Los ecos de la tragedia llegan a La Coruña

La tragedia de Madrid, donde un aficionado del Deportivo ha perdido este domingo la vida en una reyerta entre ultras del club gallego y del Atlético de Madrid, ha tenido ecos de consternación en La Coruña, a 600 kilómetros del triste suceso.

Horas antes de que el balón echara a rodar en el Vicente Calderón, los radicales se enzarzaron en la capital y las consecuencias del altercado no tardaron en llegar a la ciudad donde vivía Jimmy, uno de los miembros de la sección más ultra relacionada con los Riazor Blues que, paradójicamente, lleva por nombre 'Los Suaves'.

Con 43 años, este ultra era uno de los numerosos aficionados que se enfrentaron en Madrid el día que dejó huérfano a un niño de corta edad.

Todavía se debatía entre la vida y la muerte en un hospital madrileño, el Hospital Clínico de Madrid, cuando el partido entre el Atlético y el Deportivo, que no fue suspendido, concluyó con victoria rojiblanca.

Los triunfos del Atlético se celebran en La Coruña en el bar 'La Parroquia', donde aseguran que no hay una peña del conjunto rojiblanco.

No obstante, los vecinos explican que allí se reúnen los seguidores del equipo madrileño para ver los partidos de los 'colchoneros'.

Los éxitos más recientes del Atlético, vigente campeón de Liga y subcampeón de Europa, se festejaron en 'La Parroquia' con banderas del equipo y globos rojos y blancos, relatan a Efe.

Quince minutos después del partido, asegura un testigo, se presentaron varias personas en el local y se produjo una pelea rápida que dejó dos heridos.

Uno se llevó un botellazo y otro un puñetazo en el ojo, informaron a Efe fuentes de la investigación, que explicaron que los agresores iban encapuchados.

Cuando los agentes llegaron al lugar de los hechos, los agresores ya habían huido pero la Policía Nacional ha abierto una investigación para identificarlos.

En el bar, por la tarde, solo hay una camarera que atiende a unos clientes en la terraza, donde conversan sobre lo que pasó; pero, a preguntas de Efe, ella dice no saber nada de los hechos porque no trabajó el domingo por la mañana.

En el local no hay bufandas del Atlético, ni cuadros de plantilla, escudos o camisetas rojiblancas, tampoco restos de la pelea.

Pero en el barrio sí que se enteraron de lo que pasó, aunque le restan importancia.

Fue uno de esos incidentes, aseguran, "que no habrían ocurrido o tenido trascendencia" si no se hubieran producido antes los altercados de Madrid, caldo de cultivo para más sinrazón en la ciudad que llora la segunda muerte de un aficionado en once años.


EFE en espaol

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