En este año 2016 la Argentina está dando los pasos para volver al mundo después de 14 años de haber permanecido fuera de él. Esto ocurrió justo cuando la tasa de interés era casi cero y sobraba el dinero para países emergentes, no sólo los grandes como Brasil, Rusia, China, India, sino también para países chicos como Uruguay o Bolivia. En ese período la Argentina decidió, paradójicamente, desendeudarse cuando era lo opuesto a lo que resultaba apropiado para los intereses del país.
Ahora queremos volver a endeudarnos, pero la situación cambió. En diciembre de 2015 se inició la reversión de la crisis de 2007 con la suba de tasas en EE UU y el dólar americano se ha convertido en la moneda fuerte del mundo. En otras palabras, casi todas las monedas del mundo se han devaluado en comparación con el dólar, pues para poder exportar hay que tener un tipo de cambio competitivo. Hoy, esos tipos de cambio "atrasados" no pueden compensarse con precios altos de exportación pues ya no rigen los superprecios de las materias primas, como la soja, el hierro, el cobre, el oro y el petróleo. Al contrario, estos precios han caído, en muchos casos, a menos de la mitad de lo que eran hasta hace 18 meses. Se está concluyendo la "crisis de la sub-prime" y viene otro mundo distinto, al que hay que entender para integrarse convenientemente.
Recordemos brevemente el desarrollo de la crisis sub-prime. Los bancos obligatoriamente debían dar crédito sin discriminar a nadie según los términos de la Ley de Igual Oportunidad de Crédito (Equal Credit Opportunity Act). Dicha ley (original de 1974, reformada después en 1992) exigía destinar hasta un 20% del total del crédito hipotecario a gente de distintas categorías económico-sociales. El volumen de estas operaciones fue irrelevante durante muchos años, pero cuando las autoridades de control de los bancos presionaron para su cumplimiento muy estricto con fuertes multas a las entidades si no cumplían con esta ley, el volumen de los créditos de segunda o alto riesgo (sub-prime) aumentó vertiginosamente.
"En este año 2016 la Argentina está dando los pasos para volver al mundo después de 14 años de haber permanecido fuera de él"
Casi todos los originadores de hipotecas eran bancos pequeños, regionales, que tenían recursos limitados. Así se generó un mercado secundario con tasas de rendimiento muy atractivas, "securitizando" dichas hipotecas. El crecimiento de estos activos de baja calidad o sub-prime fue exponencial y llegó al 20 % del sistema hipotecario americano. El problema explotó cuando la gente con pocos recursos no pudo pagar sus cuotas, especialmente cuando la Reserva Federal quintuplicó los intereses desde 1% anual a 5,25 % anual en muy poco tiempo. Los bancos grandes entraron en crisis, la desconfianza se apoderó del sistema y varios fueron a la quiebra, entre ellos, el banco Lheman Brothers que había sido fundado en 1850, por lo cual también se conoce a esta crisis con ese nombre.
Este problema se combinó con otra falla aún más importante del sistema, desencadenando mucho más fuertemente el colapso. Esa falla consistió en permitir la reunificación de los bancos comerciales y los de inversión en una sola entidad, que por un fuerte "lobbing" del sector lograron que en 1999 se derogara la "Glass-Steagall Act". Esta ley había sido aprobada en 1933 para separar las actividades de la banca de inversión de la banca comercial por lo cual los bancos comerciales no podían tener acciones en sus activos, pues esa actividad fue una de las causantes de la crisis de 1929. Se dijo que la ley se derogaba "para poder competir con los bancos europeos" que no tenían esa restricción. Después de la crisis se han implementado muchísimas regulaciones, las que suman más de 3.000 páginas, pero no se volvió claramente a la ley de 1933, es decir, a la verdadera solución, aunque sí de una manera indirecta.
Se estima que la mayoría de los bancos no tiene claro su plan de negocios para los próximos años. Las regulaciones para que funcionen tienen que ser simples, no de miles de páginas, como ocurre actualmente. Los bancos están achicando sus staff (echando gente) y cerrando sus casas en continentes enteros, pero aun así no tienen muy claro cuál será el negocio en el futuro.
Como los bancos son el corazón del sistema económico (nos guste o no nos guste esta idea) es un tema que deberá clarificarse pronto, sobre todo ahora que la FED ha iniciado el incremento de la tasa de interés de referencia.
El crecimiento económico requiere de la intermediación financiera entre el ahorro y la inversión, función que cumplen principalmente los bancos. Si esos canales no funcionan o se distorsionan en especulación sin crear valor, la inversión no crece con vigor y el sistema económico no responde a las expectativas de la población.
Volviendo al interés del país, la Argentina está "desinvertida". Por lo tanto existe una gran oportunidad para generar una fuerte corriente de inversión hacia aquí y ocupar productivamente a mucha gente. Pero debe quedar claro como el agua que, con el nuevo gobierno, estamos viviendo realmente un "shock de institucionalidad" que fue lo que se prometió en la campaña política presidencial y que es lo que necesitamos para crecer. La pobreza en el 29 % de la población no puede seguir esperando.