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Lo que hasta hace poco parecía imposible –quitarle el poder por la vía democrática a un gobierno populista en Sudamérica– Mauricio Macri lo logró en Argentina. Según expuso el profesor de la Universidad de Buenos Aires Martin Krause, en un seminario auspiciado por ANFE, la semana pasada, su victoria podría significar el inicio del fin del populismo de izquierda en Sudamérica.
Populismo en el sentido de los gobernantes que hacen promesas y dan regalos al pueblo, con el fin de ganar sus simpatías y, con ello, perpetuarse en el poder. Ejemplos son el dúo Chávez-Maduro, que lleva ya 16 años al mando de Venezuela; Evo Morales, que va para los 10 años como presidente de Bolivia; y Rafael Correa, con casi 9 años en Ecuador. Los esposos Kirchner, Néstor y Cristina, presidieron el gobierno argentino por 12 años en conjunto.
Para mantenerse en el poder tanto tiempo, democráticamente, estos gobernantes han recurrido al populismo. Al ser más populares que Colacho en Navidad, han conseguido el apoyo del pueblo para ganar una elección tras otra. A tal grado llega dicho respaldo de la gente, que han sido capaces de modificar las Constituciones de sus países y de violar libertades individuales, para así minimizar el chance de que sus opositores ganen cualquier elección.
De ahí que lo de Macri en Argentina sorprende. Sin embargo, el fenómeno se explica, en buena parte, por los efectos negativos a largo plazo de las políticas populistas. Regalar dinero y desperdiciar recursos solo puede hacerse por un tiempo limitado. Los Kirchner no aprovecharon el periodo de precios de materias primas favorables para hacer los cambios estructurales que fomentaran una mayor productividad y competitividad del país.
Al contrario, denigraron la contribución del sector privado, y con ello la inversión necesaria para diversificar la producción y las fuentes de ingreso del país. Por eso, apenas los precios de materias primas cayeron, el dinero para seguir comprando los favores del pueblo empezó a escasear.
Ahora falta por ver qué hará Macri. La historia de Latinoamérica está repleta de cambios de un populista de izquierda por otro de derecha. La esperanza es que él no caiga en el juego, que pueda hacer las reformas estructurales que su país necesita, y, en consecuencia, logre crecimiento sostenible para los argentinos. Si alcanza a hacer cambios positivos a corto plazo, los demás gobiernos populistas de Sudamérica tendrán sus días contados.
Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.