero a esta altura del partido un jesuita debería saber que a ciertos personajes que han hecho de la manipulación y la trampa un estilo de vida, no se les debe dar mucha confianza. Por lo pronto, el único consejo que me permito darle al Santo Padre es que cuide la vajilla y las servilletas del comedor de Santa Marta, porque, como bien dijera en su momento Jacobo Timermann, los peronistas son los únicos personajes en el mundo que después de hacer un negocio de un millón de dólares, si pueden te roban el cenicero o la birome.