El primer gesto de Mauricio Macri como presidente electo de Argentina fue convocar a una conferencia de prensa: algo que no se vio en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en sus ocho años de gestión.
En efecto, una de las críticas recurrentes de Cambiemos, la coalición creada por Macri junto a la centenaria Unión Cívica Radical y otros partidos más pequeños, fue la poca disposición de la mandataria para mantener diálogos abiertos con la prensa, y elegir en cambio la cadena nacional como medio para comunicarse con el pueblo, con un total de 44 sólo en el 2015.
Buena parte de la conferencia de prensa de Macri, se volcó hacia ciertos detalles de su futuro plan económico, apenas delineados en su campaña electoral.
Empresario de carrera y asociado a la derecha liberal, durante las últimas semanas fue denunciado sistemáticamente por sectores del oficialismo como un “ajustador” que indefectiblemente hará retroceder al país “a los años 90”, década en la que el ex presidente Carlos Menem trajo una ola privatizadora y ató el peso argentino al dólar en una convertibilidad directa insostenible.
Sin embargo, Macri prefirió mostrarse cauteloso: ratificó que el cepo cambiario “es un error”, pero a contrapelo de lo que sostuvo en la campaña, moderó la celeridad con la que pretende modificar la política en torno a la compra y venta de divisas.
“Cuando Argentina se ordene y genere las condiciones para que vuelva a crecer y vuelva la inversión, va a haber un único tipo de cambio”, dijo. No obstante, y sumando confusión a su actitud ambigua respecto de las decisiones económicas, en conversaciones individuales con la prensa, volvió a asegurar más tarde que la unificación del tipo de cambio no sería un proceso gradual.
También escatimó información respecto de quién ocupará la cartera de Economía, pero adelantó que el área quedará dividida en seis: Hacienda y Finanzas, Trabajo, Energía, Producción, Transporte y Agricultura.
Como modo de explicar el persistente silencio en torno a los eventuales funcionarios, Macri afirmó que era preciso enterarse primero de “cuál es el estado real de las cuentas públicas” y de las reservas del Banco Central. En ese sentido embistió contra el actual presidente de la entidad, Alejandro Vanoli, quien tiene mandato hasta el 2019, y también contra la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, a quienes describió como “militantes de un partido antes que expertos técnicos en lo que están haciendo”, y les pidió tener “la dignidad y la generosidad de facilitarle el camino al nuevo gobierno”.
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El columnista de el Nuevo Herald Andrés Oppenheimer analiza el impacto que la política del nuevo presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, puede llegar a tener en la región.
Por su parte, las primeras grietas dentro de la coalición triunfadora de las elecciones del domingo emergieron a la luz. El futuro presidente anunció el alejamiento del radical Ernesto Sanz, quien no aceptó la cartera de Justicia que se le había ofrecido, renunciando, además, a la presidencia de su partido. Con un Congreso dividido, Macri deberá lidiar a la vez con la oposición y con una nueva conducción del radicalismo, por lo que necesitará recurrir a su facultad para sancionar decretos de necesidad y urgencia, una práctica habitual entre los mandatarios argentinos.
Otros anuncios tuvieron que ver con las relaciones regionales. Al tiempo que reivindicaba su voluntad de construir lazos “previsibles” con los “hermanos de Latinoamérica”, ratificó que en la próxima reunión de presidentes del Mercosur, que se realizará en Paraguay el 21 de diciembre, pedirá que se aplique la “cláusula democrática” a Venezuela por los abusos de Nicolás Maduro a “los opositores y la libertad de expresión”.
También reiteró que su primer viaje como presidente será a Brasil, país al que Macri considera un “socio natural” de Argentina. Dilma Rouseff, quien no ocultó su preferencia por Daniel Scioli durante la campaña, fue la última mandataria del Mercosur en felicitarlo, y aseguró que estará en Argentina para su asunción.
En el plano internacional, Macri intentaría un acercamiento a los países agrupados en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), una motivación que, eventualmente, podría generar resquemores al interior del Mercosur. Además del viaje a Paraguay par al reunión del Mercosur, Macri tiene previsto visitar el Foro Económico Mundial en Davos. La negociación con los tenedores de bonos de la deuda argentina no sería urgente.
El macrismo, que tradicionalmente ha pujado por la liberación de la economía y por una agenda mayormente conservadora respecto de temas como las ayudas sociales, el matrimonio igualitario y la estatización de empresas de bandera nacional, ha virado su discurso, en lo que muchos creen que no fue más que una estrategia para ganarse el voto de sectores progresistas de la sociedad que no estaban conformes con la gestión kirchnerista. “Ojalá que la historia que el macrismo cuenta hoy de sí mismo sea lo que efectivamente lleve adelante”, dijo la noche de las elecciones el periodista argentino Ernesto Tenembaum.
A pesar de que la coalición liderada por Macri gobernará tanto el Ejecutivo nacional, como a la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, el peso del peronismo en el escenario político del país seguirá siendo protagónico. Por otro lado, los tres puntos porcentuales con los que Macri superó a Scioli demuestran que la derrota no fue aplastante y que una buena parte del electorado quería una continuidad del modelo kirchnerista.
Argentina contiene el aliento ante los anuncios de la caída en las reservas del Banco Nación y un inminente aumento de las tarifas de los servicios de luz, gas y agua. Pero por lo pronto, la presidente saliente Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri se reunirán en la mañana del martes, para planear un nuevo traspaso de poder en la joven tradición democrática del país.