Con 88 años de edad, Beji Caid Esebsi, que se declaró este domingo ganador de las elecciones presidenciales tunecinas, es un veterano de la política de ese pequeño país que se subió al movimiento de la revolución democrática.
Abogado de formación, Esebsi lidera el partido Nidaa Tunes, que ya se impuso en las legislativas del 26 de octubre.
Su director de campaña aseguró poco después del cierre de las urnas que la tendencia confirmaba la victoria de Esebsi, que ya había ganado la primera vuelta de las presidenciales.
Esebsi, un declarado partidario del laicismo del Estado, fue nombrado primer ministro provisional en febrero de 2011.
Condujo a su país con mano firme hasta las primeras elecciones libres de su historia, en octubre de ese año, que ganó el partido islamista Ennahda.
Su carrera es dilatada. Fue ministro de Interior, de Defensa y de Relaciones Exteriores con el primer presidente y padre de la independencia, Habib Burguiba. Luego fue presidente del parlamento en 1990-1991 bajo Zine el Abidin Ben Alí, el mismo líder que apartó a Burguiba del poder.
Por todo ello ha sido acusado por su rival en las elecciones, el presidente saliente Moncef Marzuki, de ser un simple producto del antiguo régimen, que se derrumbó en enero de 2011, tras unas históricas revueltas populares que dieron nacimiento a la Primavera Árabe.
En 2012 también fue objeto de una demanda de un movimiento opositor, los yusefistas, torturados en la época en que Esebsi era ministro del Interior.
Esebsi desdeña esas críticas y asegura que sólo trabaja en el marco de la Constitución adoptada en enero, que limita las prerrogativas presidenciales, para evitar un retorno a la dictadura.
Padre de cuatro hijos, nacido en el seno de una familia de clase media en 1926, es un claro representante de la generación surgida de la independencia y del pensamiento de Burguiba, al que califica de "visionario" a pesar de las críticas sobre las derivas autoritarias de aquel régimen.
Pero Esebsi tiene en su contra su avanzada edad, frente a una revolución sostenida por los jóvenes. "La juventud no es un estado civil sino un estado de espíritu", aseguró.
Su partido Nidaa Tunes ("La llamada de Túnez") es una formación heterogénea, que lo mismo atrae a los hombres de negocios que a los intelectuales, los sindicalistas y los militantes de izquierda, así como los nostálgicos o a los miembros del régimen de Ben Alí.
A todos ellos les une el miedo a los islamistas. Por eso Esebsi se puede permitir el lujo de decir que los miembros del RCD, el partido disuelto de Ben Alí, "siguen siendo ciudadanos que (...) tienen derecho a participar en la vida política de nuestro país. Si no, es como si les hubiéramos quitado su nacionalidad", afirma.
Nidaa Tunes fue creado hace tan sólo dos años, pero le bastó ese corto tiempo para desalojar del poder a Ennahda.
Los islamistas "llevaron a Túnez hacia atrás", martillearon Esebsi y sus partidarios durante la campaña electoral.
"Queremos un Estado del siglo XXI, un Estado de progreso. Nos separan 14 siglos de esa gente", asegura Esebsi.
De todas formas, Esebsi se declara dispuesto a colaborar con Ennahda, que "forma parte de la vida política", dice. No duda tampoco en citar el Corán y viejos proverbios tunecinos para recordar a los votantes que los islamistas no tienen el monopolio de la religión.
Para las presidenciales, el exprimer ministro no dudó tampoco en cargar contra su adversario de izquierdas Marzuki, al que llegó a acusar de estar apoyado por los "salafistas yihadistas", y con el que se negó incluso a debatir.
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