Lo que podemos aprender de Argentina

Antes de asumir como ministro, Fernando Lorenzo dijo delante de varios interlocutores: “Cada mañana leeremos los diarios argentinos y haremos lo contrario” (El Cronista, 22-02-2010). Es probable que este comentario haya sido una frase ingeniosa para un círculo reducido de oyentes que luego transcendió involuntariamente a la prensa (ya le han pasado cosas del estilo). Sin perjuicio de ello, en lo dicho hay algo que en su esencia es compartible: hay mucho para aprender de los errores que Argentina viene cometiendo desde hace más de una década.

En materia de investigación biológica es muy frecuente usar moscas de la fruta para hacer experimentos debido a lo rápido de su ciclo biológico, lo que permite obtener resultados prontamente. Argentina es la mosca de la fruta en materia de procesos económicos, políticos y sociales. Veamos los experimentos no controlados de los que ha sido objeto y sus resultados.

La plataforma de “estar en contra”
Para derrotar al peronismo en las elecciones argentinas de 1999 se conformó una coalición llamada la Alianza, integrada por el Partido Radical y el Frente País Solidario (FREPASO). Si bien la plataforma electoral planteaba cuestiones tales como la lucha contra la corrupción y la reactivación de la economía, el verdadero factor aglutinante de esta coalición era que todos estaban en contra de Menem y su legado. Una vez derrotado, afloraron las diferencias. En octubre de 2000 el vicepresidente, Carlos “Chacho” Álvarez (FREPASO) renunció a su cargo aduciendo corrupción en el gobierno, con lo que el riesgo país se disparó. Los grupos de izquierda dentro de la coalición se volvieron el peor enemigo del gobierno.

Aprendizaje: Si el Partido Nacional y el Partido Colorado manejan presentarse unidos a las elecciones municipales, hay una secuencia clara que tienen que seguir: 1) definir un programa de gobierno municipal detallado, 2) no hacer concesiones a quienes digan tener “ligeras divergencias” en la implementación del  programa, 3) hacer elecciones internas para definir los candidatos comunes, 4) una vez electo el candidato común, designar a quienes serían sus colaboradores inmediatos para disipar dudas respecto a la aplicación del criterio de idoneidad en su selección.

Los ministros de Economía débiles
El 28 de noviembre de 2005 Néstor Kirchner le pide la renuncia al entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna. Comienza ahí una secuencia de nombres cada vez más grises: Felisa Miceli (la que guardaba valijas con dinero en el baño de su despacho) y Miguel Peirano. Una vez asumida Cristina Elisabet la secuencia de ignotos se prolonga: Martín Lousteau, Carlos Rafael Fernández, Amado Boudou (el de los testaferros) y Hernán Lorenzino. ¿Cuál es el denominador común? La incapacidad de plantarse firmemente frente a las presiones políticas. ¿Cuál es el resultado? El descalabro.

Aprendizaje: Uruguay ha hecho muy bien al tener una sólida tradición de ministros de Economía con una fuerte reputación profesional y académica que fijan límites claros en cuanto a dónde está su área de competencias privativa. Cuando un presidente invade esa área, la respuesta usual del titular de la cartera es plantearle –con la mayor de las discreciones– dos opciones: retirada presidencial o renuncia ministerial. Los ministros de Economía no pueden ser débiles por una sencilla razón: su principal tarea es administrar expectativas.

Cuando un ministro de Economía es débil lo que los agentes económicos se plantean es quién será el que al final tomará las decisiones (me han dicho que en Argentina, en muchas reuniones el ministro de Economía Lorenzino, cuando habla, mira a la segunda fila en busca de aprobación, allí donde está el viceministro, Axel Kicillof, actual favorito de la presidenta).

Falta de humildad
Domingo Cavallo fue sumamente exitoso como ministro de Economía durante la presidencia de Menem. Durante su gestión Argentina pasó a ser el país de América Latina con el ingreso per cápita más alto, habiendo bajado la tasa de pobreza del 33,7% al 16% en cuatro años. Luego de la reelección del año 1995 el presidente Menem le pide la renuncia debido a las denuncias que había realizado por hechos de corrupción que rozaban al gobierno. En el 2001 vuelve a ser designado ministro de Economía, esta vez por el presidente Fernando de la Rúa, luego de una sucesión de intentos infructuosos por parte de sus predecesores de encauzar la economía argentina (José Luis Machinea y Ricardo López Murphy).

Cuando algún allegado le manifiesta dudas respecto de su capacidad para encauzar la grave situación Cavallo contesta “I’m a legend”. Cavallo se había autoconvencido de que era una especie de Rey Midas de la economía y que no solo los organismos internacionales sino también las leyes de la economía se someterían a sus deseos. Es así que implementa un programa heterodoxo que termina en el descalabro total. Alex Kicillof es el nuevo Rey Midas trucho de la sociedad argentina.

Aprendizaje: A todos nos gustaría volar, pero las leyes de la gravedad no se someten a nuestros deseos. Hay que evitar el pensamiento mágico y volver a conectarse a la realidad. A vía de ejemplo, consultado recientemente el dirigente gremial José Fazio –integrante de la secretaría de comunicaciones del Secretariado Ejecutivo del Pit-Cnt– sobre la relación entre el costo salarial y la inflación afirmó: “El salario de los trabajadores no es inflacionario porque no habría que cargarlo a los precios. El incremento tiene que salir de la plusvalía que tienen los patrones”.

Primero, traducción: plusvalía = ganancia después de impuestos e intereses. Segundo, reflexión: Fazio debería mirar el balance de alguna empresa representativa para tomar conciencia de la desconexión con la realidad de sus propuestas.

Los errores son costosos. Los errores de un gobierno lo son especialmente porque afectan a grandes agregados humanos. Procuremos transformar el fracaso ajeno en prosperidad propia. Y quizás, el día de mañana, nuestros hermanos argentinos aprendan de nosotros, pero no para hacer lo contrario.

* Esta columna forma parte de la publicación semanal que la Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo realiza en el suplemento Café Negocios

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