La fuga de tres peligrosos delincuentes vinculados al tráfico de efedrina a México, quienes cumplían condenas a cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad en Argentina, provocó una grave crisis política para el nuevo presidente, Mauricio Macri.
A solo 18 días de haber comenzado su gestión, Macri tiene que enfrentar la conmoción de un escape que es interpretado como un "pago de favores" de policías corruptos hacia los criminales o una amenaza mafiosa para su gobierno.
La madrugada del domingo, Víctor Schillaci y los hermanos Martín y Cristian Lanatta, condenados por el crimen de los empresarios Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina se fugaron del penal de General Alvear, en la provincia de Buenos Aires.
El caso, que se conoció como "triple crimen", ocurrió en agosto de 2008 y cuatro años después un tribunal concluyó que los hermanos Lanatta y Schillaci habían asesinado a los empresarios por órdenes de Ibar Esteban Pérez Corradi, quien se encuentra prófugo.
Pérez Corradi manejaba el millonario tráfico de efedrina —que se utiliza para la fabricación de drogas sintéticas como la metanfetamina— hacia México y tenía vínculos con el cártel de Sinaloa, pero mandó a eliminar a Forza, Ferrón y Bina porque quisieron competirle en el negocio y venderles ellos mismos el precursor químico a narcos mexicanos.
En una de sus últimas declaraciones ante la Justicia, Martín Lanatta vinculó directamente al empresario argentino-mexicano, Carlos Ahumada Kurtz Ahumada, en el negocio de la efedrina.
De acurdo a Lanatta, habría estado al menos dos veces en la casa de Ahumada en Buenos Aires.
Ahumada —que protagonizó en 2004 un videoescándalo al entregar fajos de billetes al perredista René Bejarano— fue recientemente asociado al tráfico de uranio a China y al cártel de Guerreros Unidos por Sidronio Casarrubias, líder de esa organización criminal.
Antes de las elecciones presidenciales, Martín Lanatta ofreció una entrevista al principal programa opositor al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para denunciar que el "triple crimen" había sido ordenado por el entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
El funcionario competía en ese momento por la gubernatura de la provincia de Buenos Aires, que terminó perdiendo en manos de la opositora María Eugenia Vidal, quien, una vez que se enteró de la fuga de los asesinos, echó a los jefes del Servicio Penitenciario.
Desde el kirchnerismo reconvertido ahora en oposición, ya denunciaron que la fuga de los criminales fue un "pago de favores" por haber involucrado al ex jefe de Gabinete en el tráfico de efedrina.
En medio de la conmoción, otros analistas consideran que el escape es un "mensaje mafioso" al nuevo gobierno, en particular por parte de las fuerzas de seguridad de la provincia de Buenos Aires que están marcadas por la corrupción y la impunidad.
El gobierno ya ofreció una recompensa de dos millones de pesos (alrededor de 140 mil dólares) y puso en marcha operativos especiales en las fronteras para tratar de recapturar a los asesinos que son buscados por la Interpol.
El gobierno argentino no descartó que el narcotráfico pudiera haber financiado la fuga y denunció "complicidad" del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).
"No hubiera sido posible esa fuga sin complicidad de una parte del Servicio Penitenciario y eso lo sabemos todos, es más que evidente", sostuvo Vidal.
Los tres hombres se fugaron a las tres de la mañana del domingo vistiendo ropas oscuras utilizadas comúnmente por personal del SPB, tras amenazar con un arma de fuego a la guardia y utilizar como rehenes a personal carcelario. Trascendidos periodísticos señalan que el arma era de juguete y que el escape se realizó en 15 minutos.
"Aparecerán muertos"
Franco Schillaci aseguró ayer que su hermano (Víctor) y los otros dos fugitivos "van a aparecer muertos". "Los dejaron salir para asesinarlos o los tienen secuestrados", señaló.
"No sé nada de mi hermano. No sé si fue una fuga o si los sacaron. Adentro del penal no los podían asesinar. Ellos van a aparecer muertos", afirmó en declaraciones al canal C5N.
En este sentido, Aníbal Fernández reclamó que los prófugos "aparezcan vivos" e hizo responsables a Vidal y al ministro de Seguridad Ritondo si eso no sucediera.