EFE.
Un grupo se fotografía frente a una pancarta en homenaje a Hugo Chávez.
Ana Mengotti / Bogotá
Las dificultades políticas y económicas que asoman en América Latina después de la bonanza parecen cebarse especialmente en los países con mandatarios que llegaron al poder con la herencia de su antecesor, como principal capital político para aprovechar.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, es el último ejemplo de lo que algunos analistas definen como la "crisis de los sucesores”, que afecta también a Cristina Fernández en Argentina y a Nicolás Maduro en Venezuela.
La excepción a la regla es el "sucesor” por antonomasia de los presidentes latinoamericanos, Raúl Castro, heredero del poder conquistado por su emblemático hermano Fidel en la revolución de 1959.
Rousseff, quien acaba de iniciar su segundo mandato consecutivo, perdió mucho respaldo popular, principalmente debido a un gran escándalo de corrupción en la empresa estatal Petrobras y al parón de la economía brasileña, lo que se tradujo en multitudinarias manifestaciones de protesta en las principales ciudades de su país.
Por razones distintas en lo político, aunque similares en lo económico, Fernández y Maduro tampoco están en su apogeo.
Los tres tuvieron una oportunidad única de llegar a la jefatura de Estado al ser designados por sus antecesores como herederos de su legado político.
Sin duda se ganaron los votos con los que fueron elegidos -Rousseff y Fernández dos veces consecutivas-, pero sin Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez sus carreras políticas seguramente hubieran sido distintas o, al menos, hubiesen tenido otros tiempos.
El hoy expresidente Lula, que tras dos mandatos consecutivos no podía volver a postularse, designó a Rousseff, que entonces era la jefa de su gabinete, candidata presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) para las elecciones de 2010, en las que ganó en la segunda vuelta.
En 2007, el entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, también designó a la hoy mandataria Cristina Fernández, con la que llevaba casado desde 1975 y tenía dos hijos, como candidata a las elecciones presidenciales de ese año.
Hugo Chávez, a su vez, dejó un sucesor antes de morir de un cáncer en 2013: Nicolás Maduro, su canciller y en sus últimos tiempos vicepresidente ejecutivo. Maduro ganó las elecciones de abril de 2013 por un estrecho margen, lo que llevó a la oposición a no reconocer su legitimidad. En 2014, cuando no llevaba ni un año en el poder, afrontó una ola de protestas contra su gobierno que derivaron en violencia y en detenciones de políticos opositores y estudiantes.
Por el contrario, Raúl Castro está en su mejor momento. Emprendió la renovación de las estructuras económicas de Cuba y llegó a un histórico acuerdo político con EEUU. (EFE)
Serios problemas
Rousseff Para la presidenta de Brasil ha resultado muy difícil liberarse de la sombra de su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva. Su nivel de popularidad ha caído en picada.
Fernández Cristina representa la continuidad del llamado kirchnerismo. La crisis de la deuda externa y el caso Nisman le pasan factura.
Maduro El mandatario venezolano no encuentra el modo para revertir la crisis económica, social y política. Su enfrentamiento con EEUU trata de disipar las dudas que gen