GLOUCESTER, Gran Bretaña.- Hace cuatro años, Escocia se quedaba afuera de los cuartos de final por primera vez en la historia a manos de los Pumas y el gran try de Lucas González Amorosino. Si ese partido se jugara hoy, condiciones climáticas al margen, sería totalmente distinto. Como el seleccionado argentino, el escocés está en pleno proceso de transformación. Ayer, dio muestras de que va por buen camino al debutar en Inglaterra 2015 con un contundente triunfo 45-10 ante el amenazante Japón.
Otrora una potencia, el seleccionado del Cardo hace rato que ha quedado relegado del primer mundo del rugby. El sorteo del Mundial le deparó un grupo a priori exigente pero factible, con Samoa como rival directo para volver a meterse entre los ocho primeros, pero la sorpresiva victoria de Japón ante Sudáfrica en la primera fecha abrió el Grupo B de manera tal que cualquier cosa puede pasar. Ayer, en el Kingsholm Stadium de esta ciudad, Escocia supo contener el envión de los nipones y mostró las remozadas armas con las que espera recuperar su sitial entre los grandes: un técnico (neozelandés) con vocación ofensiva, jugadores jóvenes, defensa sólida y el aporte de rugbiers extranjeros, un lugar común en este Mundial.
Luego de aquella dura batalla bajo la lluvia en Wellington que a la larga determinó que los Pumas pasarían a cuartos de final y Escocia se volvería a casa, ambos equipos iniciaron una reconstrucción. Pero no fue sino hasta junio de 2014 en que el cambio para ambos se profundizaría. Como Hourcade en los Pumas, Vern Cotter, ex entrenador de Clermont, asumió en Escocia y produjo una revolución. Marginó a veteranos como Kelly Brown, John Barclay, Richie Vernon o Nick De Luca y apostó por una camada de jugadores jóvenes. Gran parte de este plantel se empezó a forjar en aquella gira, que incluyó un paso con victoria por Córdoba.
Ayer, en el primer tiempo, Escocia sostuvo con una gran defensa el avasallamiento con que Japón parecía continuar tras el batacazo ante los Springboks y se mantuvo al frente gracias al pie del medio-scrum Greig Laidlaw (20 puntos), local en Gloucester. "Estoy feliz de haber regresado, es emocionante jugar aquí. Es una cancha especial", dijo el capitán sobre Kingsholm, una de las dos canchas de clubes de rugby que hay en el Mundial (la otra es Sandy Park, en Exeter).
Los 14.354 espectadores que colmaron el coqueto estadio se dividieron casi en mitades entre excéntricos escoceses con pollera que sólo tuvieron que hacer unos cuantos kilómetros y fanáticos japoneses que llegaron desde el otro lado del globo. Pero toda la euforia que traían los japoneses se empezó a apagar a los 4 del segundo tiempo cuando perdieron al tongano Amanaki Mafi, la figura hasta allí y autor del primer try, que salió lesionado en camilla. Y dos minutos más tarde el incansable tercera línea John Hardie empezaba a estirar una ventaja que liquidó psicológicamente al rival. Con cinco días de descanso tras el gran esfuerzo que fue vencer a Sudáfrica, Japón empezó a fallar algunos tackles y los rápidos y jóvenes backs escoceses (con Stuart Hogg y Mark Bennett a la cabeza) se hicieron un festín: cuatro tries más y punto bonus clave.
"Cotter le dio al equipo una nueva identidad y una dirección hacia dónde quiere jugar", explicó a La Nación Lewis Stuart, periodista del Herald escocés. "Mantiene la fortaleza del pack, pero con centros punzantes capaces de quebrar la defensa y una tercera línea dinámica capaz de sostener ese juego".
Con la base de Glasgow Warriors, campeón de la Liga Celta, Escocia cuenta también con una ayudita extra. El 3a línea sudafricano Josh Strauss hizo su debut con el seleccionado cuando ingresó en el segundo tiempo apenas tres días después de convertirse en elegible al cumplir los tres años de residencia. Su compatriota WP Nel lo había imitado en junio y el neozelandés Sean Maitland, de larga trayectoria en Crusaders, consiguió la ciudadanía en 2013 por tener abuelos escoceses.
Todavía le falta jugar con Samoa y Sudáfrica, pero ¿para qué está Escocia? "Para llegar a cuartos de final", responde un hincha con algunas cervezas de más. Lo dice casi con resignación. Cuatro años atrás hubiera anhelado estar en esta situación.