Glamour de primera dama argentina

Con Juliana Awada, la bella esposa de Mauricio Macri, por primera vez hay una pareja con hijos de uniones anteriores en la residencia presidencial de Argentina, y ella está firme en mantener su independencia con sus exitosos negocios familiares en el mundo de la moda.
 
Descontracturada y sonriente, a sus 41 años Awada no parece intimidada por las luces del poder y de la exposición pública con los que empezó a codearse hace seis años cuando la enamoró el ahora presidente argentino, de 56 años, que en aquel momento ya era alcalde de Buenos Aires.
"Acompañaré a mi marido pero siendo yo misma, sin perder mi esencia", repitió al imaginarse su desembarco en la residencia oficial de Olivos (periferia norte de Buenos Aires), previo al balotaje del 22 de noviembre que consagró a Macri, un liberal de derecha, con el 51% de los votos.
Formada en un desaparecido colegio bilingüe inglés de Buenos Aires, --idioma que perfeccionó luego en Oxford--, pero sin formación universitaria, Juliana Awada empezó a trabajar a los 18 años en la empresa textil fundada por sus padres en la década de 1960, que tomó vuelo con exitosas marcas con locales en los centros comerciales de todo el país.
Su padre, Abraham Awada, ya fallecido, emigró a los 3 años desde Líbano hacia Argentina. Su madre, Elsa Baker, hija de inmigrantes sirios, a los 80 años sigue al frente de Awada, una marca de ropa de mujer, codirigida por su hija Zoraida y donde Juliana es diseñadora.
"Mis padres eran musulmanes pero muy abiertos. Soy la menor de cinco hermanos. Tres de ellos tienen pareja de religión judía, mi hermana mayor se casó por iglesia y practica el catolicismo y yo me bauticé", contó.
Durante su infancia viajaba con su madre a recorrer colecciones de moda en París, Londres y Nueva York. "Tuve una infancia sin privaciones, parecida a la que le doy a mis hijas", dice esta empresaria que juega al tenis y al golf y va al gimnasio.
A los 23 años, Awada se casó con Gustavo Capello, un matrimonio que duró poco tiempo. Luego convivió una década con Bruno Barbier, un adinerado conde belga y empresario sojero en Argentina, a quien había conocido en un avión y con quien tuvo a su primera hija, Valentina (13). 
Estaba apenas separada, cuando en 2009 Macri la invitó a salir por primera vez. Sobrevino "el flechazo", dicen ambos, al año siguiente se casaron y en 2011 nació Antonia (4), la debilidad del jefe de Estado. Macri tiene otros tres hijos, ya adultos, del primero de sus tres matrimonios.
Esta es la primera vez que la residencia de Olivos recibe a una "pareja ensamblada", es decir, conformada por personas que tienen hijos de uniones anteriores.

- Primera dama 'hechicera' -
"Gracias por haberme elegido, negrita, mágica, única y hechicera", fueron las palabras que le dedicó Macri en la boda civil realizada en Costa Salguero, el centro de eventos donde también celebró sus triunfos electorales.
La mujer juvenil y moderna que 'hechizó' al nuevo presidente argentino y que se confiesa "cada vez más enamorada" de su marido, se muda con sus dos hijas de su apartamento en el exclusivo barrio Parque de Buenos Aires a la residencia de Olivos. 
Alta y delgada, no pasó desapercibida en sus apariciones el día de la asunción presidencial, sea con vestido blanco o azul, corto o largo, siempre impecable.
Tiene un estilo descontracturado y simple para vestirse, lleva el cabello castaño suelto o semi recogido y usa un imperceptible maquillaje. Prefiere la ropa holgada y esquiva los colores estridentes: "Priorizo siempre estar cómoda", sostiene.

- Entre hermanos -
En la última década, el nombre Awada fue salpicado por denuncias que acusaban a la empresa de uso de "trabajo esclavo", al contratar para la confección de ropas talleres textiles clandestinos donde se produce en condiciones infrahumanas. 
Todos fueron sobreseídos por la justicia. El último exculpado en abril pasado fue Daniel Awada, hermano de Juliana, dueño de las exitosas marcas Cheeky (ropa infantil) y Como quieras que te quiera (ropa de adolescente).
Los otros hermanos de Juliana son Leila, una artista plástica, y Alejandro, un reconocido actor de 54 años, que está en las antípodas políticas de su hermana.
"A Juliana la quiero mucho pero queremos dos Argentinas distintas", declaró tiempo atrás el actor al expresar su "profundo agradecimiento" a la expresidenta Cristina Kirchner (2007/2015). Alejado de la familia, ahora opta por el silencio.

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