Ciudad de México(MiMorelia.com).- Potrero de Payogasta, un importante asentamiento inca en el noroeste de Argentina que recibe un impulso para su excavación y restauración, es apoyado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en colaboración con la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Provincia de Salta.
Esta antigua urbe que se remonta a mediados del siglo XV, aunque se han encontrado evidencias de ocupación más temprana, está integrada al Qhapaq Ñan, el sistema vial andino que es promovido por seis países sudamericanos para su inscripción como Itinerario Cultural en Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
La provincia argentina de Salta impulsa en particular el Complejo Ceremonial Volcán Llullaillaco y el tramo Santa Rosa de Tastil–Potrero de Payogasta, incluyendo también el sitio los Graneros de La Poma (silos construidos en adobe en el interior de un alero rocoso), localizados en los Valles Calchaquíes y que se caracterizan por las formaciones rocosas de sus quebradas y cerros variopintos.
En septiembre próximo, el investigador del INAH, Luis Alberto Martos López, quien funge como director del Proyecto Arqueológico Potrero de Payogasta, se trasladará de nuevo a este sitio para dar continuidad a trabajos arqueológicos que quedaron pendientes en la última temporada de campo realizada en los últimos meses de 2012.
Con el patrocinio de la National Geographic Society y la participación de los integrantes del Seminario Internacional sobre Conservación de Sitios Arqueológicos, entre septiembre y noviembre del año pasado se avanzó en la liberación, consolidación y restauración de algunas edificaciones del centro ceremonial.
Luis Alberto Martos López, investigador de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, detalló que una de las estructuras trabajadas fue el Ushnu, un altar donde se ofrendaba a las deidades una bebida fermentada conocida como chicha. Allí también se sentaba el curaca o gobernante para presidir ceremonias, rituales, fiestas y audiencias.
Mediante labores arqueológicas fue posible reconocer que dicho espacio estuvo relacionado con la planeación de la ciudad, posee dos cuerpos, así como escalinatas; cada uno de sus lados mide 8 m en promedio. Luego de explorar y restaurar tres muros, en este 2013 se espera concluir la fachada oriental del Ushnu.
La temporada 2012 en Potrero de Payogasta se complementó con recorridos de superficie. A partir de estos reconocimientos se tiene un nuevo enfoque sobre la conformación del yacimiento arqueológico. Para Luis Alberto Martos, se trata de todo un sistema, pues a él se integran otros sitios.
A la entrada del valle, a unos 6 o 7 kilómetros hacia el sur de Potrero de Payogasta, se encuentra el sitio de Cortaderas que debió cumplir una función administrativo-militar, mientras la parte donde residía la élite, el área religiosa, era Potrero de Payogasta, que se extiende sobre una colina de 30 m altura.
“Hablamos de un solo sitio, una cabecera que fue el foco de cohesión de la región. Es posible que la aridez de la zona, que implicaba la necesidad de porciones grandes de tierra para el pastoreo y el aprovechamiento de los aluviones para la agricultura, ocasionó la planeación de un asentamiento disperso”, explicó el arqueólogo del INAH.
Esta hipótesis también se sustenta en que ambos sitios poseen estructuras de función muy distinta. Por ejemplo, en Cortaderas no existe evidencia de un Ushnu (espacio sagrado equivalente al momoxtli o altar, en Mesoamérica), en Potrero de Payogasta tampoco se observan los galerones o “multicuartos” que distinguen al primero.
Potrero de Payogasta abarca alrededor de 800 m de largo, su ancho máximo es de 280 m y el mínimo de 80 m. Encima de esta terraza natural que se levanta al lado del río Potrero se distribuyen tres grupos arquitectónicos (el Norte, el Central y el Sur) donde se tiene el registro de aproximadamente 80 recintos, con alrededor de 50 estructuras hechas de piedra y adobe.
En el Grupo Norte sobresale el muro hastial (de 6 m de alto) de una Kallanca, éste representa el único vestigio en Argentina de estas casonas incas para funciones administrativas y religiosas, hospedar a la milicia inca y llevar a cabo reuniones de consejo.
“Este edificio (la Kallanca) debió medir originalmente 40 m de largo y alcanzar los 8 m de altura. Su techo era a dos aguas”, detalló Luis Alberto Martos, tras referir que el muro que queda en pie se restauró hace 14 años y a fines de 2012 se hicieron sondeos en sus proximidades.
En Potrero de Payogasta también se trabajó la Casa del curaca y su patio anexo, en la parte más alta del sitio. En la esquina de este espacio semisubterráneo se encontraron huesos de llama y platos.
Si bien Potrero de Payogasta se asocia con el periodo incaico que puede remitirse a mediados del siglo XV o a partir de 1481 d.C. (cuando los Valles Calchaquíes fueron integrados al Tawantinsuyu, en el gobierno de Tupac Inka Yupanki), también se ha ubicado material del 500 d.C. y del 900-1000 d.C.
“Cerca de 20 por ciento del material cerámico que hemos recolectado es inca y el resto está vinculado a desarrollos regionales. Parece que los incas enviaban representantes a estos sitios lejanos, pero mantenían a la élite local. Nos importa saber hasta qué grado era la influencia cultural inca y qué tantos elementos autóctonos se preservaron”, señaló Luis Alberto Martos.
Declarado en 1996 Monumento Histórico Nacional, los trabajos que se emprenderán este 2013 en Potrero de Payogasta también incluirán la restauración de una serie de cuartos redondos que se ubican en el área central del sitio.
Los más recientes avances del Proyecto Arqueológico Potrero de Payogasta serán dados a conocer el viernes 25 de octubre, en el marco de las Jornadas de Arqueología, actividad que se realiza en el Museo del Templo Mayor.