Este domingo 22 de noviembre será la segunda vuelta de la elección presidencial en Argentina. El candidato oficialista Daniel Scioli y el demócrata liberal Mauricio Macri, se disputan el cetro presidencial en esta elección crucial y todo apunta a que el segundo se adjudicará la victoria. Y por tanto, que habrá un cambio no solo de gobierno sino también de rumbo en ese gran país de América del Sur, el segundo mayor de América Latina.
Diez firmas encuestadoras anticipan la victoria del demócrata Mauricio Macri con una diferencia de 6 a 10 puntos sobre el oficialista Scioli. Por su parte, las tres consultoras de intención electoral que son más cercanas al Gobierno, se han guardado sus datos seguramente para no reforzar los pronósticos de las otras ni contribuir a un triunfo más contundente del candidato opositor.
A las encuestas se les cuestiona porque para la primera ronda electoral, del 25 de octubre pasado, todas anticiparon la victoria del candidato oficialista con una ventaja mayor que los tres puntos que al final marcaron la diferencia. Inclusive algunas hasta anunciaron que Scioli ganaría la presidencia en primera vuelta.
Sin embargo, ahora el ambiente político argentino se ha visto tan favorable al candidato opositor, que la presidenta Cristina Kirchner que es tan locuaz y beligerante se ha abstenido de hablar a favor del oficialista Scioli, a fin de no seguir perjudicándolo con el halo negativo de su personalidad y su administración.
La mejor prueba de que el gobierno populista está claro de su inminente derrota en las votaciones de mañana, es que desde que pasó la primera vuelta electoral numerosos militantes del aún partido gobernante han sido colocados en puestos clave de las estructuras intermedias del Gobierno. Incluso se ha denunciado que en algunos entes gubernamentales han desaparecido computadoras, teléfonos celulares, escáneres y expedientes escritos, conteniendo tal vez información valiosa para el equipo gubernamental que se va y sobre todo para el que se instalará el próximo 10 de diciembre.
Pero todo eso es una clara señal de que si Macri gana la elección de mañana, en Argentina habrá realmente un cambio democrático muy importante que debilitará la corriente populista autoritaria en América Latina y, por lo consiguiente, favorecerá la lucha por la causa democrática en la región latinoamericana, inclusive en Nicaragua.
Macri ha advertido que si alcanza la presidencia alejará a Argentina del “socialismo del siglo 21”, con el cual la presidenta Kirchner ha sido bastante afín aunque sin asociarse al Alba. Macri propone como alternativa lo que él llama el “desarrollismo del siglo 21”, ha criticado la pretensión de Evo Morales de mantenerse en el poder en Bolivia mediante reelecciones sucesivas, ha señalado que el cambio de gobierno es necesario para crear instituciones democráticas sólidas y se ha pronunciado por la libertad de los presos políticos de Venezuela.
Como se ve, si Mauricio Macri se convierte mañana en el próximo presidente de Argentina habrá una modificación importante en la correlación de fuerzas de América Latina, lo cual impactaría favorablemente en la lucha por la restauración de la democracia en Nicaragua.