La Razon /
En el país hay más de 10 millones de pobres y aumentó la desigualdad. Además, en los últimos 12 años, se deterioró el acceso a un empleo formal y a vivienda, salud y educación dignas, sobre esta última, se conoce que el 37% de los jóvenes no termina la secundaria.
Ésas son algunas de las conclusiones del último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), de la Universidad Católica Argentina. Denominado "Heterogeneidades estructurales y desigualdades sociales persistentes", y realizado con datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA), una de las mediciones socioeconómicas más confiables del país, casi la mitad de los trabajadores tiene un empleo precario o hace "trabajos de indigencia" (por ejemplo, el cartoneo).
Por otro lado, entre 2004 y 2012 aumentó la brecha social, es decir la diferencia entre la calidad de vida del sector medio y la del más vulnerable, lo que plantea un panorama que se agrava con los años: más de la mitad de las nuevas generaciones de adultos está excluida del sistema de seguridad social.
Además, alrededor de 3 millones de personas están mal nutridas y una de cada 10 viviendas no tiene agua corriente y, tres de cada 10, no cuentan con cloacas. Se suman 500.000 hogares que viven en la indigencia, situación en la que se encuentran porque no accede al valor real de la canasta básica alimentaria.
Al mismo tiempo, el 37% de los jóvenes no termina la secundaria y el 20% no estudia ni trabaja. El 12% de los niños de entre 5 y 17 años debe hacer alguna actividad laboral y dos de cada 10 hogares requieren asistencia pública, con un total de 23,5% que necesitan un programa de asistencia social permanente.
"La marginalidad estructural no mejoró en la Argentina a pesar de años en los que el país creció a un ritmo de 8% anual. Se cristalizó la pobreza estructural, la imposibilidad de alcanzar niveles elementales de bienestar e integración social", dice Agustín Salvia, investigador jefe del Observatorio.
"La mitad de los pobres de 2002 dejaron de ser pobres, pero los niveles anteriores a la crisis se agravaron. Buena parte de la conflictividad social tiene que ver con la desigualdad y con expectativas no satisfechas. El delito, el arrebato y el saqueo están dentro de un contexto de descomposición social, de gente que siente que el sistema no los incluye y que la distancia con los que están mejor es cada vez mayor", contó.
En ese mismo contexto, Según Salvia, "está aumentando la pobreza por la inflación y el estancamiento del empleo formal. En 2013 subió por encima del 25%". Si en 2003 la tasa de pobreza era del 50,9%, en 2012 fue de 24,5% (5,4% para el Indec en 2012). Es decir que casi el 30% de los argentinos (si sumamos el 4,9% de indigentes) no logró salir de esta situación, pese al fuerte crecimiento económico. Con ese marco, la ayuda social pasó del 10,3% del PBI en 2007 al 15,3% en 2012.
Los datos que ofrece son llamativos: hoy, un hogar constituido por padre, madre y dos hijos necesita un ingreso mínimo de $3900 para no ser considerado pobre, en cambio, para el Indec, necesita $1750.