La polémica por el sistema táctico llegó a su fin: los Cuatro Fantásticos, esencia goleadora de la selección argentina de fútbol, saltarán al campo el sábado ante Irán con la misión de revertir la pálida imagen de la Albiceleste en el debut.
Superado el debate por el esquema defensivo de que utilizó el técnico Alejandro Sabella en el debut mundialista ante Bosnia, el conjunto que más fuerza podría hacerle a Argentina en el Grupo F, los fantásticos entrarán esta vez desde el inicio para demostrar por qué integran la delantera más cara de todo Brasil 2014. El cuarteto conformado por Lionel Messi, Gonzalo Higuaín, Sergio Agüero y Ángel Di María ya dio muestras de su potencial el domingo en el mítico estadio Maracaná, una vez que Sabella dio marcha atrás en el descanso con el cuestionado esquema de 5-3-2.
Con el ingreso de Higuaín junto a Fernando Gago y con las cuatro armas de ataque en juego, Messi pudo sentirse más a gusto y poner fin a casi ocho años de sequía de goles en un Mundial, un desahogo que potencia aun más al capitán Albiceleste junto al resto de los fantásticos de cara a los próximos desafíos.
Tras una temporada no tan brillante en el Barcelona, Messi está enfocado en cumplir su única asignatura pendiente: la Copa del Mundo. Higuaín viene de ganar la Copa Italia con el Nápoli; Agüero, la Liga inglesa con el Manchester City y Di María fue la figura del Real Madrid en la conquista de la Liga de Campeones de Europa. Juntos suman 91 goles desde su debut con la camiseta argentina. Una conjunción de estrellas en un momento único. A ellos se suma Gago, socio indispensable de Messi a la hora de armar el ataque, y Javier Mascherano, el subcapitán que aporta su experiencia como volante central.
El caudal ofensivo de Messi y sus socios es la gran apuesta de la selección argentina, la esencia que la caracteriza y la destaca en Brasil 2014, aunque lleve implícito el desequilibrio defensivo que atormenta a Sabella. Los delanteros saben, sin embargo, que para jugar como ellos quieren deberán sumarse a la marca para no dejar tan desprotegido al equipo. "El ataque empieza con el arquero. Y la defensa empieza con el primer delantero", señaló Sabella a la agencia dpa en una reciente entrevista. Lo mismo reconoció Mascherano cuando afirmó que "el hecho de tener jugadores muy ofensivos te quita un poco de equilibrio". El defensor Pablo Zabaleta, compañero de Agüero en el City, fue claro: "Sabemos que jugando de esta manera, con el 4-3-3, en diferentes momentos del partido podemos quedar un poco quebrados, largos, y obviamente el otro equipo te puede generar peligro". "Somos conscientes de que por momentos podemos llegar a sufrir pero ante eso tenemos que defender bien, con los jugadores que estemos atrás para cualquier situación de ataque y tratar de salir rápido y ser desequilibrantes", señaló a dpa en Belo Horizonte.
Pese a la controversia por el 5-3-2 que puso ante Bosnia, no se descarta que si llega el momento de enfrentar a las potencias, el entrenador deje de lado el 4-3-3 más ofensivo que nació el 15 de noviembre de 2011 en Barranquilla, cuando Argentina le dio vuelta el partido a Colombia por las eliminatorias sudamericanas y se sentaron las bases de la era Sabella. El ex entrenador de Estudiantes de La Plata consiguió algo que sus antecesores no pudieron: que Messi desplegara con la camiseta argentina su mejor fútbol. El crack recuperó la sonrisa y conquistó algo muy especial para él, el apoyo popular de la hinchada argentina, que hasta entonces le había sido esquiva.
El técnico reunió por primera vez a Messi, Higuaín, Agüero y Di María en el campo de juego el 2 de junio de 2012 ante Ecuador, que terminó con una goleada argentina por 4-0. Sin embargo, los Cuatro Fantásticos sólo salieron juntos como titulares en cinco partidos a lo largo de este ciclo. Las lesiones de unos u otros, o los cambios tácticos, impidieron más coincidencias. Sabella cuenta ahora con todos. Los próximos dos pasos en el Mundial, Irán y Nigeria, no deberían representar mayores dificultades, pero pueden ser una oportunidad clave para pulir detalles y convencer al técnico de seguir apostando a sus armas de ataque también en las instancias decisivas.