El día del arquero

Una gaviota usa de pista de aterrizaje la chimenea de la Capilla Sixtina. Es 13 de marzo. Fumata blanca. Jorge Bergoglio, un Cuervo, es elegido como Sumo Pontífice. Ese nombre ahora quedará registrado en su DNI: a partir de ese momento se llamará Francisco.

Pasaron dos años de aquello. Fue un día como hoy, y que en la Argentina se vivió en forma especial. A lo ancho del país, de Buenos Aires a Mendoza, donde Sebastián Torrico, relegado en Godoy Cruz por Nelson Ibáñez, sólo se ponía el buzo por Copa Argentina. Que generó temas de conversación de Ushuaia a Jujuy, donde Marcos Díaz, tan creyente como laburante, peleaba un puesto en Gimnasia. En ese momento, tal vez por sus cabezas habrán pensado que solamente un guiño del Barba podría cambiarles el destino. “Hace unos años estaba un poco rendido. Era suplente. Pero nunca aflojé a la hora de trabajar. Después, en forma inesperada, llegó la oportunidad de venir a San Lorenzo. Era difícil, pero se dio”, se abre el Cóndor. “Tenemos historias parecidas. Yo a Huracán llegué a último momento. Me salió la oportunidad gracias al Turco (Mohamed), que me había dirigido en Colón. Creo que ambos mantuvimos siempre la convicción de laburar para lograr cosas importantes. Estamos teniendo nuestra revancha”, reconstruye Marcos recordando lo que le tocó vivir en los últimos años, comparando su historia con la del golero del CASLA.

Un parangón atinado: en el 2013, a los arqueros les cambió la vida. Torrico llegó a Boedo y allí se ganó el puesto y dos títulos: el Inicial 13, que se cerró con un atajadón suyo a Allione (Vélez) en la 19ª fecha, en la que lució los guantes que días más tarde le regalaría a Francisco; y la Libertadores, en la cual brilló en la tanda de penales ante Gremio en la que el San Lorenzo del Patón avanzó a cuartos de final. Y Díaz la rompió en una definición similar, pero por la Copa Argentina 2014, ante Central, dándole a Huracán un título tras 41 años, y ratificando su idilio con una actuación top en el ascenso del Globo a Primera. “Tenemos carreras parecidas: jugamos en tres clubes diferentes, y pasamos de no ser tenidos en cuenta en los clubes que nos vieron nacer, a lo que nos toca vivir hoy. Sebastián es un referente de San Lorenzo y, gracias a lo de la Copa, yo también lo soy en Huracán”, ratifica Marcos. “A él le salieron las cosas bien. Y me alegra, porque nos conocemos hace mucho”, devuelve Torri, quien pegó buena onda con Marcos a través de un amigo en común: Diego Pozo, cumpa suyo en Godoy Cruz y de Díaz en Colón, épocas en las que ni se imaginaban que se volverían a enfrentar, ya como titulares (y figuras) de San Lorenzo y Huracán respectivamente, en un clásico como el que se jugará el domingo, que volverá a disputarse luego de cuatro años y que, para ellos, resulta algo nuevo.

-Los dos son muy queridos. Imagino que se han cruzado en estos días con los hinchas. La frase que primero escuchan es...

Díaz: -”¡Hay que ganar el domingo!”. Es lo primero que te recalcan. Y recién a lo último te desean suerte. Si se acuerdan, ja.

Torrico: -Te das cuenta de que lo primero que se les cruza por la cabeza es eso. Ganar el clásico.

-Imagino que a través de la gente fueron dándose cuenta lo que significa este partido.

D: -Sí. Boca-River, Central-Newell’s y San Lorenzo-Huracán son los tres clásicos más importantes. Por hinchada, por historia... La gente de Huracán es apasionante. El amor que le tienen al club hoy por hoy es tremendo. Lo mejor que le puede pasar al hincha es ganarle a San Lorenzo.

T: -Es una ventaja jugar con nuestra gente este tipo de partidos porque lo sentís. La hinchada de San Lorenzo te hace vibrar. Pero me hubiera gustado jugar alguna vez un partido así con locales y visitantes. Estas cosas hacen que se vaya perdiendo el folclore. De chico, cuando mirábamos los clásicos por la tele, nos decíamos: “Sería lindo jugarlos a cancha llena”.

-¿Lo lamentan? T: -Sí. Para mi eso le pasa a todo el fútbol argentino. Hay mucha gente de San Lorenzo que te dice que es una lástima no poder ir de visitante. Y no sólo en los clásicos, sino siempre.

D: -Lo más lindo es ver a las dos hinchadas. Jugar sólo con locales te puede beneficiar o perjudicar: puede poner nervioso al rival y favorecerte, o empujarlo y darle fuerza. Ojalá algún día se pueda volver a las viejas épocas, poder disfrutar esto en familia. Agarrar a tu hijo y decirle: “Vamos al clásico”.

Uno ataja en San Lorenzo. El otro, en Huracán. Pero cuando este diario los convoca para una producción, los dos posan para la foto, se ríen juntos, se abrazan. Y todo eso lo hacen lookeados cromáticamente con los colores que más los representan. Sin violencia. En paz, y sólo cruzando chicanas con buena onda. De esas que no faltan, como las que ensayan los hinchas de verdad... Como las que se dieron en el cierre de la charla con Olé .

-Marcos, ¿sabías que el Papa tiene en el Vaticano los guantes de Seba? D: -Sí, pero...

T: -(Interrumpe) No me viene contestando los mensajes... ¡Le mandé y nada! D: -¡Ya lo estuviste mensajeando! Es una envidia. Pero el Francisco no va a estar jugando de 9. Me quedo tranquilo, ja.

T: -Esperemos que aparezca. ¡Mirá que en algunos momentos aparece, eh!

Leave a Reply