Nicolás Fiorentino
El Congreso convertía anoche en ley el blanqueo de dólares impulsadopor el Gobierno nacional, que permitirá exteriorizar divisas no declaradas con amplias exenciones impositivas, con el objetivo de reunir fondos para financiar inversiones en materia energética y petrolera a través de la emisión del Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (BAADE), y reactivar el mercado inmobiliario con el Certificado de Depósito para Inversión (Cedin) .
Con la media sanción del Senado obtenida la semana pasada, la Cámara de Diputados se disponía a darle sanción definitiva. El oficialismo contaba con los votos ajustados pero necesarios. Aunque la oposición insistió en que se requería una mayoría especial para aprobar el proyecto (129 votos) y cada uno de sus artículos, porque el texto cede impuestos coparticipables, en el kirchnerismo reinaba la tranquilidad: si bien desde bloques aliados plantearon diferencias, calculaban un mínimo de 131 votos a favor.
Como ocurrió a lo largo de todo el debate parlamentario, la oposición centró sus críticas en las amplios beneficios y los bajos controles que propone la ley a los futuros declarantes, lo que abriría la puerta a la entrada de dólares provenientes de delitos comunes y no solo de activos no declarados al fisco o producto de la evasión impositiva como señala el Gobierno; mientras que el oficialismo hizo una férrea defensa del proyecto, a partir de la búsqueda de divisar no declaradas para reinsertar en el mercado productivo. El discurso oficialista instaló el término "ahorro" para orientar la mirada al origen de los futuros dólares que entrarán al blanqueo.
El diputado Roberto Feletti (FPV), puso el objetivo en "movilizar ahorros que hayan salido del circuito económico formal para que reingresen con el objetivo de poner en valor activos argentinos, ya sean inmuebles urbanos o inversiones en infraestructura, particularmente en hidrocarburos".
