LA HABANA (De una enviada especial).- Más allá de la gigantesca silueta del Che Guevara dominando desde el Ministerio del Interior, no faltaron ayer banderas argentinas, ni de San Lorenzo, en la Plaza de la Revolución.
Con una enorme bandera y mate en mano estaba Julia Giuliano, sanjuanina que estudia medicina en Santa Clara. "Había estado en la misa de Benedicto XVI, en 2012, pero para una argentina ver al papa argentino es una emoción inmensa. Es un honor, un orgullo", dijo a LA NACION Julieta, que contó que llegó a La Habana en un grupo de más de 125 colectivos que salieron desde Santa Clara, a tres horas y media de esta capital. "No dormimos desde hace un día y a las tres de la mañana ya estábamos acá", destacó.
Junto a ella estaba Eduardo Alvelo, porteño que vive en Nueva Orleans, que acompañó a su esposa, vestida con una camiseta de Boca, a hacer un intercambio estudiantil hasta diciembre. "No lo puedo creer, estar acá es un sueño, la juventud está supermovilizada con la visita de Francisco", dijo.
"Venimos muchas veces a Cuba de vacaciones, pero esta vez vinimos a verlo por primera vez a Francisco, por su humildad, su frescura, su liderazgo", contó por su parte Marisa Gorrochategui, que viajó desde Viedma, provincia de Río Negro, junto a su compañero Jorge Cámpora, de Carmen de Patagones. Los dos estaban vestidos de pantalón corto y camiseta de la selección argentina.
Como la mayoría de los argentinos presentes, la pareja estaba al tanto de la presencia de la Presidenta. "Sí, pero no vinimos a verla a ella", aclaró enseguida Marisa. "Nos dijeron que vino con un montón de gente... Pero no me hagas hablar de ella porque vine para otra cosa, por favor", pidió.
Mónica del Carmen Jubicino, monja de la congregación de las Hijas de Nuestra Señora del Monte Calvario, formoseña, en cambio, estaba desesperada en otro sector de la plaza para que la seguridad presente en el lugar la dejara ir hacia la primera fila, para saludar a la Presidenta. "¡Quiero saludarla a Cristina!"