AFP
BUENOS AIRES - ARGENTINA
El próximo presidente de Argentina heredará una economía fragilizada por la baja de las exportaciones, falta de inversiones y una inflación que roza el 30%, aunque una batería de políticas de estímulo al consumo creó un clima de bienestar que envuelve las elecciones del 25 de octubre.
"Claro que vivir con inflación es un problema, y sí o sí va a seguir habiendo inflación, sino no estaríamos en Argentina", dice resignada Mercedes Salto, de 58 años.
En los últimos tres años la inflación oficial en Argentina superó el 23% anual mientras que organismos privados la ubicaron en 30% o más. En 2015, el ministerio de Economía calculó que cerrará en 14,5% y analistas económicos pronostican que rozará el 25%. El aumento vertiginoso de precios no es nuevo en Argentina. En 1975 una espiral de hiperflación produjo alzas de hasta 100% en un día, y en 1989, durante el mandato de Raúl Alfonsín (1983-89), los salarios fueron devorados por el récord de 1.923% de inflación anual.
Ahora "necesitamos un cambio, porque tantos controles del Estado sumado a los subsidios sociales que no generan más trabajo, solo más gasto público, no ayuda a que este país progrese", dice enojada Ana Castillo, farmacéutica de 40 años en el centro de Buenos Aires.
Pero a menos de 10 días de las elecciones que podrán fin a la era iniciada en 2003 por el matrimonio de Néstor Kirchner y su esposa Cristina (2007-2011, 2011-2015), no hay tanto clima de campaña política como fervor consumista en las tiendas antes del Día de la Madre, fecha que los argentinos celebran este domingo, el tercero de octubre.
"Los argentinos siempre votamos con el bolsillo, pero esta vez la inflación no está en la agenda de campaña porque la gente no la considera como un grave problema, aunque lo es", dijo Juan Germano, director de la consultora Isonomía.
Así, se disparó el uso de tarjetas de crédito aprovechando el plan Ahora 12, que entre jueves y domingo permite comprar ropa y hasta electrodomésticos a 12 cuotas sin interés, promocionado por la misma presidenta Kirchner.
"Pagando así puedo comprar además del perfume que le gusta a mamá algo para mí", dice Luján González, una estudiante de 25 años, que trabaja en una cafetería.
La suba de precios golpea sobre todo la mesa de los argentinos en este país productor de alimentos donde el precio del pan se multiplicó por cuatro en siete años y también la carne, que era muy accesible y ahora es casi un lujo. Pero el electorado parece no percibir un escenario de crisis inflacionaria.
"La venta de apartamentos está muerta hace 3 años, pero los alquileres a precios altos abundan", explicó Matías Carrera, corredor inmobiliario en el solicitado barrio de Palermo en la capital.