La trama oculta de la caída de un jefe narco colombiano

02/06/13

Una mucama ingenua, engañada y seducida vía Facebook por un agente de inteligencia colombiano; dos agentes de la Policía de Colombia dando vueltas por Buenos Aires con sofisticados aparatos de rastreo e intervención telefónica y sin conocimiento de las autoridades argentinas; y una guerra entre espías nacionales e internacionales que casi le cuesta el puesto al jefe de Interpol Argentina.

Todo esto rodeó la captura del narco colombiano Henry de Jesús López Londoño (42, alias “Mi Sangre”), que se concretó en Pilar el 30 de octubre de 2012 y cuyo trámite de extradición a Estados Unidos está en su etapa final. Pero la guerra por lograr su cabeza como “super capo del narcotráfico” buscado por la fiscalía del Estado de Florida empezó casi siete meses antes, en abril de 2012, y aún hoy hay detalles oscuros sobre lo ocurrido.

El miércoles de la semana pasada, por ejemplo, los abogados de López Londoño –Carlos Broitman y el ex comisario de la Bonaerense Juan José Ribelli– tiraron una bomba en Tribunales: pidieron que se investigue a dos policías colombianos por haber entrado al país con un equipo de interferencias y rastreo telefónico –que permitía escuchar conversaciones a 500 metros de distancia–, cuyo uso está prohibido por la ley de inteligencia argentina. Según su denuncia (en realidad, escrita por “Mi Sangre” en primera persona como forma de avalar su postura de perseguido político), los policías colombianos lo entraron de contrabando y lo utilizaron de manera ilegal antes de oficializar ante las autoridades argentinas sus sospechas de que el narco estaba en nuestro país. “La denuncia recayó en el juez en lo Penal Económico Marcelo Caputo. Creemos que él podrá determinar no solo el ingreso ilegal del equipo sino también sus características, que pusieron en riesgo la seguridad nacional”, le dijo Broitman a Clarín.

Para entender la historia secreta de cómo cayó “Mi Sangre” hay que remontarse a abril de 2012 y decir que, a esa altura, estaba siendo investigado en dos juzgados.

Por un lado, el 13 de abril la Secretaría de Inteligencia (SI) judicializó una pre-causa (especie de expediente secreto) en el juzgado federal N° 2, por entonces a cargo del juez Marcelo Martínez de Giorgi (meses más tarde sería nombrado allí como titular Sebastián Ramos). Esa investigación relacionaba a López Londoño con lavado de dinero en nuestro país.

Por otro lado, el 27 de ese mes se abrió en el juzgado federal N° 5, de Norberto Oyarbide, un segundo expediente en el que se dio curso al pedido de extradición de los Estados Unidos. Fue en el marco de esta causa que explotó el escándalo con los dos policías colombianos denunciados por “Mi Sangre”.

El 22 de mayo, Edgardo Moses, jefe de Investigación Federal de Fugitivos de Interpol Argentina, recibió una nota de la Policía Nacional de Colombia en la que se le informaba que “Mi Sangre” estaba en la Argentina, que contaban con un número de celular para rastrearlo y ponían a disposición de nuestro país los medios técnicos para ubicarlo y detenerlo. López Londoño asegura que el número de su celular lo habían obtenido de su mucama, la colombiana Gladys Macías, a quien un policía de su país (con la identidad falsa de “Chango Poce”) contactó por Facebook y enamoró. Así logró que le fuera pasando datos de su jefe.

Interpol trasladó la noticia sobre López Londoño a Oyarbide que, el 23 de mayo, dio el OK para que vinieran los colombianos con el equipo de radiolocalización. Entonces éstos oficializaron su llegada al país el 26 de mayo y, entre el 28 y el 29, recorrieron el barrio Nordelta (Tigre) tratando de ubicar a “Mi Sangre”. Pero ahí las cosas se complicaron porque se enteró la Secretaria de Inteligencia.

Según dejó asentado Oyarbide en la foja 24 de su expediente, el 30 de mayo recibió una llamada de Jaime Stiusso, jefe de Contrainteligencia de la SI, advirtiéndole que lo que había autorizado violaba la ley de inteligencia argentina. Y, también, que ellos mismos estaban siguiendo a López Londoño bajo la supervisión del juzgado federal 2.

Rápido de reflejos, Oyarbide dio marcha atrás con su autorización: mandó un oficio a Interpol ordenando que les dijeran a los dos policías colombianos que se fueran inmediatamente del país con los equipos. De paso se declaró incompetente y le pasó la causa de extradición a su colega del federal 2.

“Fue un verdadero lío. El que más se enojó fue el secretario de Seguridad Sergio Berni, porque no sabía nada de la entrada de los colombianos. Casi pierde el puesto el jefe de Interpol”, recordó una fuente del caso consultada por Clarín.

La búsqueda, entonces, quedó en manos de la Secretaria de Inteligencia argentina (algunos sostienen que con un fuerte apoyo de la DEA norteamericana), que ubicó a “Mi Sangre” seis meses después gracias a localizadores colocados en uno de sus autos. Su detención fue anunciada como una hazaña por el secretario Berni.

Pero el episodio de los policías colombianos está lejos de terminar: ahora la Justicia investiga si, como parece, entraron y trabajaron en la Argentina antes de “blanquear” ante las autoridades que lo estaban haciendo. Por lo pronto, Clarín accedió a informes migratorios que indican que ambos agentes llegaron por Ezeiza el 10 de abril (aún antes de que la SI iniciara la pre-causa) y que en junio incluso siguieron a “Mi Sangre” a Paraguay, cuando este se fue a esconder a ese país.

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