BRUSELAS.- Su serie exitosa llega a ocho triunfos seguidos, con siete singles y el dobles en el que acompañó a Carlos Berlocq en julio pasado, contra Serbia. Sin olvidar, claro, la batalla de casi siete horas contra el brasileño Souza, que ya le aseguró un lugar en la historia de la Copa Davis. Pero Leonardo Mayer no duda cuando es consultado por La Nación sobre su espíritu competitivo en la Ensaladera: "Es que yo no me siento un jugador copero. Yo hago lo que tengo que hacer y juego los puntos que me toca. Ahora se dio que gané esos puntos, pero no soy un jugador copero, aunque sí me gusta mucho jugar la Copa Davis".
Sin llegar a ser un combate agónico como aquel de marzo en Tecnópolis, Mayer volvió a protagonizar otro duelo trabajoso, de casi cuatro horas, frente a Steve Darcis. Como sucedió en esa tarde agobiante contra Brasil, y en el último día del repechaje del año pasado contra Israel, el correntino tuvo que entrar en la cancha con la necesidad de ganar en un trance desfavorable para la Argentina. Y como en aquellas series, volvió a ofrecer su corazón y algo más para salir adelante, e imponerse por 7-6 (5), 7-6 (1), 4-6 y 6-3, en 3h52m, para dejar al equipo nacional con un 1-1 expectante, en la semifinal de la Copa Davis frente a Bélgica, en Bruselas. Previamente, Federico Delbonis rindió bastante bien, pero no consiguió evitar su primera derrota en singles en la Davis, al perder por 7-5, 7-6 (3) y 6-3 con David Goffin, que supo exponer con argumentos sólidos su condición de número 15 del mundo, sin dar ningún margen para una posible sorpresa.
Sobre el sintético del Forest National, Mayer se encontró con un rival que se preparó también a conciencia para complicarlo, con el slice como arma principal, un efecto adecuado para aplicar en este terreno. El Yacaré apeló a su esquema agresivo. Arriesgó bastante con el saque, lo que le redituó 24 aces (el equivalente a seis games), pero también 9 dobles faltas. En la búsqueda de arrinconar a Darcis, casi equilibró la balanza de aciertos y fallos: 81 tiros ganadores contra 77 errores no forzados. También subió mucho a la red, en un intento por cortar el slice constante por parte del local. El déficit estuvo en la gran cantidad de chances desperdiciadas para cerrar antes el partido (sólo quebró dos veces sobre 13 intentos), sobre todo frente a un oponente que en el primer set apenas promediaba un 35% de efectividad en el primer servicio; por otro lado, no consiguió mantener la intensidad después de ponerse dos sets arriba, y Darcis aprovechó para arrebatarle un parcial.
"Estos son partidos largos; la gente hace que a veces se paren los puntos, y por eso también se alargó, fijate que cuando terminó el segundo set ya llevábamos más de dos horas, pero se dio así. A Darcis ya lo conocía, juega bien en el fondo, es rápido de piernas, por ahí él jugaba con el slice y por eso yo también tenía que jugar un poco lento, pero yo sabía que si mantenía mi ritmo iba a ser difícil que me aguantara, y creo que por ahí lo superé", analizó el Yacaré. En el final, Mayer, un amante de la velocidad, pisó el acelerador y el belga ya no pudo frenarlo. Un ace abierto le permitió el desahogo y soltar un "los tengo así de grandes" de inapelable significado, en medio del festejo del equipo y del centenar de hinchas argentinos que lo saludaban con cánticos y con ese gesto creado para él, con los brazos de frente, subiendo y bajando, como las fauces del Yacaré. Ya había pasado también cierto fastidio por el ruido dentro del estadio, sobre todo en la parte final: "Hacían un quilombo increíble, pero creo que tenían unos parlantes para que se los escuchara más, porque los argentinos los superaban en el boca a boca, al final no se escuchaba nada. No eran tan respetuosos tampoco, a veces empezaban a gritar en medio de los saques. Hay veces que nos critican a nosotros, los argentinos, pero por lo que vi hoy no estamos tan mal".
En la parte final del encuentro recibió hielo y masajes en el cuádriceps izquierdo, y eso encendió una preocupación que el propio jugador se encargó de desactivar: "Fue para aflojar un poco el músculo. Saqué mucho, y entonces se contractura un poco, pero el hielo ayuda a relajarlo". Y amplió: "Físicamente terminé algo cansado, pero me siento bien. Hay que hablar con Orsanic a ver qué quieren hacer en el dobles, pero yo estoy en condiciones de jugar, si el capitán lo decide, estoy". Más allá de que Orsanic nominó a Diego Schwartzman en el sorteo, todo conduce a pensar que Mayer acompañará a Carlos Berlocq en el siempre vital punto del sábado, desde las 11 de nuestro país (transmite TyC Sports), frente a Ruben Bemelmans y Kimmer Coppejans o Darcis. En este contexto, tras un partido intenso como el de ayer quedó expuesto por qué se consideraba que, en el sorteo, lo ideal era que Mayer abriera la jornada del viernes para tener un poco más de descanso antes del sábado, y no tuviera que disputar, como probablemente suceda, tres puntos de manera consecutiva en una serie de carácter cerrado, con margen mínimo para fallar.
Aunque el correntino reniegue de la idea de ser una 'figura', a esta altura queda claro que sobre los hombros de este auténtico gladiador moderno descansa una buena parte de la ilusión argentina por llegar una vez más a la final soñada de la Copa Davis.