El Papa y México

El Papa Francisco le dijo a un amigo que Argentina corría el riesgo de mexicanizarse. Esto fue tomado por el gobierno mexicano como una intromisión en asuntos internos.

Tanto fue así que enviaron una nota diplomática a El Vaticano para evitar que se estigmatice al país.

Es verdad que el Papa no puede aludir a una mexicanización de Argentina, pues si bien ese país no tiene tantos problemas derivados del crimen organizado como México, sí afronta una problemática social, política y económica quizá peor que la mexicana.

Argentina y México, pues, se miran en un mismo espejo: el de la descomposición social. No obstante, más allá de los reclamos de México, es indudable que no se puede tapar el sol con un dedo. Pretender que no pasa nada es tanto como decir que México es jauja y la verdad es que no es así.

Los casos Iguala y Tlatlaya nos han demostrado la convivencia entre crimen y política, lo que no es nuevo. Partidos y gobiernos se han unido con los delincuentes y la consecuencia es mayores agravios para los mexicanos.

Antes de salir a protestar por lo que se diga en el extranjero acerca del país, el gobierno debía limpiar la casa. Sólo así podría exigir, con todo derecho, que no se hable de lo malo.

Mientras tanto, se tienen que soportar las críticas, sean de adentro o de afuera. Eso pasa por no atender con prontitud los problemas más apremiantes del país.

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