El ingeniero químico José Luis Heijo entró al Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) a fines de la década del '70. Su primera tarea fue estudiar la factibilidad de la explotación de los yacimientos de hierro en Valentines y su industrialización. Más de tres décadas después, es el titular de la Dirección Nacional de Industrias, cargo que desempeña desde agosto de este año cuando asumió luego de la renuncia de Enrique Moreno. Heijo habló del acuerdo de libre comercio para el sector automotor que Uruguay y Brasil firmaron días atrás –que viene a sustituir al régimen de cuotas hasta ahora vigente–, del escenario que empieza a asomar en Argentina y de la actualidad del sector. A continuación, una síntesis de la entrevista que tuvo con el El Observador.
Este acuerdo bilateral (con Brasil) se da en un año mercado para el sector por el cierre de Chery Socma y el envío al seguro de paro en autopartistas, argumentando la merma de la demanda de Brasil. ¿Cómo estiman que esto puede impactar en esas empresas?
Nosotros no podemos hacer aumentar la demanda de Brasil, pero lo que sí podemos hacer es aumentar la competitividad de nuestros productos para que aumente su participación en el mercado brasileño, que es lo que intentamos hacer con este acuerdo. Para algunos productos, mejora la protección en el mercado brasileño frente a competidores de terceros países, y para otros mejora la competitividad porque les baja el contenido regional.
Tiempo atrás el MIEM anunció que trabajaba en un decreto que sustituiría al régimen de subsidios que tiene el sector hasta ahora. ¿Se ha avanzado en algo?
No, tenemos un proyecto de decreto y lo hemos discutido con (el Ministerio de) Economía durante el año pasado. Este año, vista la situación inestable de los mercados, hemos dejado en stand by la discusión para desensillar y esperar que aclare.
Hoy tenemos un subsidio que es a la exportación, que es un subsidio plano, que no exige ninguna contrapartida al industrial, simplemente por exportar se le otorga el subsidio. Lo que pretendemos es que eso se transforme en una herramienta de política, o sea que el subsidio se otorgue en función del alineamiento del productor con la estrategia de desarrollo productivo del gobierno. Habrá una serie de parámetros que mediarán ese alineamiento y en función de eso es el mérito que tendrá para recibir un subsidio el productor. Y va a ser un subsidio a la producción y no a la exportación.
¿Qué mensaje recibieron de la industria luego de conocido el acuerdo?
Creo que ellos tenían una confusión en el sentido de que desde la visita del presidente (Tabaré Vázquez) con la ministra (Carolina Cosse) a Brasilia (N. de R.: ocurrida en mayo), desde ese momento que los brasileños ya nos estaban planteando que ellos querían rever el acuerdo, dejar de tener un acuerdo de comercio administrado y pasar a tener uno esencialmente de libre comercio. La ministra llevó un papel, que presentó, el cual establecía claramente que Uruguay estaba dispuesto a considerar lo que Brasil pedía pero que eso echaba por tierra una cantidad de mecanismos que el acuerdo actual vigente tiene para estimular la radicación de inversiones y la exportación a Brasil, que teníamos que instrumentar mecanismos alternativos que compensaran eso que perdíamos al tener libre comercio. Eso estaba claro en el papel que mandó la ministra, y a partir de ahí empezamos a negociar.
Como era una premisa que íbamos a llegar al libre comercio, íbamos a buscar otras herramientas alternativas. El sector privado parece que tenía la confusión de que eso todavía era algo que estaba en negociación, si íbamos a librarnos o no librarnos del libre comercio y mantener la restricción al acceso en función de nuestras importaciones, pero realmente es una confusión, porque ya en el primer papel aparece como que estamos dispuestos a ceder si nos dan algo que compense. Eso después terminamos aclarándolo bien y ahora estamos trabajando con el sector privado para ver cómo afrontamos el nuevo escenario.
Argentina anunció que a fin de mes se dejarán de pedir las declaraciones juradas anticipadas de importaciones (DJAI). ¿Han estado en contacto con el nuevo gobierno por este tema?
El primer contacto con el nuevo gobierno fue por parte del canciller (Rodolfo Nin Novoa) un tiempo antes de que asumiera y al día siguiente de la asunción, con su par (Susana Malcorra). Esos son todos los contactos que ha tenido Uruguay por ahora. Supongo que a partir de ahí se irá construyendo, reconstruyendo, porque hemos perdido todo tipo de referentes con los cuales poder intercambiar y dialogar y solucionar problemas comunes.
O sea que no tenían diálogo con sus pares en los últimos tiempos.
No, no. Por lo menos a nivel de Industria. A nivel de Energía sí había diálogo, a nivel de Infraestructura había alguna cosa, pero a nivel de Industria, nada.
¿Y cómo reciben la noticia de que ese requisito no se pedirá más?
Hay varios problemas con Argentina, ese era un problema bastante grande (DJAI), pero también está el problema de los pagos, con las limitaciones de disponibilidad de divisas (N de R. : la entrevista es previa al anuncio del cese del régimen de control de cambios). Nuestros exportadores también tenían ese problema, que no era menor. Podían vender pero no sabían si podían cobrar. Esperemos que todas estas cosas se vayan acomodando y que volvamos a tener una relación fluida con Argentina, y que nuestros productores puedan acceder al mercado argentino como antes.
¿Calcularon cuánto impactaron las medidas tomadas en los últimos años por el gobierno argentino en la industria nacional?
Es fácil: Argentina representaba el 15% de nuestras exportaciones y hoy representa el 5%.
¿Creen que eso se podrá empezar a revertir?
Fíjese que si se levantan dos restricciones muy importantes como son las DJAI y la restricción cambiaria es una válvula que se abre que tenía muy estrangulado al comercio. Algo va a cambiar evidentemente. Para mejor.
¿Qué diagnóstico hace de la industria en Uruguay y de su situación por sectores?
Tenemos identificado en cada uno de los sectores cuáles son las problemáticas, si son sectores de futuro para el crecimiento de la estructura productiva o si son sectores simplemente que hay que sostener para evitar una pérdida masiva de empleos. Todo eso lo tenemos que tener claro y bien estudiado.
También están los objetivos de política del gobierno. El gobierno pretende que la estructura productiva genere empleos de calidad, que paguen más, que distribuyan más riqueza, por lo tanto, si pensamos en industrias extractivas es una cosa, si pensamos en industrias intensivas en conocimiento y tecnología es otra. En esos sectores hay sectores que son o bien cadenas productivas o sectores que son horizontales y permean toda la estructura productiva: de servicios, tecnológicos, biotecnología y electrónica, o informática. Son sectores horizontales a toda la estructura productiva que tenemos que apoyar porque sí generan empleos de calidad y sí distribuyen.
Tenemos sectores que, hasta donde hemos capturado eslabones de la cadena productiva, o son para exportar productos primarios o son productos que no son primarios pero son apenas elaborados. Con poco valor agregado. Pulpa de papel, pescado fileteado y más nada, lana peinada. Para ese tipo de sectores, diseñamos políticas para que capturen otras etapas del proceso productivo, pero eso en el mundo actual no es soplar y hacer botella.
Todas las etapas de los procesos productivos que antes se concentraban en un solo lugar y de repente en una sola fábrica hoy se fragmentan y se ubica cada uno donde los factores son más favorables. Tenemos que hacer lo posible por ver de qué manera hacemos que los factores sean favorables para las etapas de proceso que nos interesan.