El otro default. La Argentina, un país desconfiado

La Argentina es ahora un país desconfiado. La frase no es empírica, sino que surge del estudio global más importante sobre credibilidad en las instituciones al que la nacion tuvo acceso exclusivo.

El Gobierno, las organizaciones no gubernamentales (ONG), los medios y las empresas tienen una caída este año versus el ejercicio anterior.En el primero de los casos toca un piso del 21% versus el 48% que tiene la media global, según los datos del Edelman Trust Barometer,que cuenta con la participación de 33.000 encuestados de 27 países y mide desde hace 15 años el estado de la confianza en el mundo.

La Argentina retrocedió del puesto 14 al 20 del ranking de confianza en las instituciones sobre un total de 27 países relevados y dejó de lado la categoría neutral que supo conseguir en 2014. "En nuestro país el Gobierno tiende a cooptar al Estado y no existe distinción, a diferencia de otros, como Brasil o Chile, donde independientemente del signo político se toma distancia", describe Juan Viglione,director de Pheasant Partners y especialista en semiótica.

Se refiere principalmente a estrategias marco que no varían de un signo político a otro, algo que en la Argentina aparece como una cuenta pendiente.

Entre las ONG se da por primera vez en muchos años un repliegue, aunque aquí siete de cada diez argentinos confían en esta institución por encima de las otras tres y unos ocho puntos más que lo que ocurre a nivel mundial.

"En un escenario económico más complicado lo que sucedió es que se dejaron de hacer varias cosas. La falta de financiamiento llevó a muchas ONG a poner su foco en revertir ese rojo financiero e impactó en menos acciones que se sienten en los lugares específicos adonde se desarrollaron programas que fueron cancelados", admite Santiago Mazzeo, titular de Nesst, la incubadora de emprendimientos sociales. Ya desde 2014 más de un 30% de las empresas recortaron sus presupuestos de responsabilidad social empresaria con un impacto directo en las finanzas de las organizaciones intermedias que vivieron en carne propia la economía estancada con ingresos en baja y costos en alza.

Entre los medios la brecha que marca el resultado local del Trust Barometer respecto del mundo es de catorce puntos y en las empresas de once. "Lo que ocurre es que la media de confianza de los medios alineados al gobierno es del 25% versus la media del 40% que tienen los no alineados y eso juega en contra de la credibilidad del sector", grafica Cecilia Mosto, politóloga y titular de la Consultora CIO, quien desde hace diez años también tiene su relevamiento de hábitos y confianza en las instituciones. "En la medida que se acerca el fin de mandato se empieza a revertir la tendencia de baja en diarios, radio y TVtv, pero sobre todo por el impacto de quienes son críticos", resume.

La primera fuente a acudir para información general es la búsqueda online que también aparece como el camino natural para la información de último momento y para validar los datos. En tanto tres fuentes aparecen como los autores más confiables en redes sociales a nivel mundial: "mis amigos y familia"; "un experto académico" y "la empresa que utilizo¨. Entre los que generan más desconfianza surgen los "funcionarios electos" y las "celebridades".

En la Argentina incrédula son los "expertos académicos" y la "familia y amigos" los que generan mayor empatía, mientras el "funcionario electo" se ubica en el piso. "La misión final de la universidad es buscar la verdad y el académico o experto tiene una acumulación de conocimiento que está dada por la conjunción de la práctica con la teoría", sintetiza Alicia Caballero, decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina.

Un capítulo aparte

La confianza en los negocios pasa factura a tantos años de silencio. La Argentina refleja uno de los mayores retrocesos con unos 12 puntos entre el "público informado" y muy por debajo de Brasil y México entre los vecinos del continente. "La verdad es que no me sorprende. Vivimos diez años hablando bajito por temor a represalias y ahora es tarde para dar vuelta nuestro posicionamiento", confía, paradójicamente desde el off the record, el titular de una de las empresas más grandes del país. Las firmas de propiedad familiar figuran a la cabeza entre las más creíbles con el respaldo de siete de cada diez personas que participaron del relevamiento. Las estatales, en tanto, son validadas por un 23% del total y las grandes empresas por un 44%. Entre los referentes locales los funcionarios de gobierno son los voceros menos creíbles, seguidos por los CEOs de las compañías, refleja el estudio global de Edelman. Los académicos, en tanto, figuran también entre los más confiables para las empresas al igual que los técnicos o expertos.

El saldo para el top management es claramente negativo. Si se mira la proyección 2011-2015 aparece una caída libre respecto de la credibilidad de los directores generales: pasó del 74% cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner asumió su segundo mandato al 49% actual. A nivel mundial el retroceso fue menor: del 50% de confianza de 2011 hoy se encuentra en un 41%. "En la Argentina los dirigentes de empresas no se asumen como dirigentes a la hora de defender las instituciones. El año pasado nos unió el espanto y logramos empezar a dar vuelta la página con el Foro de convergencia", sostiene Juan Pablo Simón Padrós, titular de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE). Y agrega: "Dde cara al futuro inmediato los mensajes deben ser consistentes y reflejar con hechos lo que se dice pero también lo que se calla sino los proyectos tienden a apagarse".

Al momento de comunicar cada tópico la identificación del líder más respetado varía: para hablar de compromiso y de integridad son los empleados los más confiables; de producto los académicos; de objetivos hay un empate entre académicos y consumidores y de operaciones los empleados y nuevamente los académicos.

En el piso de todos los influenciadores aparecen los voceros, según el research que da cuento del descrédito entre lo que muchas veces se dice formalmente versus lo que la compañía realmente hace. Cabe aclarar que integridad implica para quienes respondieron al estudio tener prácticas empresariales éticas, llevar a cabo acciones responsables y tener transparencia. Por compromiso se entiende escuchar a las necesidades del cliente y ofrecer una respuesta, tener buen trato hacia los empleados, prestar más atención al cliente que al beneficio económico y comunicar con frecuencia y honestidad el estado de la empresa.

En términos de confianza la construcción del posicionamiento para los productos y servicios pasa por ofrecer items de buena calidad e innovar. En tanto el propósito gira en torno a proteger y mejorar el medio ambiente, atender a las necesidades sociales, y crear programas que impacten positivamente en la comunidad. Las operaciones se juzgan por la entrega de retornos financieros altos y consistentes y figurar en la lista mundial de mejores empresas para trabajar.

Si se miran las causas de porqué para una minoría aumenta la confianza en las empresas aparecen respuestas disímiles: "que producen crecimiento económico, que permiten ser un miembro productivo de la sociedad y que tienen una amplia gama de servicios públicos", según juzgan los encuestados del Trust Barometer. En Brasil si bien coinciden en el crecimiento como el factor principal, dos afirmaciones muy distintas encabezan el podio: "me permite ser un miembro productivo de la sociedad" y "me ayuda a mí y a mi familia a vivir una vida plena".

Cuando se les pregunta a los líderes locales por la confianza en la innovación empresarial sólo una minoría la considera adecuada. En la Argentina un 52% cree que va demasiado lento y en Brasil un 59% demasiado rápido y menos del 13% sostiene que el ritmo es el conveniente. De los últimos desarrollos que se incorporaron en el terreno de innovación un 81% avala el pago electrónico y móvil y un 62% la computación en la nube. Mientras los alimentos genéticamente modificados se encuentran en el piso del respaldo con un 25%.

Las razones del descenso en la confianza en las empresas argentinas arrancan en que no logran contribuir a un bien mayor (45%), carecen de crecimiento económico (44%) y ofrecen pocos o nulos servicios públicos (34%).

"Hay otro foco de conflicto que también empieza a aparecer. Los sindicatos están mejorando en términos de percepción en la medida que se van los gordos y empieza a aparecer una nueva generación. Hay una exigencia de recambio en todos los sentidos", agrega la politóloga Cecilia Mosto. Sólo un ejemplo más de un país donde existe otro default bien marcado: el de la confianza..

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